El arte desde su mirada es pura acción política, pero no esa cansina retahíla de frases hechas que escuchamos por televisión o la que nos llega en escupitajos desde las redes sociales, sino una energía transformadora que agita conciencias con palabras sencillas y poderosas. “Volver a empezar de nuevo aunque el viento sople de cara (…) De todos los calabozos de los que me he visto presa (…) ¿Por qué caer es tan fácil?”, canta en ‘Milagro’. Y en ‘Fiera de mí’, se pregunta: “¿Quién quiere nacer humana? Qué sopor la humanidad: provocar el fin del mundo e inventar la identidad”.
Es una obra que nació antes de la pandemia pero se ha vista impregnada irremediablemente por todo lo que ha sucedido estos últimos meses. El mensaje central es una llamada a un renacimiento tras el apocalipsis, un regreso a nuestro lado animal, una reivindicación de la fragilidad y los cuidados del otro, un grito en favor de lo colectivo frente a las obsesivas (y dañinas) ambiciones individuales del capitalismo. Unas teorías que mezclan el discurso transgénero de Paul B. Preciado con el tópico del buen salvaje de Rousseau y las dimensiones paralelas de la inteligencia artificial vía Holly Herndon y José Luis de Vicente (el comisario de Sonar+D).
“Pop mutante”, lo han llamado, a esta propuesta que amplía el campo de batalla que el dúo catalán perfiló en su emocionante debut ‘45 cerebros y un corazón’ (2017) -donde la memoria histórica era el punto de partida para indagar en la tradición- y se lanza a otros mundos aún por colonizar. La música electrónica es el hilo que guía estas canciones (la figura de su productor David Soler emerge como una tercera pata esencial) donde suenan coros, rebaños de cabras, las cuerdas de Kronos Quartet y el ensemble electro-acústico Morphosis.
Maria Arnal y Marcel Bagés no necesitan ir de modernos, no tienen que apuntarse a ninguna tendencia; como los genios que marcan época esta pareja de artistas catalanes va marcando el paso de la nueva música que está por venir: sin necesidad de encasillarse ni colgarse etiquetas ni cubrirse con banderas, mirando con honestidad hacia dentro y absorbiendo sin prejuicios lo que les rodea, esculpiendo una obra que será (que ya es) inmortal.
José Fajardo
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