Andrea Álvarez dice
Repasamos la trayectoria de la baterista del rock argentino y hablamos con ella de su desencanto con la escena musical, el feminismo y más.
Entrevistar a Andrea Álvarez es un desafío para cualquier periodista pues la verborragia de la baterista argentina hace que la respuesta a una pregunta se pueda transformar en una extensa catarata de opiniones y pensamientos. Pero lo mejor de todo es que, la también percusionista, compositora y cantante, no deja tema sin tocar y lo hace con una frontalidad pocas veces escuchada en el ambiente artístico. Su extensa trayectoria, desde mediados de los años 80 acompañando a Charly García, Soda Stereo, David Lebón, Juan Carlos Baglietto, Memphis La Blusera o Attaque 77, entre otros, y luego como solista, convierte a su palabra en voz autorizada.
La hipocresía está en todas las situaciones del día a día, lo que pasa es que en el espectáculo se trabaja de cara al turismo digamos. En la música vivimos muchas etapas y lo que llaman escena rock se transformó en cualquier cosa, donde todo el mundo quiere pertenecer pero los que la manejan la odian; no tocan ni escuchan rock pero siguen poniéndose las remeras, planta posición Andrea desde el inicio de la conversación. Sobre su desencanto con la escena musical se explaya largamente durante varios minutos: llegó un punto en que me asqueé del negocio de la música, de esa mediocridad, de la obviedad, mucha palabra pero no hay música. Está todo mal y veo a los artistas hablando y componiendo “boludeces”. Es un momento para reflejar lo que pasa y siento que se hace casi todo lo opuesto.
Christian Alliana: ¿Esa bronca te inspira para componer?
Andrea Álvarez: Y sí, a mí me estimula la bronca, por eso hago rock; la rabia es lo que me detona a hacer una canción. En general mis temas tienen que ver con los vínculos entre las personas, que son una porquería, y el ejercicio del poder. No soy una compositora prolífica, me manejo con la pulsión más orgánica. Antes de la pandemia tenía seis temas terminados y son los que finalmente voy a grabar en el próximo disco que se va a llamar Policía de la Corrección.
CA: ¿Y cómo es seguir apostando por el rock en una escena dominada por otro tipo de géneros?
AA: La música que yo hago no pasa de moda. Ahora está todo medio guionado (SIC), la revolución se calcula, estamos viviendo una época donde están todos con luces de led y vos vas con una vela y no te da bola nadie. La alternativa no se escucha pero a mí no me interesa, yo voy a hacer el disco igual. Después de todo, el rock es como un bebé: tiene que nacer y nace…después vemos cómo sobrevive.
Allá por la década de los años 80 Álvarez fue una de las primerísimas bateristas del rock argentino siendo parte de Rouge, grupo formado íntegramente por mujeres, que luego de su disolución dio paso a Viudas e Hijas de Roque Enroll, logrando una visibilidad mucho mayor. Luego de esa experiencia, Andrea se radicó en Nueva York en donde estudió percusión por consejo de Charly García, quien se lo sugirió para que ella pudiera desarrollarse profesionalmente. A su retorno a Buenos Aires, tras un breve paso por la banda de David Lebón, ingresó en Soda Stereo y se mantuvo durante tres años, en los cuales grabó el disco Canción Animal y giró por toda Latinoamérica. Soy de una época donde ser sesionista era como una carrera, donde te enseñaban como acompañar a una persona sin sobresalir de tu espacio. Hoy hay muchas chicas con muchísima información como músicas y está buenísimo.
CA: A partir del 2001, con tu disco homónimo, comenzaste tu carrera solista. Ese primer álbum tenía mucha más percusiva y latinoamericana que los que vinieron después, donde el rock se hizo más presente…
AA: Cuando hice el primer disco, como no había redes sociales ni nada de eso, quería dejar testimonio de toda esa etapa en la que había trabajado desde la percusión. El problema es que se suele confundir música latinoamericana con caribe. Cuando llegué a Buenos Aires para tocar la percusión no la tocaba como latina conguera sino como artista pop. En New York la estudié desde la música afrocaribeña, me hice muy fan de todo lo étnico. He tocado con Tito Puente, Celia Cruz y actualmente lo hago con Draco Rosa, que es de Puerto Rico y con Natalia Oreiro, con quien hice toda una gira de cumbia por ejemplo.
CA: En los años 90 la percusión tomó mucha fuerza en el rock, ¿te interesó algo de todo eso?
AA: A mí nunca me gustó el rock latino; la onda santaolallesca y el candombe y la murga en el rock no me gusta. Me llevo bien con la música latinoamericana pero prefiero la música no rockera de estilo latino. Pero igualmente puedo apreciar la percusión bien realizada, como la de Luis Conte en Maná, que es una banda que no me gusta.
