Con los gángsters ocurre algo que no se puede decir muy alto, por el temor a que sea malinterpretado. Me refiero a que les gustaba el jazz y, en general, toda la música popular negra. Imagino que pudo ser producto de la convivencia en la zona baja de la pirámide, cuando los italianos eran los últimos inmigrantes en llegar a Estados Unidos y compartían los peores barrios con los afroamericanos. Los mafiosos italoamericanos (y sus asociados judíos) también manifestaban una clara debilidad por la música latina.
Vaya usted a saber los motivos: tal vez, nostalgia de los placeres de Cuba, de dónde fueron expulsados en 1959. Al encabezar un negocio que no dependía de la taquilla, que no se basaba en cobrar entradas, los responsables de los casinos de Las Vegas podían permitirse pagar generosamente a las mejores orquestas y los vocalistas más profesionales del momento.
Tenían que programar dos tipos de escenarios: los showrooms, espacios para grandes espectáculos, donde actuaba el Rat Pack (y, más adelante, Elvis Presley), y los lounges, amplios bares con entretenimiento. Los lounges, con su público alborotador y su humo y su alcohol circulando, requerían un tipo de artista enérgico y comunicativo. El prototipo de animador fue Louis Prima, un gamberro de Nueva Orleans cuyo éxito fue tan enorme que incluso puso en órbita a su saxofonista (Sam Butera) y a su esposa (Keely Smith).
Los tres aparecen en este MAPA SECRETO, junta a una docena de gigantes que derraman picardía, sensualidad, humor, arte jazzístico, elegancia nocturna, complicidad adulta. Disfruten de la música clásica de Las Vegas en su más alta expresión.
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