Su padre y su hermano mayor llegaron primero a Venezuela a otear el camino y sus posibilidades. El padre había estado preso 5 años por identificarse con los Republicanos en España, y a pesar de ser maestro, y muy culto, no lograba encontrar empleo. Pasaban mucha necesidad cuando el padre tomó la decisión, y no le fue mal en la llamada Tierra de Gracia donde tanto él como el hijo comenzaron a trabajar de inmediato, contando con oportunidades y el afecto de quienes les rodearon.

Nacida en Logroño en noviembre de 1943 y bautizada con el nombre de la abuela paterna, tenía 7 años (cumplidos durante su travesía) cuando Soledad Bravo llegó a Venezuela con su madre, quien de paso, previsora al fin y al cabo se trajo la cama, el escaparate y varios muebles. Fue la salvación porque llegaron a vivir en un cuarto muy precario construido con cartón piedra sobre el techo de un edificio en uno de los barrios más populares y pobres de entonces en Caracas: Callejón Cantabria, detrás de la plaza de Catia. El mero oeste.

A partir de ahí no les faltó el pan, ni las labores, y los hijos pudieron avanzar. Soledad incluso pudo iniciar tres carreras universitarias, (Arquitectura, Psicología y Letras) interrumpidas todas por sus ganas de cantar. En una de esas de teatro y canto la vio y escuchó una periodista que tenía programa de televisión y a la que no le importó que Soledad cantara canciones contra la guerra y temas de los poetas de allá y de acá. Deslumbró a Venezuela, el país que adoptó y que la adoptó a ella.

Es una etapa por demás interesante ésta del preámbulo de la vocalista para entrar al interesante ciclo 1980-1985 que comenzó con “Caribe” bajo la producción de Willie Colón, siguió con “Mambembe” y culminó con “Soledad Bravo 85”. De éste último nos estamos ocupando editado nuevamente por el sello Rodven-USA en 2011, aunque conservando integramente la grabación original, perteneciente al mismo sello.

Para 1985 Soledad había transitado por la canción protestataria, por los cantos venezolanos, por cantos del viejo mundo e inclusive ya por la salsa cuando decidió abrir otro abanico de posibilidades acudiendo a autores diversos suramericanos, como Simón Díaz, Manduka, Baden Powell, Vinicius de Moraes, Homero Manzi, Cátulo Castillo y Djavan, entre otros. Así se hizo de diferentes temáticas, y desde milongas hasta cantos de ordeño pasando por Brasil con un particular afecto. Este es el álbum número 15 grabado en estudio y el tercero y último grabado en Nueva York. Con la producción musical del pianista y tecladista argentino Jorge Dalto, en esta grabación participó una constelación de talentosos músicos. Jorge Dalto al frente de los teclados y piano, Yomo Toro en la guitarra, José Neto en la guitarra eléctrica, Eddie Gómez en el bajo, Airto Moreira en la batería y percusión, Ray Barretto en las congas, Nicky Marrero en el bongó y en los timbales, Paquito D'Rivera en el saxofón y Mauricio Smith en la flauta. En esta grabación también se contó con la participación de Spyro Gira, y un selecto coro acompañante.

El productor artístico de este LP fue el escritor venezolano César Miguel Rondón y el productor ejecutivo fue Antonio Sánchez, esposo de Soledad Bravo, quien hizo maravillas con su voz para temas como Volando voy, La última curda, Deja, Tonadas de ordeño y Clara vena, que sirvió de inspiración para la portada donde Soledad parece ocultarse en su bosque, como dice uno de los versos de este tema de Manduka y Vandré, de Brasil. (Lil Rodríguez)