Algunos de los episodios más turbios de la historia de los chismorreos rurales tienen como elemento común el monóxido de carbono. En todos los pueblos circulan rumores de amantes que para temperar una fría habitación de un desangelado cobertizo acudían al brasero de picón o sucedáneo y amanecían inertes, con los cuerpos desnudos y abrazados, dibujando una ligera sonrisa en el riptus del rigor mortis.
Los primeros síntomas de la inhalación de monóxido de carbono traen euforia o excitación y derivan en visión borrosa, parálisis de las piernas, naúseas y tos. El envenenado muere de forma lenta y en su espíritu va entrando una plácida sensación de bienestar, que ha hecho que los forenses denominen a este proceso letal como la muerte dulce.
La mayoría de las muertes ocasionadas por el monóxido de carbono son archivadas por descuidos fortuitos pero existen evidencias de conspiraciones alrededor de un veneno que suele asociarse al infortunio. Fueron muchas al especulaciones políticas en torno a la asfixia de Émile Zola, quien apareció sin vida próximo a una ventana, al parecer cuando se disponía a abrirla. En su día, los diarios hablaban de evidencias próximas a enemigos políticos que estuvieron detrás de este “fortuito” accidente. Tampoco se libró de los dimes y diretes la actriz Thelma Todd, encontrada muerta en el garage de su amante, la también actriz Jewell Carmen, momentos después de mantener una acalorada discusión con su entonces marido.
Como ya nos tiene acostumbrados, DJ Andy Grey propone una cura contra los síntomas de venenos mortales. Lo hace como ella sabe, con ritmos que expulsan los síntomas de la intoxicación. Esta sesión tiene un tempo suave, para una muerte suave, pero mitiga la sensación de parálisis ya que la energía que se respira permite mover las piernas hasta la curación.
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