Maelo, Arrecotín y una tonada infantil
Dos investigadores a los que no se les escapa nada, Sergio Santana y Octavio Gómez, escarban en el origen de un clásico de la salsa: Arrecotín Arrecotán.
¿Dónde comienza la autoría plena de una canción? ¿Quién inventa un estribillo? ¿El saber popular se puede endilgar a la autoría de una persona? ¿Nuestras principales melodías del folclor latinoamericano son, en realidad, nuestras, del folclor y latinoamericano? ¿O también llegaron en los barcos ora de los conquistadores, ora en las galeras de los esclavos, ora en los veleros de los emigrantes?
Poco se ha mencionado en la historia de la salsa la presencia de las rondas o juegos infantiles en algunas de sus grabaciones. Recientemente descubrimos que un éxito de la entonces naciente salsa, hacia 1967, interpretado por la huracanada voz de Ismael Rivera es, originalmente, un juego de niños, europeo, tradicional, y que figura a nombre de un reconocido compositor de los maravillosos años del destape salsero.
¿A la vera cuántos van?
Arrecotín Arrecotán está considerado el tema más exitoso del último álbum que grabaron el dúo de Rafael Cortijo e Ismael Rivera (escuchar su historia en La Hora Faniática), en su reencuentro tras el regreso de Maelo a Puerto Rico, cumplida la sentencia en prisiones norteamericanas por posesión ilegal de sustancias controladas.
El tema, un montuno lento con algo de mambo en acelere y mucho boogaloo, donde el cantante cangrejero demuestra su destreza en soneo y velocidad, está incluido en el LP Con Todos los Hierros (Everything but the kitchen sink!) (Tico LP-1158). Producido por Pancho Cristal y grabado en 1967, con arreglos de Héctor León. Como letrista aparece Hugo González, “el compositor del momento”, según las notas de contracarátula de su productor.
Pocas reseñas biográficas se tienen de Hugo González, pero con sus composiciones no requiere presentación, especialmente por las grabadas por Ismael Rivera -con Cortijo y su Combo y con sus Cachimbos-: Arrecotín Arrecotán, El que no Sufre no Vive, Soy Buena Gente, La Soledad y El Difícil Fácil. Igualmente es el compositor del éxito de Ray Barretto Quítate la Máscara y otros más del percusionista con la voz de Adalberto Santiago como Mírame de Frente, Arrepiéntete, Adivíname y Olvídate; también es el compositor de Vaso en Colores, de Marvín Santiago; y Tú me Desesperas, de Adalberto Santiago, entre muchos otros.
La letra del tema merece toda la atención:
Arrecotín arrecotán
Arrecotín arrecotán
¿a la vera cuantos van?
Arrecotín arrecotán
¿a la vera cuantos van?
Arrecotín arrecotán
¿a la vera cuantos van?
¿cuántos dedos tiene encima?
¡cuatro!
y si me hubiera dicho cinco
yo te hubiera dicho seis
Arrecotín arrecotán
¿a la vera cuantos van?
¿cuántos dedos tiene encima?
¡seis!
y si me hubiera dicho siete
yo te hubiera dicho ocho
Arrecotín arrecotán
¿a la vera cuantos van?
¿cuántos dedos tiene encima?
¡ocho!
y si me hubiera dicho nueve
yo te hubiera dicho diez
Arrecotín arrecotán
¿a la vera cuantos van?
¿cuántos dedos tiene encima?
(Boogaloo)
Coro:
Arrecotín arrecotán
¿a la vera cuantos van?
Soneos:
Oye mira, que los de a’lante corren mucho
y los de atrás se quedarán?
Maribelen, Maribelen
que si tu no sabes bailar mi boogaloo
tu ves corriendo y pregunta a Iván
Tracaracatancan cuantos van?
Tracaracatancan recotan taran
Canto popular español
Por un hecho casual nos encontramos que este tema grabado por Maelo tiene una relación directa, o es una variante, de una ronda infantil de autor anónimo llamado Recotín, Recotán que desde hace varios siglos se conoce en Europa, particularmente en España, y que aparece reseñado en el libro Cantos Populares Españoles, recogidos, ordenados e ilustrados por Francisco Rodríguez Marín (Ed. Francisco Álvarez, Sevilla, España. 1882). En la página 51 transcriben los siguientes versos de la ronda o juego en el castellano antiguo en que se cantaba:
Recotín, recotán,
De la bera-bera-ban,
Der palacio á la cocina.
¿Cuántos déos tiene ‘ncima?
Si [cuatro] dijeras,
No me mintieras;
Los gorpes que yebastes
Tú me los dieras.
Recotín, recotán,
Las campanas de San Juan.
