Tengo que vivir con Nina Simone y eso es muy difícil, solía decir la cantante. A todos nos cuesta convivir con nosotros mismos. Lo malo es que además no tenemos su voz ni su sensibilidad. What Happened, Miss Simone?, el nuevo documental sobre la vida de la gran cantante de jazz y blues Nina Simone, se estrenará en Netflix y en cines y teatros el 26 de junio. En Sundance y Cannes el público en pie, dio una ovación de minutos.

Al igual que en el poema de Alice Walker, Nina Simone siempre se ingenió para no ser querida por nadie. Ella fue un fenómeno libre y autónomo, aunque podría decirse que la circunstancia la hizo así. Su voz es probablemente lo más parecido al sonido que la sangre haría si cantara. Es el tipo de sonido que, una vez escuchado, hace que todo lo demás parezca blando.

Fue una voz singular, única, el eslabón perdido entre aquellas eternas y legendarias divas del blues y todas las jóvenes y sofisticadas cantantes del jazz actual. Su grado de compromiso nació de la vida. Su madre quiso que fuera la primera pianista negra y fue becada para estudiar en la Julliard. Pronto se dio cuenta que eso los blancos no lo permitirían. Así que de lo clásico, pasó a cantar tocar como pianista y cantar en el bar Midtown Grill en Atlantic City.

Melancólica a ratos, fiera en ocasiones, su trastorno emocional le jugaba malas pasadas. Ese carácter volátil aparece en el documental y es la mujer que emerge más claramente, aquella a quien el público en el club Ronnie Scott reconocerían, la diva que llegó tarde, arengó a su público y les gritó: “nadie va a dormir esta noche.”

También aparecen sus cancelaciones. Simone aparece no como dos, sino como cuatro mujeres todas en una: borracha, egoísta, la que trató a sus músicos mal, la que era aterradora, intimidante.
Sin embargo rebasa la Nina Simone artista: sus éxitos musicales, su terrible matrimonio con su manager, sus malas relaciones, su frágil estado mental, el trastorno bipolar, sus conciertos, sus conciertos, sus conciertos.

En la película aparece su amistad con Miriam Makeba y todos los líderes negros. Se escuchan sus cartas en las que relata su terrible soledad. “Yo era diferente. No tenía nadie que me diera seguridad detrás de mi. Era una estrella nacional … era rica y famosa, pero no era libre“, dijo Simone. Quizás de la que jamás pudo librarse fue de ella misma.

Fue una luchadora por los derechos civiles tan incansable que en la década del 70 terminó abandonando los Estados Unidos para siempre. “Mis amigos y yo no decimos United States sino United Snakes (‘Serpientes Unidas’)”, repitió hasta el último día de su vida esta mujer que fue amiga de Martin Luther King y Malcolm X y se negó a vivir en un país gobernado por Richard Nixon. Sus canciones eran sobre el amor y la justicia, sobre el amor y el respeto. ¿O no son o deben ser acaso la misma cosa?

En los últimos años, emitía un aura de expectación que la hizo temerosa por la incertidumbre que provocaban sus conciertos. Y dicen que los espectadores, llegaban a sentir no ser lo suficientemente buenos para escucharla.

Forma, con todo el derecho y el hono,  parte de mi santoral.