FEMINISMO
Yo no tengo que hacer un tema feminista, yo eso lo toco desde la primera vez que puse la mano en un palillo. Esa es la verdadera forma de hacerlo, sin planearlo, afirma con convicción Andrea y continúa: a mí el marketing del feminismo no me va, para mí eso es la bobada. Yo no me prendo en los bandos, veo a muchas que en nombre del feminismo repiten exactamente las conductas que dicen combatir. No me parece bien cuando esas personas tienen lugares de poder y lo ejercen afectando mi trabajo. Ahí ya sé que no voy a tener lugar porque yo les digo lo que pienso, entonces esas personas ejercen el machismo con cara de mujer.
CA: Ya en tus primeros discos solistas escribías y cantabas letras desde la perspectiva de la mujer mucho tiempo antes que estallara esta nueva ola feminista. ¿Sentís que no se te brindó la atención necesaria en ese momento?
AA: Yo no necesito decir nada sobre el tema del feminismo; lo hago, lo ves en la acción. En aquél momento, mi temática de ser mujer no la veía reflejada y entonces comencé a componer. A mí no me importa cuándo despierta algo que está bueno para la sociedad, como el feminismo en este caso. Lo que me molesta es cuando una persona piensa que esto empezó a existir cuando ella despertó. Y si te hacés la abanderada de algo y puertas adentro haces exactamente lo contrario, me molesta mucho más. De ahí también viene el aburrimiento, el descubrir la pólvora cuando vos ya estás por la bomba nuclear…yo ya estoy en otra etapa, ya traspasé todo esto hace rato.
CA: En la historia del rock argentino se cuenta poco sobre la participación que tuvieron las mujeres.
AA: Cuando estábamos en Rouge, con (la guitarrista) María Gabriela Epumer y (la bajista) Claudia Sinesi, ya hablábamos de la mujer. Y cuando éramos más grandes nos juntábamos a ver qué chicas aparecían, íbamos buscando, estábamos atentas al tema. Cuando armé mi primera banda solista lo hice con todas mujeres de percusión; luego organicé un montón de ciclos con chicas independientes que las buscaba en MySpace. Acciones de ese tipo hice siempre y cuesta arriba porque era todo autogestionado. Siempre me conmovieron las mujeres que hicieron algo cuando tuvieron todo el tiempo en contra porque soy una convencida de que nadie te prohíbe ser lo que sos, pueden hacer que no se vea pero no que no sea.
LA ACTUALIDAD DE LA ESCENA MUSICAL
Además de estar próxima a grabar su nuevo disco que hablará de todas esas culturas que se volvieron moralistas en estos últimos tiempos, Andrea Álvarez se encuentra preparando un libro en donde contará sus vivencias. Y parte de esas vivencias tienen que ver con todo lo que vio y reflexionó desde que comenzó la pandemia: ahora se arman los “artistas no artistas”, yo los llamo “el público que canta”. En Argentina la escena under prácticamente desapareció, hay una extrema falta de recursos.
CA: Antes quizás estaba un poco más claro a quienes se llamaba artista y ahora con las redes sociales como que esos límites se borraron. ¿Cómo ves esa situación?
AA: A mí no me molesta que haya “intruders”, la tecnología apuesta a que cualquier persona con una cámara se haga visible. Que haya agencias de management de youtubers no me molesta, cada época tiene sus modas, lo que sí me molesta es que nadie quiera manejar carreras de gente que es artista y tiene contenidos. Todo ha virado tanto que no me molestaría si hubiera un contenido musical pero la música que suena es una porquería, son excusas para mover dinero.
En este punto, la baterista y cantante parece hacer catarsis frente a lo que le tocó vivir en los últimos veinte años: A mí me “cajonearon” terriblemente durante mucho tiempo, tipos que manipularon la escena, que decidían quién sonaba y quién no. Hubo una destrucción del rock por parte de gente que odia a los músicos. Eso destruyó la escena tan rica de pop rock argentina y recuerda que: había que esperarlos con el disco en la puerta de la radio para rogar que lleguen y te den bola. La verdadera droga de ellos es el poder, el código mafia, la escalinata de maltrato; ese es el patriarcado, lo ocupe un varón o una mujer. La industria ya no existe, la gente poderosa patalea para seguir manteniendo sus puestos de poder.
CA: Y en este contexto poco a poco se intenta volver a los shows en vivo…
AA: Sí pero todos los cuidados que hay que tener son antimusicales porque cuando vos tocás música tenés que transpirar, tocarte. Esto es lo opuesto a un show y yo prefiero no tocar. Hay una cosa muy grave que está pasando en Buenos Aires que es que los lugares estatales para tocar, donde tocábamos los músicos independientes se los cedieron a las productoras privadas. ¡Y nadie se queja! Yo creo que esta situación que nos puso la pandemia, en vez de mejorarnos, lo que nos muestra es las diferentes oportunidades, las clases sociales, el acceso o no a los lugares y la brecha que se amplía. Y se amplía el discurso mentiroso de la empatía, la hipocresía está sonando más que nunca. Y creo que eso se ve en la música porque no pasa nada. En este mundo que estamos viviendo, hay que adaptarse para sobrevivir. ¿Y cómo me adapto? Haciendo la música que me gusta y teniendo dignidad.
Playlist
Noticias relacionadas