Unas piden bino
Y otras piden pan.
Er pan está ‘n la cocina.
¿Cuántos déos tiene ‘ncima?
Recotín, recotán,
De la bera-bera-ban.
Del palacio á la cocina.
De la transcripción que hizo Rodríguez se puede colegir que la ronda que escuchó era andaluza, cuya dicción poco distinguía la pronunciación labidental de la labial.
Aclara Francisco Rodríguez Marín que se le llama a este juego Recotín, recotán (re-cotan), por su relación con el codo; porque se da en las espaldas del niño una vez con la mano y otra vez con el codo:
Pónese de rodillas el niño y sepulta la cabeza en la falda de la madre ó entre las piernas de otro niño; quien interroga le va dando golpes en la espalda, de la manera dicha, mientras recita los versillos. Si el niño no acierta, se repite la operación, diciendo: Si (tantos) dijeras, etc.
Cita, además, a Antonio Machado Álvarez, más conocido por su seudónimo Demófilo, y robustece su opinión con las circunstancias de haberse llamado este juego De codin, de codón en el siglo XVII tal como aparece en el libro de Alonso de Ledesma, Juegos de Noches Buenas á lo divino, publicado en Barcelona por Sebastian Cormellas en 1605.
En Galicia, informa Rodríguez, esta ronda se conoce como De codin e de codán:
De codín e de codán
E d’a cabra cordobán.
Barquilleiro, barquilleiro.
Cantos dedos ay n’ o medio?
Y en Cataluña tiene el siguiente verso:
Pim, pam, cunillam,
de la térra del aram,
la cistella ballestera,
quántas banyas tens derrera?
Si… haguesis dit
de penas haurías eixit.
Rodríguez complementa su exhaustiva investigación citando al antropólogo inglés sir Edward Burnett Tylor en su obra titulada Primitive Culture: Researches into the Development of Mythology, Philosophy, Religion, Language, Art and Custom, publicado en 1871, que reseña el siguiente pasaje de Petronio, alusivo al juego infantil:
Trimalcion no pareció conmoverse por esta pérdida, abrazó al niño y le invitó á que se le subiera encima. El niño, sin hacerse de rogar, y como bien mandado, montó sobre él á cabritos y, golpeándole las espaldas con la mano, le preguntó entre gritos y risas de alegría: Bucca, bucca, quot sunt hic!
Finalmente, merecen ser citados los siguientes versos de la tradición italiana recopilados por Vittorio Imbriani en su obra L.Canzonette Infantili Pomiglianesi, publicado en Bolonia en 1877:
Venga, venga, Xicole!
E si’ belle e si’ bone,
E si’ bona a mareta’.
Quanta corne tiene ‘ncape?
-Ne tenghe treje.-
E si quatte avisse ritte,
‘E cavalle fosse scritte,
‘E cavalle re lu pape.—
Quanta corne tiene ‘ncape?
-Ne tenghe seje.-
E si cinche avisse ritte, etc. etc.
Esta ronda-juego de adivinanza no ha perdido vigencia. En regiones de España como Granada, Cádiz, Sevilla y Córdoba se sigue utilizando, con diferentes variantes en sus versos, el Recotín Recotán y en general tienen la siguiente forma de juego:
Colocados por parejas, un jugador ofrece su espalda para que el otro ponga sus dedos sobre ella; este canta entonces el siguiente texto:
Recotín, recotán,
de la vera vera van,
del palacio a la cocina,
¿cuántos dedos tengo encima?
Y el otro debe adivinar el número de dedos que están tocando su espalda. Cuando lo adivina, cambian de papel o entra en juego un nuevo participante.
(si no acierta) Si hubieras dicho (…) ni perdías ni ganabas
[no tendrías que penar].
¿Cuántos dedos tiene encima?
Las rondas y canciones infantiles en su mayoría, por no decir la totalidad, de autores anónimos, también llegaron en las barcas, naos y carabelas durante la colonización española. Muchas desaparecieron por la erosión de los años, otras se quedaron en las tradiciones orales, en el folclor de nuestros pueblos. Así entonces, así después.
La tradición oral ha hecho el resto, modifica los textos, las rimas, las coreografías. Así se entiende porque la lejana Recotín recotán termine en frenético goce caribeño como Arrecotín Arrecotán. Ambas conservan la estructura de la canción o, en otras palabras, son lo mismo, con pequeñas diferencias y con la salvedad de que en este último figura un compositor que seguramente lo escuchó de sus abuelos y luego lo registró como propio.
Tal parece que estamos ante otra apropiación indebida pero aceptada -a veces por desconocida-, hecho muy común en la historia bailada y sudada de la salsa nuestra de cada día.
Sergio Santana y Octavio Gómez