La semana pasada el rapero Sean Combs compró la obra en Sotheby’s por 21 millones, el mayor precio pagado nunca por un artista negro vivo. Kerry Marshall es conocido porque pinta personas negras siguiendo el ejemplo de los maestros europeos. Sus sujetos no son solo de piel oscura, sino negros: perceptiblemente, inevitablemente, decididamente negros. Y lo hace como un desafío directo al status quo del mundo del arte ya que sus pinturas cuentan historias de vida de la clase obrera afroamericana.

Past Time, Kerry James Marshall

La pintura Past Time de Kerry James Marshall tiene muchas lecturas. En ella aparecen una familia de alto nivel en sus momentos de ocio: jugar al golf o al cricket, practicar el esquí acuático y conducir una lancha a través de un lago. Es una escena que cuenta el entretenimiento de una clase llena de tipos aristocráticos descendientes de europeos que Marshall convierte en afrodescendientes. Sin duda la pintura no podía haber ido a parar a mejores manos porque tienen coincidencia de piel y de propósitos, además de sensibilidad para entender lo que es responsabilidad social y defensa de los derechos civiles.

 

Nacido en Alabama, creció en Los Ángeles, cerca de la sede de las Panteras Negras, y su arte refleja la realidad de muchos afroamericanos de clase trabajadora. Escenas de comunidad de su vecindario, viviendas con bulliciosas reuniones grupales y momentos íntimos que van desde interludios románticos hasta una soledad introspectiva. Durante su carrera de 40 años, Marshall ha expuesto en la Tate Modern y el Museo de Arte Moderno y cuenta con Michelle Obama como fan. Una de sus principales motivaciones ha sido trabajar contra el blanqueo de la historia del arte. “Si nadie está trabajando para producir pinturas con un conjunto de figuras racialmente diferentes, nadie las verá”, dijo en 2016. “Es por eso que sigo haciendo cuadros que tienen como  único objetivo pasar a formar parte de la normalidad en los museos.”

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