Los mundos de Gabo Ferro
Un repaso por la vida y obra de un artista fundamental en la cultura argentina.
Músico, poeta, historiador, actor, performer. Al lado de la palabra Gabo Ferro pueden aparecer esas descripciones y muchas otras más. Artista de culto pero más bien cultor artístico, su vida fue atravesada por una tremenda inquietud que lo llevó a producir material del más diverso índole. Bien vale entonces un repaso por su obra para recordar a quien en octubre de 2020 nos dejó físicamente a la edad de 54 años.
Cuenta la historia, ya casi leyenda, que en marzo de 1997, durante una actuación de su grupo hardcore Porco, al tercer tema Gabo se quedó sin voz, depositó el micrófono en el suelo del escenario, bajó y se fue caminando por entre el público hasta salir a la calle para nunca más regresar. Ese hecho, que a la distancia puede ser visto como una formidable performance artística, en realidad tuvo un trasfondo mucho más terrenal. La industria musical y todos sus preconceptos sobre lo que se debe hacer para conseguir el éxito habían hecho mella en la cabeza del joven cantante quien dijo basta ante el estancamiento comercial de la banda, a pesar de ya tener dos discos editados con buena repercusión entre la crítica. Al día siguiente de su abandono escénico, Gabriel Fernando Ferro comenzó a cursar el profesorado de Historia en la facultad y, sin saberlo, inició un periplo de siete años alejado completamente de la música.
Nacido en Mataderos, barrio obrero de la ciudad de Buenos Aires, Gabo fue hijo de un padre trabajador de frigorífico y una madre ama de casa, y desde muy pequeño tuvo inclinaciones artísticas como la pintura y el canto. Tanto se involucraba en esos estudios que alguna vez contó que por las noches no podía dormir porque su cabeza no paraba de pensar. En la década de los años 90, formó Porco, un cuarteto potente, con audio hardcore y letras que jugaban con la muerte y lo escatológico, alejadas completamente del discurso barrial imperante en esa época que resaltaba la esquina como lugar de pertenencia. Su generación, la primera que convivió con el VIH, pero sin tener mucha información al respecto, lo marcó a fuego en esa etapa y a los shows de la banda le puso no sólo la voz sino también toda su impronta corporal, llegando a aparecer desnudo en varios conciertos.
Luego del episodio en que abandonó el escenario, Ferro se convirtió en un erudito historiador –con maestría y doctorado incluidos–, aunque su interés nunca estuvo centrado en contar la historia a través de los documentos oficiales. Muy por el contrario, se convirtió en escritor de libros para hurgar en esa historia cultural que muchas veces es dejada de lado y puso a dialogar mundos disímiles como los cuentos populares, la pintura, la poesía, las revistas y todo aquello que lo llevara a descubrir qué hay por debajo de la alfombra en que los vencedores suelen ocultar lo que no quieren que sea revelado. Esas investigaciones se vieron reflejadas en los libros Barbarie y Civilización: sangre, monstruos y vampiros durante el segundo gobierno de Rosas (2009); Degenerados, Anormales y Delincuentes. Gestos entre ciencia, política y representaciones en el caso argentino (2010) y 200 Años de Monstruos y Maravillas Argentinas (2015).
En 2004 la llama de la música volvió a encenderse luego de varios años en los que Gabo no sólo había decidido dejar la música sino que también, quizás para enfatizar esa decisión, había vendido sus equipos e instrumentos. Pero la insistencia de su amigo Ariel Minimal, líder de Pez y ex integrante de Los Fabulosos Cadillacs, hizo eco en el espíritu de Ferro que en febrero de 2005 ingresó a los míticos estudios ION de Buenos Aires para grabar en un solo día su primer disco como solista junto a Minimal en la guitarra, Leopoldo Limeres en el piano y Rogelio Jara en la percusión. Así lo recuerda Mario Breuer, prestigioso ingeniero de grabación del rock argentino y encargado del registro de aquél álbum: con Gabo ya habíamos trabajado en la época de Porco y su primer disco solista me dijo que quería grabarlo de manera orgánica. Por eso le propuse entrar al estudio y grabar a todos los músicos tocando juntos, lo que ya constituía en sí mismo una experimentación. Pero a pesar de que volvía a grabar después de muchos años, nunca lo vi con inseguridades, era un ser con tanta seguridad en los pasos que daba y los daba tan firmes que no se les notaban sus dudas.
