Daymé Arocena: La rumba y el jazz

José Manuel Gómez Gufi Publicado el 20 de abril de 2017

Recuerdo el verso: “no me gusta la rumba y el jazz” y a uno le gustaba precisamente eso. La rumba, el jazz y… Siniestro Total. Así que había que convivir con algunas incongruencias. Luego vi bailar guaguancó a los Muñequitos de Matanzas con Irakere en el Carlos Marx y vi ante mis ojos el nacimiento del hip hop y del rock and roll. Aún seguía siendo marxista, pero más de Groucho que de Carlos. Daymé es más de María Caridad Valdés que también aparece en ese concierto con Chucho, su hermano.

Daymé Arocena es de barrio y es de la Habana. Eso significa que sabe lo que es la rumba. Acaba de editar su segundo disco Cubafonía que suena a nuevo y suena a gloria.

Daymé estudió piano, violín y guitarra. En 2013 conecta con Janne Bunnet y se integra en el proyecto Maque que de la flautista canadiense que no acababa de llegar a la cosa afrocubana, la Bunnet grabó con Merceditas Valdés y con Guillermo Barreto cuando Daymé era una niña.

Un día aparece Gilles Peterson en Cuba con diez DJ’s buscando talentos por la Habana para remezclar con el proyecto Havana Cultura Mix- The Soundclash!. Cuando le preguntaron a los DJ’s con quien querían trabajar, los diez proclamaron que querían ponerle ritmo a Daymé. A cualquiera se le enciende la bombilla y Daymé publica un primer disco en el que está acompañada por músicos ingleses de jazz. Hay algunos despistes pero cuando aciertan… suena a gloria.

Daymé es torrencial (y muy flamenca), así que a sus 22 años empieza a saber que tiene cquen oncentrar los proyectos en una dirección. Y ahí llega Gilles Peterson para contarnos que hay Daymé para rato y lo dice como si acabara de conocer a Celia Cruz, a la Buika o a cualquiera de las grandes damas del jazz.