Bem Gil no había nacido cuando su padre lanzó su disco Refavela. Sin embargo, su idea de recuperar uno de los discos icónicos de Gilberto Gil con motivo de su 40 aniversario, en 2017, creó una bola de nieve que no ha parado de crecer, y que ahora llega a España.

Todo comenzó en septiembre del pasado año, cuando el artista de 33 años dirigió una banda hecha a medida para un concierto, un solo show, en el kilómetro cero de la música popular brasileña, el Circo Voador de en Río de Janeiro. Para cantar invitó a varios intérpretes de lujo y, por supuesto, a uno por encima del resto: el propio Gilberto. Bastó el éxito arrasador de aquella noche y la compenetración del grupo con el creador para que el proyecto se desparramase por Brasil adelante durante meses.

Al dar la vuelta el calendario, 2018 se encaró con una certeza: Refavela 40 debía continuar en Europa. Y aquí están. El 3 de julio en La Riviera en Madrid, el 13 en el Festival Cruïlla, en Barcelona, y el 21 de julio en Pirineos Sur en Huesca podrán escuchar casi todos los cortes de Refavela y algunas sorpresas ad hoc para un proyecto cuyo denominador común es “la sonoridad” por encima del concepto del álbum original.

Esto no es un revival, sino una cosa viva”, asegura Bem desde Londres, punto de partida de la gira europea. “Aunque no consiga decir cuál es el disco favorito de mi padre, Refavela es el más especial por su carácter universal. Más allá de su marca conceptual, para armar el proyecto me atrajeron más los arreglos, los ritmos, las melodías y armonías. Junté a una banda de amigos e hicimos que mi padre entrase solo como intérprete de su propia música”, relata Bem, antes de emprender un tour con 14 fechas en siete países a lo largo de un mes.

Grabado en 1977 a la vuelta de una experiencia única en la vida de Gilberto Gil, un festival en Lagos, capital de Nigeria, Refavela evoca la herencia africana de Brasil, que es la suya propia. Se le llamó, de hecho, “el disco negro para todos los colores”, y terminó formando parte de la Trilogía Re (junto a Refazenda y Realce). Obra redonda por donde se le escuche, Refavela dibuja las líneas de trabajo de Gilberto Gil en los 70, tras la etapa tropicalista y antes de la experimentación de los 80, “en los que usó el estudio como laboratorio”, según cuenta Bem. “En Refavela todo dependía de la vitalidad artística de él, por eso nos resultó más fácil recrear el repertorio para la gira: montamos la banda y todo salió de forma orgánica. De alguna manera, con este disco pasa como con los discos de Fela Kuti o los de Bob Marley: la música sale sola”, dice.

Está bien traída la comparación, dado que en el repertorio de Refavela 40 ha sonado Exodus, que tambíen cumplió 40 años en 2017, y la inspiración afro está omnipresente, como suele ocurrir en cualquier combo brasileño a poco que se le metan viento y percusiones mayores. En la banda toca el saxo y la flauta Thiago Queiroz y la trompeta Mateus Aleluia Filho, hijo del intérprete homónimo. En las segundas generaciones se encuentra parte del secreto del proyecto Refavela 40. Aparte de Bem, que dirige y toca la guitarra, está Nara, otra hija de Gilberto y hermana de Bem, a los coros, y en la gira brasileña participaron Maira Freitas, hija de Martinho da Vila, y Moreno Veloso, hijo mayor de Caetano. Él no estará en España precisamente porque toca con su padre y hermanos en el proyecto Ofertório, que también parará en España el 23 de julio. “Con Moreno tengo una relación especial desde siempre. Para mí el disco Máquina de Escrever (2000), de Moreno +2, su grupo con Kassin y Domenico, es como lo que fue el Chega de Saudade para la generación de mi padre”, relata.

Y ahora todo está entrecruzado, pues es precisamente Domenico Lancellotti el que forma parte de la banda de los Gil, como batería y percusionista. Y no solo eso, sino que en La Riviera hará de telonero de postín, presentando su excelente The Good is a big God, álbum de elegante producción que continúa pavimentando su carrera autoral. Avisados quedan los que quieran degustar brasilidad transversal sin moverse de La Riviera.

En España también podremos escuchar la voz exquisita de Mayra Andrade, otra hija de la multiculturalidad, que le agregará el toque de su tierra, Cabo Verde, el archipiélago lusófono de África. Y, por encima de todo, podrá escucharse la voz susurrante de Gilberto Gil, de 76 años, que regala algo que hubiera sido imposible sin la iniciativa de Bem. “En el concierto Gil canta canciones que no se tocan desde hace cuarenta años”, remacha con orgullo su hijo. Solo por eso ya vale la pena verlo.

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