Canciones que un Hombre no Debería Cantar (2005) fue el título de esa ópera prima y el título, ya sugerente de por sí, estuvo inspirado en un comentario que hizo la cantante francesa Edith Piaf al escuchar cantar a su colega Jacques Brel el tema Ne Me Quitte Pas, en donde el protagonista implora que no lo dejen. A partir de allí, toda la obra solista de Gabo tomó postura ante lo que debería ser y lo que es, borrando los límites de género en sus canciones, entendiendo al ser humano como tal y no definiéndolo por su condición sexual. Ejemplos de esto son las canciones El Amigo de mi Padre, con un brillante uso del humor, y la tierna Costurera y Carpintero, aparecida en su segundo disco. Tan fuerte fue el mensaje que propuso el músico que incluso años más tarde, un grupo de emprendedores de la ciudad de La Plata se inspiraron en esta canción para crear la panadería Niña Panadero. Alejo, uno de sus fundadores cuenta: el nombre es en base a este juego de palabras que él hacía como quince años antes que tome la fuerza que tomó el movimiento feminista en el mundo y el lenguaje inclusivo. Su música fue el hilo conductor que nos unió a todos los integrantes del proyecto.
Su particular timbre de voz capaz de alcanzar múltiples registros y su perfecta dicción fueron la marca registrada de una propuesta visceral, nacida de las entrañas como si el cantar fuera lo último que le quedara para poder seguir viviendo. Con el correr de los discos, editados a razón de uno por año, Ferro desnudó su ser con una inteligencia que trascendió la etiqueta de cantautor y aunó todas sus facetas. A través de las canciones aparecidas en Todo lo Sólido se Desvanece en el Aire (2006), Mañana No Debe Seguir Siendo Esto (2007), Amar, Temer, Partir (2008) y Boca Arriba (2009) fue dejando salir a la luz sus distintas personalidades: el actor dialogó con el intérprete, el poeta se abrazó al letrista, el historiador miró a los ojos al músico y entre todos dieron vida a una obra profunda, de esas que conviene revisitar una y otra vez.
Un artista polifacético como Gabo no podía privarse de acercarse a otros colegas y pareciera que cuanto más alejado estuvieran de su universo, mejor. Así que fue que editó discos en conjunto con Flopa Lestani y Ral Varoni (Nada para el Destino, 2009), el poeta y músico Pablo Ramos (El Hambre y las Ganas de Comer, 2010), Luciana Jury (El Veneno de los Milagros, 2014) y el guitarrista y cantante Sergio Ch, ex líder de la banda stoner Los Natas (Historias de Pescadores y Ladrones de la Pampa Argentina, 2018).
Yacaré Manso, uno de los protagonistas de la nueva camada de folclore argentino, recuerda su encuentro personal con Gabo: cuando en 2017 fuimos a cantar a favor de los espacios culturales de la ciudad de Buenos Aires que por ese entonces sufrían clausuras masivas. Allí le regalé mis discos, me dijo que conocía mi música y una frase que recuerdo hasta hoy: “es bueno ver gente joven apoyando estas causas, los jóvenes comprometidos son nuestra esperanza, gracias por venir a cantar hoy”. Fue un momento imborrable para mí porque él siempre fue y será un referente importantísimo. Cobra Rod, bajista del grupo stoner instrumental Poseidotica, a quien el propio Gabo definía como una de sus bandas favoritas, comenta que: compartió con nosotros un show que denominamos “Poético y Cósmico” y recitó poemas propios sobre un tema nuestro y versiones de canciones de Stone Temple Pilots, Led Zeppelin y The Police. Pasamos un gran momento, con la promesa de volver a hacer algo juntos e incluso grabar en el futuro. Hoy escucho su canción Volver a Volver para recordarlo a pura emoción y se me eriza la piel como la primera vez.
