Las hijas de Eva / Lloraba un corazón

Formato: 78 rpm
Sello: Columbia - C2280
Matriz cara A: 21623
Matriz cara B: 21624
País de edición y fecha: Estados Unidos, 1912
Grabación: Estados Unidos

Rosalía Chalía era el nombre artístico de la soprano cubana Rosalía Gertrudis de la Concepción Díaz de Herrera y de Fonseca (La Habana, 17 de noviembre de 1864 - 16 de noviembre de 1948) cuando grabó este disco para el sello Columbia. Conocida también como Chalía Herrera, entonces ya había recorrido un intenso camino de grabaciones para el afamado Sr. Bettini, registrando entre 1898 y 1900 cerca de cuarenta canciones en cilindros -formato y tecnología que antecedió al disco sonoro- entre ellas selecciones de la zarzuela española Cádiz (Chueca-Valverde-Burgos). Lo que vendría después la convertiría en la primera mujer cubana, y muy probablemente en la primera latinoamericana en fijar su voz mediante una grabación mecánica en un disco que giraba a una velocidad que no terminaba de estabilizar en 78, el número de revoluciones por minuto.

El 30 de octubre de 1900 Chalía Herrera realiza su primera grabación mecánica con el sello Victor, que ya introducía el prensaje en discos. Es una de las primeras sopranos en hacerlo en los Estados Unidos, antecedida únicamente por las norteamericanas Marie Romaine, que graba en el mes de julio, y Edna Florence, que lo hace el 17 de octubre; lo que hace a la cubana, la primera cantante latinoamericana en grabar discos. Pero la producción de Chalía sería mucho mayor que las de estas sopranos norteamericanas, pues entre 1900 y 1903 grabó al menos 43 piezas. En sus primeras grabaciones canta sola y también a dúo con el barítono Dudley (su verdadero nombre era Samuel Holland Rous) o con Signor Francisco, uno de los seudónimos tras el nombre del también barítono Emilio de Gogorza, siempre con el acompañamiento usual entonces: piano y en ocasiones, adicionando una flauta.

Según el musicólogo Richard Spottswood, se presume que Chalía Herrera grabara también varios discos experimentales con orquesta, de los cuales no se ha encontrado evidencias tangibles.

Chalía Herrera grabaría también para los sellos Monarch, Zonophone y en sus últimos registros, para la marca Columbia. Su impresionante discografía, que comienza en 1900 y llega hasta 1912, comprende unas 135 canciones o registros del género operístico, aunque también grabó temas de zarzuelas, piezas españolas y varias canciones cubanas: la habanera (Eduardo Sánchez de Fuentes) la registró primero en los cilindros Bettini, y después en discos Victor y Zonophone; las guarachas Bajo un guayabo y Mulatica de mi vida (ambas de José Marín Varona); la clave Las desventuras de Liborio y el bolero Lloraba un corazón (las dos, de Manuel Mauri), la canción Guarina (Sindo Garay) y La borinqueña, de Félix Astol, que, en un hito histórico, es considerada la primera grabación de música puertorriqueña. Definitivamente, Chalía amaba el canto lírico y a ello dedicó su vida. Había iniciado sus estudios de canto en Cuba con Angelo Massanet y a partir de 1893 viaja a Nueva York para perfeccionar su técnica en la Escuela de Opera y Oratorio que allí animaba el músico y pedagogo cubano Emilio Agramonte. Allí debuta como cantante profesional, en el rol de Santuzza de Cavalleria Rusticana.

La primera huella de Rosalía Chalía –ese era su nombre artístico entonces- en la prensa norteamericana la encontramos en The New York Times, el 28 de septiembre de 1896 en una reseña sobre su actuación en el Hammerstein’s Olympia Music Hall acompañada por la orquesta del Metropolitan bajo la dirección de Anton Seidi. La nota señala que la soprano “es escuchada en esta ciudad por primera vez. Su voz es rica en color, no especialmente dulce, pero sí bien entrenada. Su talento se mostró mucho más en el aria de 'Balla in Maschera' de Verdi, y también en las canciones españolas que interpretó y que fueron gratamente acogidas.”

El 12 de junio de 1898 la publicación norteamericana Democrat and Chronicle, de Rochester, destacaba a un cuarto de página un recuadro biográfico de Chalía, bajo el título Give Her Voice for Her Country (Alza su voz por su país), motivado por su gran contribución a la lucha independentista de los mambises cubanos y en ayuda a los refugiados cubanos. Entre los datos que aporta el columnista anónimo indica que “…su padre había ostentado altos cargos en las fuerzas navales y que su abuelo paterno había sido almirante de las fuerzas navales españolas. Por la línea materna, su segundo apellido era De Fonseca, siendo descendientes directos del conquistador español Ponce de León (…). Chalía nació en La Habana pero en edad temprana fue enviada a España a estudiar. Muy pronto dio muestras de su talento musical y sus impulsos humanitarios cuando siendo muy joven ofreció un concierto junto a su hermana en ayuda a un hombre pobre que había despertado sus simpatías infantiles. El concierto fue un suceso que tuvo como finalidad conseguir una casa segura para el señor sin hogar y fue tal el apoyo que obtuvo, que llegó a crear una suerte de hogar-fundación para ancianos, dando refugio a ocho de ellos. Poco después de regresar a su Cuba natal, conoció a Mr. Graham, un residente norteamericano en la Isla con intereses empresariales en la industria del ferrocarril y las minas de hierro. Vivieron en Santiago de Cuba [aquí Chalía recibe clases de violín del prestigioso pedagogo Laureano Sánchez Matons] hasta que la guerra los hizo dejar su hogar y emigrar.

