Quedan sumergidas docenas de espléndidas canciones, algunos ambiciosos discos conceptuales, esas bandas que formó con instrumentistas de primera, la habilidad por insertar técnicas literarias en el rock, su capacidad para provocar al respetable.
Puede que Lou Reed no supiera venderse bien, lo acepto. Pero está siendo bien servido por las reediciones, que –por ejemplo- han rescatado hasta el último segundo grabado por su Velvet Underground. Él mismo, en su tramo final de vida, supervisó la remasterización de todos los discos de estudio (y algunos de directo) que grabó entre 1972 y 1986.
Los temas del presente programa han sido extraídos de la reciente caja The RCA & Arista album collection, puesta a punto por el amigo (y compañero de aventuras radiofónicas) Hal Willner. Se seleccionan una decena de temas que retratan su dedicación al sonido, sus audacias en el estudio de grabación, la potencia de sus letras. Escuchando estas piezas se deberían modificar algunos de los tópicos que circulan sobre Lou Reed.
Incluso el tema final, esa versión live de Walk on the wild side, revela otra faceta olvidada de Lou: el monologuista hiriente. Está sacada de Take no prisoner, cuya portada plagiaba –por orden del propio cantante- una ilustración de Nazario, capricho que desencadenaría un juicio ganado por el dibujante español.
Este “Paso por el lado salvaje” dura 17 minutos: tiene tiempo para saludar a Bruce Springsteen (presente en el concierto) y, sobre todo, para arremeter contra la prensa neoyorquina, personificada en John Rockwell y Robert Christgau, a los que caricaturiza con ferocidad. Un desahogo típico de aquel Lou Reed: destrozar su canción emblemática mientras ataca a los periodistas que, de forma continuada, le trataron como un artista, digo de ser seguido y –ocasionalmente- criticado.
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