En realidad, el hombre hace mucho más que eso. Tras ironizar sobre lo “in” y lo “out”, al final interioriza esos sonidos juveniles, convertidos así en materia apta para construirse nuevas máscaras. Igual que en sus inicios utilizó el jazz, ahora recicla los hallazgos del soul, la psicodelia orientalista y otras variedades del pop, esencialmente el pop británico. Y reanuda, si es que realmente alguna vez lo dejó, su carrera como solista.
En contra de su imagen de “je m’en-foutisme”, Gainsbourg es un explorador concienzudo. Tiene a su servicio colaboradores de primera, incluyendo a Michel Colombier y Jean-Claude Vannier, más los arregladores a los que recurre en sus frecuentes viajes de trabajo a Londres.
Un papel central en esta metamorfosis corresponde a sus labores para el cine y la televisión. Son encargos rápidos y liberales, que le permiten fantasear con partituras, probar nuevas fórmulas, conocer a instrumentistas flexibles y, casi siempre, colocar destacada alguna canción de gama alta, interpretada por él mismo o sus amigas.
Avisos: a pesar del título, aquí se cuelan piezas que no son exactamente de los sesenta pero seguro que sabrán disculparlo: los genios no se rigen exactamente por el calendario. Ítem más: la escucha de este programa se puede enriquecer con la lectura de Gainsbourg: elefantes rosas (Expediciones Polares), de Felipe Cabrerizo, la primera biografía escrita en España sobre el monstruo. Queda dicho.
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