El próximo 27 de abril saldrá el tercer disco de Janelle Monáe. Bajo el nombre de Dirty Computer, la norteamericana se ha confeccionado su propio universo visual: cada uno de sus cortes irá acompañado de un vídeoclip (dos de ellos ya pueden verse), siguiendo una línea narrativa que ella quiere definir como emotion picture. The Electric Lady fue lo último que supimos de Monae en 2013, de modo que este es su regreso después de cinco años. Los que han escuchado sus Make Me Feel y Django Jane, sus dos elegantes nuevas canciones, hablan de que el nivel está acercándose a ese lugar del podio entre las “princesas” de la música negra.

Su mentor -aquel rey que atendiese por Prince– se deja escuchar en ese disco sexy, funky y con mucho ritmo, para demostrar que es una verdadera heredera legítima del hombre que se cambiaba de nombre. También hay sitio para el rap, como no podía dejar de hacerlo una chica así, alineada con el momento musical más decididamente contemporáneo, que hunde sus raíces en ese mantra rítmico y protestón, repleto de fraseos más que convincentes.

Palabras como regia y elegante, sensual y caliente son alguno de los adjetivos con los que la prensa recibe a los vídeos de los que dicen que poseen la elegancia de Robert Palmer, mezclados con la obsesión de Monáe por el mundo ciborg.

Las declaraciones políticas han estado en el corazón del trabajo de Monáe. Ella trajo el Afrofuturismo y la ciencia ficción al R&B y al pop. En ocasiones, lleva como uniforme trajes y esmoquin con abrigos de lunares en el más puro estilismo Yayoi Kusama. Y ese atuendo masculino lo presenta como una declaración política, un homenaje a su educación de la clase trabajadora. En Django Jane, Monáe canta un himno de guerra para las mujeres en general: “te dimos vida, te dimos a luz, te dimos a Dios, te dimos tierra.” Un grito a la deidad femenina.

Monáe no solo protesta, sino que además hace canciones políticas y es justo decir que las estamos esperando.

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