Don’t Kill My Vibes cierra una etapa dedicada a los venenos con uno de los complejos químicos más corrosivos e inmediatos que el hombre haya sintetizado jamás. Reconocida como arma de destrucción masiva, este compuesto actúa sin dejar aparente huella ya que es incoloro y oleoso, por lo que tarda mucho en evaporarse, produciendo efectos espasmóticos con el solo contacto. El VX está considerado el segundo agente nervioso más tóxico del mundo y su uso, como algunos habrán imaginado, está recogido entre las armas de guerra, tanto que se rumorea que fue utilizado en la década de 1980 en la confrontación química de Irán e Iraq.

DJ Andy Grey propone esta bomba como colofón final de la serie de venenos. Durante estos primeros meses, la selectora se ha inspirado en tóxicos mortales para dar rienda suelta a su desenfleno rítmico. La sesión elegida como acto de clausura es una disolución lujuriosa con los explosivos sónicos que han asesniado las pistas de baile este verano. Y mientras su mano derecha recoge los cascotes derrumbados por la metralla, su mano izquierda ya está buscando nuevas calles de fantasía y delirio musical.