Ocultismo, hierba, ácido, cocaína o erotismo. Muchos son los caminos para lograr un estado alterado donde la mente y el cuerpo se disparen de la vida cotidiana. Transcender en la tierra fue la gran obsesión de Julio Santo Domingo (1957-2009), quién consiguió coleccionar el mayor catálogo privado de sexo, drogas, rock y magia en el mundo con cerca de 100.000 libros y otros objectos pertenecientes a Andy Warhol, Timothy Leary, el Marqués de Sade a Charles Baudelaire y Aleister Crowley.

Perteneciente a una de las sagas más ricas de Latinoamércia, Julio Santo Domingo se consideraba culturalmente europeo porque se crió en París a pesar de vivir en Nueva York a finales de los años 70. Coleccionista compulsivo, fue su esposa quien lo animó a dirigirse hacia un tema específico, así eligió Estados Alterados, o lo que se puede traducir por sexo, drogas y rock and roll. Alma mater en Harvard, con una licenciatura en literatura, dirigió uno de los grandes imperios comerciales de Colombia a la vez que compraba piezas relacionadas al universo de las drogas, el sexo y el rock. Su colección es, por derecho propio, una de las más sobresalientes y provocadoras de todos los tiempos.

La colección refleja la visión y la mentalidad de Julio: desde poesía simbolista francesa hasta rarezas discográficas de siete pulgadas del punk. Y como buena colección ecléctica, va de las cosas baratas más inimaginables a obras extraordinarias de literatura y valor artístico. Humor, rebelión, viajes, magia negra, bellos libros, folletos hasta hojas de plástico de marihuana.

Ahora se edita un libro llamado Altered States con textos de Peter Watts e ilustrado por la directora de arte Yolanda Cuomo. Se trata del libro definitivo extraído de una colección que está ubicada en la Universidad de Harvard. Con anterioridad, esta colección estaba en su casa en Suiza donde convivían libros del suelo al techo cargados de historias prohibidas, parecida a una de esas bibliotecas que se extienden como en un laberinto infinito de Borges.

La portada está diseñada con ironía y parece un inocente libro de jardinería pero, atención, todas esas cándidas hierbas provocan estados alterados y salen de la naturaleza. En Harvard está depositada una colección en la que se pueden estudiar adicciones, contradicciones, manías y psicología de muchos artistas del siglo XX. Una colección privada es una instantánea, un retrato a veces no real.

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