Las vidas de todas las grandes interpretes de la canción parecen compuestas con el mismo estribillo: vidas al límite, emociones en bancarrota, amores violentos y vidas infantiles sin juguetes. Y así cantan: desgarradas desde el centro mismo del corazón.

La personalidad de Etta James dentro y fuera del escenario era tan enorme como incontenible. Ella era obscena y lasciva a la vez que digna y con clase. Fuerte y vulnerable, todo al mismo tiempo.

Jamesetta Hawkins nació 25 de enero de 1938, en Los Ángeles, California, su madre Dorothy la tuvo con 14 años y fue quien animó a su hija a cantar. Etta nunca conoció a su padre, al que gustaban muy, muy jóvenes. Empezó en las iglesias pero el cirio pronto se apagó y su gran voz hizo que su tío la utilizara para fiestas con amigotes. De ahí un carácter bronco y desconfiado que le duró toda la vida. Fue sin duda una mujer con un par… !qué remedio!

A los 12 años, ya se paseaba por de San Francisco, con un trío y trabajaba con el director de orquesta Johnny Otis. Cuatro años más tarde, en 1954, se mudó a Los Ángeles para grabar The Wallflower (título que fue sustituido por el original demasiado hot de Enróllate conmigo Henry).

En 1960 con Chess Records de Chicago, la carrera de James comenzó a subir. Entra en las listas con su entonces novio Harvey Fuqua, con la balada desgarradora Todo lo que podía hacer era llorar, At Last y Confía en mí. Pero el talento de James no se reservó solo para las baladas. Cantaba un rock con melodías tipo góspel.

Su enfoque de la canción y la vida era de compromiso salvaje y a menudo desesperado, e incluyó la violencia, la drogadicción, el robo a mano armada y un comportamiento altamente inadecuado. Cantó con un hambre emocional y un dolor que puede congelar el oyente. La ferocidad de su voz documenta a la niña abandonada. Y a una mujer constantemente abrazando malas relaciones además de una artista furiosa contra una industria y una sociedad que le habían discriminado sistemáticamente. Era una bomba hormonal a punto de estallar y cantaba cosas como “solo quiero hacerte el amor”.

En 1967 Leonard Chess, el fundador de Chess Records, envió a James a Alabama para grabar en los estudios de la Fama con el productor Rick Hall. Las sesiones resultantes produjeron el rugido de Tell Mama, que la llevó de vuelta a la R & B Top 10. La cara B era Mamá prefiero ir a ciegas, una melancólica y agonizante balada sobre la pérdida y los celos, que ahora es una de las grabaciones clásicas de la música soul. Etta escribió o co-escribió varias de sus mejores canciones.

Adicta a la heroína y los hombres malos, vivió un estilo de vida criminal y fue encarcelada varias veces. Después de salir de la cárcel en Anchorage, Alaska, en 1969, conoció y se casó Artis Mills.

Su trabajo más tarde llamó la atención por parte de los críticos, así como los aficionados, y su álbum de 1973 Etta James obtuvo una nominación al Grammy, en parte por la combinación creativa de sonidos de rock y funk. Después James firmó con Warner Brothers Records. Un perfil público renovado después de años de bajada, fue su aparición en la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos de Los Ángeles en 1984. Los álbumes posteriores, incluyendo Deep In The Night y Seven Year Itch, recibieron grandes elogios de la crítica.

Su voz, tan cruda y emocionalmente expresiva, era demasiado fuerte para el público en general. De hecho, el dolor, la ira y el comportamiento autodestructivo hierven bajo la superficie de su voz. Una vez se le preguntó que describiera su estilo, y ella respondió que cantar le permitió dar rienda suelta a “toda esta puta mierda que está dentro de mí”.

James ganó cuatro premios Grammy y una estrella en el Hollywood Walk of Fame. Habiendo finalmente abandonado su adicción a las drogas en 1988, comenzó a luchar con su peso en 2002, tuvo una cirugía de bypass gástrico y perdió 200 libras, lo que le permitió volver a cantar. La película Cadillac Records, una biopic muy novelada sobre Chess Records, llamó poderosamente la atención debido a la aparición de Beyoncé como James y le irritó mucho. Carecía de la furia y la calidad que hizo de Etta tan inolvidable.

“Mucha gente piensa que el blues es deprimente“, dijo a Los Angeles Times en 1992, “pero eso no es el blues que estoy cantando. Cuando estoy cantando blues, estoy contando vida. Las personas que no pueden soportar escuchar el blues, creo que son unos cobardes.”