Ahora que todo el mundo deja su trabajo y se enfunda en un chándal para lanzarse a correr y mantenerse en forma, hay una manera de viajar que va a ser la más “cool” y la más apropiada para aquellos que andan escasos de dinero y sobrados de físico.

Una de la últimas formas de recorrer países o incluso el mundo es a lomos de una bicicleta pernoctando en los sitios más inverosímiles, sin gastar ni un céntimo. De forma que cuando atravieses lugares que no conoces, siempre habrá otro cicloturista dispuesto a ofrecerte una ducha caliente.

Es una red que cuenta con muchos adeptos y que se inventó en el país trumpiano. Atiende por el nombre de Warmshowers y lo mismo puedes dormir en una yurta, en medio del desierto de Kazakhstan o en el jardín de un belga que vive en Moscú.

El trato es sencillo: yo te lo dejo y tú me lo prestas. Eso sí, tienes que tener en cuenta por dónde pasas y quienes están en la red de cicloturistas. La red global -con 185.000 miembros- funciona con buena voluntad y la filosofía del “mañana tú puedes necesitar mi casa.” De esa estupenda manera, se permite a los forzados del pedal surcar el mundo en solitario y algunas veces conectarse con espíritus afines.

Hay testimonios increíbles, como la experiencia de un viajero que recorrió durante un año un trayecto desde Londres a Hong-Kong y que reconoce que solo fue posible gracias al apoyo de esta comunidad. Durante este periplo, pudo conocer los países por los que pasaba y acercarse a sus habitantes.

Este verano móntate en una bici y sal a explorar el mundo, con unos buenos cascos escuchando Gladys Palmera.

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