Uno de los últimos actos de Madame Chalía en Santiago de Cuba fue una función a beneficio del Club José María Heredia, destinada a recaudar fondos para los soldados cubanos heridos. La magnífica residencia de los Grahams, ubicada en una de las colinas que descendían hacia la bahía santiaguera, fue convertida después en ruinas, probablemente por la acción de los bombardeos. Tras el estallido de la guerra, Madame Chalía se trasladó a París para continuar su formación musical y sus progresos ocurrieron tan rápido que fue contratada rápidamente para el rol de 'prima-donna' en la ópera 'Claudia', cuyo compositor había estado año y medio buscando a la cantante ideal. Madame Chalía tuvo solo seis días para estudiar su papel, mas el éxito fue un verdadero y rotundo suceso. En la misma función, sin ensayo previo, cantó también Cavalleria Rusticana. A su regreso a Estados Unidos, se presentó en Boston y Philadelphia en la ópera 'André de Chenier' dirigida por Mapleson.”

Y dando informaciones más actuales sobre la carrera de la soprano cubana, el columnista agrega: “El pasado invierno, Madame Chalía tuvo un brillante desempeño en el Waldorf Astoria de Nueva York cuando interpretó 'El Maestro de Capella' y también 'Zanetto', la nueva ópera de Mascagni. Acaba de recibir una halagadora oferta para hacer 'La Bohème' de Puccini en México. Desde que los Graham regresaron a Nueva York hace un año, Chalía se ha identificado con los intereses cubanos; hace unas semanas ofreció un brillante concierto en Chickering Hall en ayuda a los refugiados cubanos. En su residencia newyorkina, Madame Chalía atesora numerosos recuerdos y souvenirs, como el crucifijo de plata que, como regalo de bodas, le enviara el Papa Leo XIII, con cuya familia está conectada al matrimoniarse con un primo de su sobrino. Madame Chalía es una mujer extremadamente bella, con un gran ingenio, vivacidad y energía, capaz de convertir en un suceso importante cualquier empeño en el que se involucre. Su esposo es un americano alto, buen mozo, natural de Philadelphia, que la idolatra, y a quien ella adora, y ambos aspiran con ansiedad a disfrutar de una nueva vida en Cuba, bajo un nuevo orden.” La publicación inserta un retrato de Chalía, con la firma de Wathpury.

A finales de 1898, Chalía integraba la Gran Compañía Real Italiana de Ópera, con la que se mantuvo largo tiempo en grandes y abarcadoras temporadas en numerosas ciudades norteamericanas. La vida artística de Chalía transcurrió esencialmente en escenarios de Estados Unidos, México, Francia, Italia y por supuesto, La Habana. En 1915 debutó en el Carnegie Hall de Nueva York, ofreciendo un recital, y diez años después es contratada por la Metropolitan Opera Company para cantar en varios programas radiales.

Al aproximarse el desenlace de la guerra hispano-cubano-americana, finalizando el siglo XIX, Chalía vuelve a Cuba, donde es homenajeada por su contribución a la independencia. Según el Diario de la Marina, Chalía habría interpretado en el Teatro Tacón de La Habana la canción Cuba de Eduardo Sánchez de Fuentes, en el acto principal por la proclamación de la independencia de Cuba, el 20 de mayo de 1902. La vocación independentista y solidaria de Chalía Herrera fue elogiada por el Generalísimo Máximo Gómez, prócer dominicano que tuvo un lugar destacadísimo en las guerras cubanas por la independencia frente a España. Ambos cubanos mantuvieron un profuso epistolario donde el dominicano encontró espacio para el elogio a sus valores artísticos y también para las muestras de encendida admiración y amor constante. La revista Bohemia, en su edición del 13 de junio de 1954, fue explícita al publicar fotos de esas cartas y recuerdos celosamente guardados por el segundo esposo de Chalía, el español Pedro de Ulloa, quien convirtió la casa familiar en Santiago de Cuba en sitio de veneración personal a su amada.

Chalía Herrera regresó a Cuba en 1946, para morir en su tierra dos años después, a los ochenta y cuatro años de edad. (Rosa Marquetti)

Tracklist:
A1 Las hijas de Eva ("Por qué cuando aquel día") (Joaquín R. Gaztambide) zarzuela
B1 Lloraba un corazón (Manuel Mauri) canción cubana
Notas:

Grabado en Nueva York cerca de julio de 1912. Solo de tiple con acompañamiento de orquesta.

Rosalía Chalía es la soprano cubana Rosaría "Chalía" Herrera.