El Delirio Cósmico de Niño de Elche
Canto Cósmico, que se estrena en salas de España el 4 de febrero, explora las contradicciones de un artista conocido por su coraje creativo: Niño de Elche.
Hay una escena en la película Canto cósmico. Niño de Elche que muestra a Francisco Contreras (el nombre de pila del Niño de Elche) a la edad de niño, cantando en una fiesta familiar. Mientras canta, los ojos de su madre se llenan de lágrimas. Aunque todavía estaba en la escuela primaria cuando se filmó este video casero, no hace falta mirarle con amor de madre para reconocer que el chiquillo estaba destinado a llamar la atención. En la escena, Contreras pronostica aún más su futuro al rebotarse con su padre cuando este intenta concluir la actuación; el Niño sigue cantando. Incluso a una edad temprana, el artista, ahora conocido por la expresión desenfrenada de su arte y sus opiniones, ya controlaba la narrativa.
La película de Marc Sempere-Moya y Leire Apellaniz es un collage conceptual, a veces un aluvión, de confesiones personales, entrevistas, performances y referencias visuales. La familia se presenta como terreno sagrado en la vida del artista: Los padres de Contreras aparecen con frecuencia, así como un elenco de su círculo cercano de amigos y artistas compadres, a los que se conoce como Paco, actuando menos como comentaristas que como una especie de coro. Y, por supuesto, con lo sagrado viene lo profano, tal y como lo define el dogma católico y las definiciones radicales del “auténtico” flamenco, con los que Elche mantiene públicamente una relación compleja y provocadora. En una escena hiperbólica al final de la película, el protagonista cubierto por una sábana y llevando un paso vivo, canta a hombros de una procesión de penitentes, todos ellos desnudos.
De forma más sutil y eficaz, Canto Cósmico, que se estrena en salas de España el 4 de febrero, explora las contradicciones de un artista conocido por su coraje creativo que se describe a sí mismo como “creado en el miedo”. Su lista de cosas que le causan temor incluye la oscuridad, nadar, conducir, el amor, y, por supuesto, el miedo a Dios. En la película, establece un marco sociopolítico más amplio para sus fobias personales al señalar el miedo de su madre a los comunistas, y el de su padre “a los fachas”.
Un punto de referencia, tanto para el trabajo de Niño de Elche como para la película, es el escritor, sacerdote y revolucionario nicaragüense Ernesto Cardenal, cuya obra de poesía Cántico Cósmico tiene eco en el título y la temática del documental, que, como la diversa y discutida obra de Contreras, toca temas de la sociedad, la política, la opresión y la libertad, la religión, el arte y el capitalismo.
Y lo personal. En las escenas dramáticas, Contreras canta a las palomas mensajeras en un tejado, y toca la guitarra para su padre. En un momento escénico culminante, da una serenata a su madre, con toda la fuerza emocional de la canción profunda que ha adquirido en la madurez. De nuevo ella llora. El montaje es manipulador, pero también conmovedor. A través de estas cargadas viñetas íntimas, se nos recuerda no sólo que la música es conexión, sino, más simbólicamente, que el flamenco es el canto de la calle, el grito del proletariado. Y también, al menos en el caso de Contreras, que el flamenco es tan inamovible como la sombra de la infancia.
Haga lo que haga, Paco está inscrito en el campo del flamenco, dice en Cante Cósmico Pedro G. Romero, artista plástico y productor. Haga música experimental, música electrónica, rock, lo que sea. Por mas que se empeña a ser anti-flamenco, no puede salir de ese campo… Es donde la audiencia, los espectadores le sitúan. Porque no han entendido que en el flamenco la identidad es algo móvil, es algo que se construye, y es algo que puede tomar muchas formas.
Con el flamenco puedes hacer un arte de lo negro, pero también puedes hacer un arte de la burguesía, dice Contreras dice durante una entrevista reciente con Radio Gladys Palmera. Y a la vez, puedes hacer un arte de anarquista y a la vez un arte liberal, y a la vez un arte comunista… es un arte del pobre, pero por supuesto también del rico. Y es un arte degenerado. Pero también puede ser un arte conservador. Es un arte racista, pero también es una arte inclusivo. Y así podemos continuar eternamente. Entonces es una expresión muy perturbadora para cualquier historiador o para cualquier persona conservadora que quiera ser de el una sola idea.
Pero eso no quita que después, actualmente, la mayoría de los artistas de flamenco sí tienen una actitud conservadora a la hora de la práctica artística. Y podemos encontrar muchísimas respuestas a eso.
La paradoja de flamenco existe en que hay artistas como Enrique Morente o artistas como Israel Galván o Vicente Escudero, o artistas como Carmen Amaya, que no se pueden dar en otro espacio.
Podemos encontrar artistas en el flamenco muy paradójicos que han realizado cosas en el mundo inigualables, añade. Que otras músicos no se han dado nunca, ni se darán. Ni en el jazz, ni en el rock, ni en la música clásica ni en la música contemporánea. Porque es una expresión muy controvertida. Rompe las lógicas de la sociología más convencional, de la política, rompe las lógicas.
