Ya estás metido en escena, ahora imagina que empiezan a caer unas gotitas del cielo. Primero leves, como un llanto, pero cada vez se hacen más y más fuertes. Llegan primeros los truenos y con ellos los relámpagos. Te asomas por la ventana y ves las calles despejadas, las mismas calles que antes eran un hormiguero de personas en pleno ocio. No sabes porqué ni cómo pero toda esa frustración que sentías por tu encarcelamiento voluntario se transforma en una sensación de tranquilidad y arrullo. Estás bajo los efectos del crisalismo, una emoción parecida, según los expertos, a la protección que sentíamos cuando estábamos en el útero materno.
Vale, nos dirás, ¿y si no empieza a llover?, ¿hay algo que podría aliviarme medianamente de la sensación de angustia anterior? Pulsa play.
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