Lo importante, desde luego, es la música. Y prácticamente toda pertenece a Chess Records y sus sellos menores (Checker, Cadet, Argo). La compañía de los hermanos Chess se suele identificar con sus fichajes de los años cincuenta: Muddy Waters, Howlin’ Wolf, Little Walter, Chuck Berry, Bo Diddley. Es decir, máximo respeto: hablamos de la incubadora del blues urbano y el rock and roll negro.
Pero Chess estuvo muy activa también en la era del soul, siguiendo en general la línea del soul de Chicago, más orquestado que el de Memphis, más profundo que el de Detroit. Al frente estaba Billy Davis, que dirigía un formidable equipo de compositores, arregladores e instrumentistas (desde Maurice White a Phil Upchurch) que mantenían en ebullición el estudio de grabación.
Ah, sí: la selección. Se han evitado (casi) totalmente los éxitos y se ha apostado por potentes grabaciones bailables, de esas que en el Reino Unido se comercializan como “northern soul”. Ojo: la rareza de los discos no ha sido el criterio decisivo; todos los temas son –creo yo- oro puro. Oro salido de una extraordinaria factoría musical de Chicago.
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