El cosmonauta que anticipó el apocalipsis
Erik Urano quería grabar una obra distópica y le salió una crónica de actualidad. Neovalladolor es la banda sonora del apocalipsis.
Erik Urano podría ser un personaje que se hubiera escapado de un cómic de Alan Moore. Sería ese tío que desde hace años sale a las calles con un enorme cartel anunciando el fin del mundo. Ignorado y ridiculizado, tachado de loco paranoico, hoy tendría el derecho de decir: ¡Yo os avisé de lo que se venía!.
Pero este vallisoletano de 33 años suena como un tipo cabal y modesto al otro lado de la línea del teléfono. Reconoce ser el primer sorprendido por la crisis global del coronavirus aunque en sus letras hace tiempo que imagina el apocalipsis. Neovalladolor (Sonido Muchacho, 2020) es el hilo musical ideal para estos días tan raros. Su receta es la de siempre: sonidos agresivos, oscuros y fríos; letras sobre el control social, el aislamiento y la soledad. Sólo que ahora todo suena real.
Empecé a trabajar en el disco hace año y medio. Tenía una obra futurista y distópica y se ha convertido en una crónica de actualidad. Yo, que tengo cero de costumbrista, ahora se me ha dado la vuelta la tortilla. Menuda peli estamos viviendo, macho, dice desde su casa en Valladolid.
Por las mañanas sigue trabajando, atiende a chavales con discapacidad. El colegio ha cerrado pero estos días les visita directamente en las residencias y los pisos. Por la tarde se sumerge en las noticias sobre el virus para pasar la cuarentena en su casa. Estoy metido en el meollo, es imposible desconectar: en la tele hablan todo el rato sobre lo mismo.
Con el EP Balaclava (2018), un trabajo hoy de culto, se convirtió en una de las voces más originales de la nueva escena urbana en España. Ajeno a las tendencias, él mismo se definió como un “cosmonauta en un mundo aparte”. Su mirada apunta más al grime de Gran Bretaña que al trap o al reggaetón que ha calado entre la juventud española. En realidad su propuesta es única. Más que apuntarme a un género, intento destrozarlos, hacerlos míos al pasarlos por mi licuadora.
Entró a la música en la adolescencia a través del hip hop clásico en español, desde Violadores del Verso hasta Sólo Los Solo, Frank T y 7 Notas 7 Colores. Hoy su música tiene ecos de Public Enemy, pero también de Gaika, Burial y Dizzee Rascal.
En el disco suena de todo: hip hop, grime, jungle, dembow… hasta un reggaetón futurista al que bautiza como “perreo subatómico” en Molecular, producida por Merca Bae. Otros productores que colaboran son Zar1 (su cómplice habitual, junto al que sacó entre 2014 y 2015 Cosmonautica y Energía Libre), aliados cercanos como Lost Twin y $kyhook (Erik Urano participó en el monumental Moonchies, del año pasado) y otros como Margari’s Kid, Manul & Energy Man, BSN Posse y Hidden Jayeem.
Es peña con una movida muy en mi rollo, con los que siento una afinidad especial. Además invité a Niño de Elche en Drones, me imaginé todo ese jaleo que podía aportar al tema, no quería meter una seguidilla o un quejío sino recuperar sus trabajos previos de experimentación con la voz. También colabora Suzee, que lleva con Zar1 y conmigo desde el primer día, ellos tienen el grupo ColdChain, con el que sacaron Béntica en 2018.
Neovalladolor es un álbum poderoso y fascinante, que más allá de las flipantes analogías con la pandemia recoge el zeitgeist actual: entre citas al Gran Hermano y a Asimov, vaticina los fallos del sistema y la tremenda fragilidad del ser humano mientras nos avisa del monstruo invisible que acecha nuestro día a día. Es el cronista de las raves en la deep web para un mundo post civilizado.
En su lírica mezcla la alta cultura y lo críptico con los bajos fondos y el gracejo popular. En el diccionario de Erik Urano, construido con haikus y poesía beat para antes del colapso, hay una serie de conceptos que se repiten. Me siento muy representado con esa forma de construir un relato en apariencia inconexo en el que si juntas las piezas despertarás la chispa del pensamiento.
Una palabra clave es “Valladolor”. Frente a expresiones comunes en el resto de España como Fachadolid, Valladolor es esa cara B, tiene un toque de amor-odio hacia nuestra ciudad. Hace años lo escuchamos en un tema de un rapper de aquí que se llama Snap y nos moló. Neo es la vuelta de tuerca 2.0, sueno tosco y feo, con un punto distópico.
La distopía desde luego juega un papel fundamental. Me gustan las referencias literarias y cinematográficas en esa línea, es una manera interesante de reflexionar sobre el presente imaginando un futuro donde todas las decisiones que se tomaron salieron mal. Como un gran espejo distorsionado de lo que vivimos hoy.
Por último habla de su obsesión por lo oculto, esa estética con pasamontañas que ha cultivado desde sus inicios, así como su gusto por los seudónimos (además de Erik Urano está su reverso electrónico: Flat Erik). En Vantablack dice que usa capuchas hasta en verano. Me interesa esa contradicción de taparte el rostro en una época en la que vivimos tan expuestos debido a la tecnología. Escribo de una forma muy críptica, ocultando las emociones para que haya que descifrar el significado real.