En aquel concierto, De la Puríssima ponían el colofón con la participación de la Orkesta Mendoza, combo que proyecta los sonidos de la frontera entre México y Estados Unidos, y con los que De la Puríssima estaban trabajando junto a Camilo Lara (el todopoderoso todo-en-uno de Instituto Mexicano del Sonido) en nuevas canciones. Entre ellas, una cumbia norteña como “Caminadora”, que presentaron aquella noche y que, todo indicaba, iba a revolucionar el sonido de De la Puríssima.
Tanto lo revolucionó que aquel disco se dilató cuatro años, y superó viajes (la propia artista abulense pasó un año en Roma con una beca de investigación), funerales (todo el 2019 De la Puríssima despidieron el proyecto, con un funeral en los Teatros del Canal más cerca del happening o de la performance ritual que del concierto al uso) y pandemias globales.
Ahora, “La Historiadora” parece hacer caso a aquella frase que se desprendía de “Solo se trata de vivir”, canción compuesta por un jovencísimo Fito Páez y que popularizó Juan Carlos Baglietto y que rezaba: “solo se trata de vivir: esa es la historia”. La historia de “La Historiadora” es tan inabarcable como difícil es estacionar a Julia de Castro en un compartimento estanco. En ella se perciben maneras de folclórica clásica, de diva revolucionaria, de icono del nuevo pop, de empoderadora natural.
Todo ello lo arroja en un repertorio que, trabajado mano a mano con Lara, y con colaboradores ilustres como Calexico, la mentada Orkesta Mendoza o el guitarrista flamenco Paco Soto, se anima a acercarse al techno-funk rutero para defender la prostitución (“Ríndete”), a resignificar un clásico de la zarzuela (“Marínela”), a explorar las fronteras de la cumbia fronteriza (“Caminadora”), a relatar una historia de lascivia lésbica (“La Alemana”), a sonar como una mariachi del siglo XXI (“Mis amigas”) o como diva neo-española (“Arde Madrid”), a rehacer un clásico de Juan Gabriel (“Hasta que te conocí”) o renaturalizar el sonido y el mensaje de la canción melódica y el bolero (“San Miguel”). Las historias de un amor como no hay otro igual: las de vivir.
Alan Queipo
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