Vera Cirkovic, cantante lírica franco yugoslava, invitó a Ferro a participar de su disco de canciones francesas Entre Perros y Lobos y define el resultado como una grabación muy bella, cantar en francés era todo un acontecimiento para él y se implicó de manera profunda, no quiso ni siquiera cachet. Siento que a nivel artístico Argentina perdió una parte importante de su patrimonio con su partida. Sus canciones son únicas, no conozco a otro artista que se le parezca en su creación.
La segunda década del 2000, encontró a Gabo como un referente ineludible si de cantautores se trata, con un público cautivo que lo acompañó en cada una de sus aventuras artísticas y se vio reflejado también en las luchas sociales que el cantante apoyó. Su militancia a favor del aborto legal, de las igualdades de género y la cultura popular son algunos ejemplos de su compromiso no sólo político sino también afectivo. Como un viejo trovador, cantó sobre su época porque la canción es y debe ser un lugar muy peligroso, como alguna vez declaró.
En 2013, el álbum La Noche del Fantasma ganó un Premio Gardel a la Música al Mejor Álbum Canción de Autor. La tapa es una obra que Gabo vio no sé dónde y me la pidió específicamente pues quería esa y no otra, la tenía muy clara, según rememora la artista plástica Marcia Schvartz. Esa exposición a nivel mainstream se vio acrecentada en 2016 cuando varios temas suyos fueron incluidos en el prime time de la televisión argentina para musicalizar la telenovela La Leona, emitida por el canal Telefé. Cuando comencé a profundizar en la obra de Gabo me encontré con temazos que iban muy bien con el compromiso social que tenía la novela. En ella se hablaba de las miserias, los miedos….y los temas de Gabo hablan de todo eso, de una manera muy cruda, dice Federico Martinez, musicalizador encargado de esa decisión, y añade: fue la única novela que hice en mi vida en donde llegué a usar un tema completo para musicalizar una escena. Por suerte a La Leona le fue muy bien y eso ayudó a sumar nuevos oídos a la música de Ferro.
Al igual que su faceta musical, su costado teatral fue prolífico. Entre otros trabajos, participó en la puesta de Four Walls de John Cage durante dos temporadas y el ciclo Las Músicas Dentro de la Música con obras de Berio, Dowland y Gandini, entre otros. También fue protagonista de la ópera Ese Grito es Todavía un Grito de Amor sobre textos de Roland Barthes, las performances Diabólico. La Partitura y el Mapa, Derivas de La Tempestad y Artaud: Lengua ∞ Madre y la ópera contemporánea El Astrólogo.
Cuando Mauricio Macri asumió la presidencia de Argentina y se profundizó la crisis económica que afectó directamente a la cultura, Gabo decidió grabar El Lapsus del Jinete Ciego (2016) en un teatro sin público como representación del vacío cultural que se avecinaba. Casi como una premonición de lo que pasaría más tarde con la pandemia generada por el coronavirus, Gabo retrató una imagen de época. Su disco final fue Su Reflejo es el Lobo del Hombre (2019) y ese mismo año fue reconocido como Personalidad Destacada de la Cultura por la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires.
A través de su obra, signada por tres cuestiones políticas claves como la clase, la raza y el género, Gabo Ferro dejó sentado sus principios para la posteridad. Se mostró muy fuerte y muy frágil a la vez y utilizó sus canciones como un proceso catártico imperecedero que sigue generando empatía hasta nuestros días.
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