Porque no existen las condiciones irregulares, inestables, contradictorias que se dan de una forma tan flagrante como en el flamenco.
El problema del flamenco es que se intenta hacer un arte mas homogéneo, mas lógico, mas del sentido común. Y precisamente uno de los valores del flamenco es que es un arte delirante. Que no hay muchas cosas que entender, porque muchas veces es imposible entender. Y eso es lo que lo hace mas misterioso y mas interesante.
Participar en el mercado también es una vía para poder ser artista, dice C. Tangana, en Canto Cósmico. Participas quieras o no. Te juegas allí o no juegas.
En el documental, podemos observar a Contreras, que cumple 37 años este mes, como un joven serio vestido de traje holgado, un look sorprendentemente convencional para un artista que se ha forjado una imagen de iconoclasta imprevisible.
Mi relación con los tablaos es una relación laboral que duró unos nueve o diez años, recuerda durante nuestra conversación por Zoom. Estuve trabajando en diferentes tablaos: Barcelona, Murcia, Alicante, Sevilla…
Cuando trabajaba en el tablao tenía una doble vida, por decirlo así, que era por las mañanas; me juntaba con gente de la experimentación teatral y la música experimental, y por la tarde iba al tablao. En el tablao entendí cosas muy relacionadas con el mundo de flamenco clásico. Una serie de lógicas de formas de componer, y actitudes escénicas a la hora de cantar o tocar o de bailar que después han servido para llevarlas y jugar con ellas.
En el tablao estabas en el filo de la navaja constantemente. Es decir, tenias esas pequeñas amenazas de la dueña de turno; te recordaba que eres un trabajador. En el tablao la calidad es importante, pero el público que va actualmente no hace una gran diferencia entre unos y otros; entonces había siempre un miedo aterrador entre todos por no continuar en esa seguridad ficticia del trabajo. Pero esto está bien. El flamenco quema los billetes y se queda sin dinero, o se prostituye al mayor postor.
Yo empecé tocando, quería ser un guitarrista acompañante al cante. Después quise ser figura del cante clásico, y me preparé para ello. Después lo dejé, que no tenia ningún sentido eso. Y fui por otros sitios que me llevó mi inquietud de experimentar, de sentirme más libre, haciendo arte. Me fui metiendo, Han sido relaciones personales e ir encontrándome a artistas que te van alumbrando, como todo. (Francis Bacon me cambió la vida; Diamanda Galas, la cantante; John Cage, por supuesto, Ramón Andrés, filosofo; Pedro G. Romero; el filoso Antonio Escotado, también cambio mi forma de ver el mundo; hay tantas personas).
O amigos que te rodean y te muestran un libro, un disco, una película que te alumbra de repente. Y sientes la necesidad de hacerlo, y haces una decisión sin importarte nada. Esta sensación de la vocación. Es por encima de la familia por encima de la amistad. Es una decisión de amor.
Es muy difícil definir cuál es el próximo proyecto de Niño de Elche, dice en la película Estefanía Serrano, su representante, citando sus muchos proyectos simultáneos. Con un artista como Niño de Elche a mi me cuesta definir una marca, porque precisamente la marca de Niño de Elche es no tener marca. ¿En qué circuitos puede trabajar Niño de Elche? En qué circuitos no puede trabajar Niño de Elche.
Contreras dice que es demasiado pronto para hablar de un nuevo proyecto en el que está trabajando, pero que tiene que ver con la celebración y la muerte, pero sumergido, repensado.
Ha encontrado inspiración en viejos discos que compra en internet: me encuentro cosas que nunca pensé que existieran… Están siendo muy inspiradoras.
Ahora para este trabajo estoy escuchando discos de sobre todo los años 50, 60, que se grabaron con los cuadros de los tablaos de flamenco de la época. Son discos sobre todo grabados por gente del extranjero; es muy curioso, porque a nivel formal, estructural, estético, son cosas que mi generación ni se acerca a eso.
Son repertorios muy enfocados en el tablao de esa época. El turismo, con mucha sorna, composiciones imposibles desde el punto de vista de un artista de hoy en día; composiciones imposibles en nuestras lógicas de componer el flamenco.
Las letras son muy hechas para ese público, o muy espectaculares, o estructurados para que se vea mucho el cante o el baile; el zapeado es muy esencial. Y muy espectaculares, muchas guitarras, un sonido muy visto… la construcción del flamenco es sobre todo gracias a los públicos extranjeros.
Cuando se habla que el flamenco nace y se crea en Andalucía, lógicamente no es verdad, porque el que crea el flamenco es el público también.
Y el público te lleva a componer formulas musicales que en principio no pensabas, pero como eso funciona bien dentro de la exigencia del espectáculo…
Se supone que soy una persona de practicas vanguardistas (pero) muchas veces tengo más interés en las propuestas más clásicas o conservadoras porque me llevan a un delirio; da cosas interesantes.
Me sigo metiendo en proyectos que me invitan. Y en lo que se me ocurre. Es un deslucimiento constante a “no se donde la verdad”.
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