El ritmo y el canto de San Bomba
Una gran orquesta argentina que lleva en sus venas la cartografía musical de una región de norte a sur.
Pregunto al argentino Matías Jalil por Serpiente de Fuego, un merengue de la Orkesta Popular San Bomba, que él dirige.
Un merengue re porteño, le ponemos ahí lo mejor, ríe Jalil al otro lado de la línea mientras recuerda la pieza, una incursión singular en el ritmo dominicano, asumido por la sección de metales de la banda y con una vuelta de tuerca en cumbia.
Un registro de la canción en 2015, en el Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti, en Buenos Aires, sirve de postal no sólo de la banda sino también del movimiento –y del momento– en el que surgió.
Hubo una revalorización de la música latinoamericana, explica el músico. En eso vino el aluvión de la cumbia y las formaciones de orquesta, que fue algo novedoso que empezó a pasar en Buenos Aires. Somos parte de esa camada, agrega.
Si un grupo insignia como la Orquesta Delio Valdez apostó más –al menos en principio– por recrear el sonido tropical colombiano de los años 50 y 60 del siglo pasado, la banda de Jalil tuvo siempre (otras) señales muy distintivas, empezando por las composiciones originales.
Jalil vuelve a reír: Fuimos un poco la oveja negra de toda esa movida… Teníamos, continúa, instrumentación más atípica, siempre hicimos más temas propios que covers, y si hacíamos covers ya tenían esa sonoridad rara.
En sus comienzos, tras surgir hace una década en un taller de música latinoamericana de Jalil, la banda proponía un recorrido por distintos ritmos del continente.
La paleta de ritmos, que en un momento llegó a incluir sonidos balcánicos (escribía con escalas gitanas, recuerda) y klezmer, fue acotándose cada vez más hacia la cumbia (o hacia las distintas cumbias posibles), el gran elemento vertebrador.
Tratamos de enmarcarnos un poco más, le dimos más contexto a la orquesta, que antes era muy abarcadora en ritmos. Estamos atravesados por la cumbia y le metemos diferentes elementos, a veces salsa, afirma Jalil.
Las distintas influencias, incluyendo por supuesto el rock, fueron todos colores que hoy habitan, por ahí no tan marcados pero que están dentro de nosotros, reconoce él.
En vivo, la orquesta propone bloques de cumbia sonidera, villera y colombiana: un trazado que va de Andrés Landero (El Clarín de la Montaña) a Damas Gratis (La Danza de los Barrios), es decir, la cartografía de una región de norte a sur.
Intentamos incluir los diferentes estilos de cumbia, pero por la orquesta, con su formato de instrumentación. Los arreglos son más característicos, explica.
La Orkesta cambió igualmente en su formación, más allá de las altas y las bajas de músicos, según recuerda Jalil.
Experimentamos, tuvimos otras formaciones con violines. Hoy por hoy es una formación más eléctrica. Tenemos una sección de caños (metales), acordeón, cavaquinho, guitarra y hay un violín. Cambió la sonoridad, cuenta.
La discografía de la banda –que incluye El Conjuro (2013) y Levántate y Baila (2017)–, tiene su lado más político con El Sol Sale Para Todes, lanzado en una de las etapas más convulsas de la protesta social en América Latina.
Ya desde el título, escrito en lenguaje inclusivo, el disco funcionó como manifiesto bailable y además testimonio de resistencia a la última crisis económica y social de Argentina, durante la presidencia de Mauricio Macri.
Lo que pasó en estos cuatro años acá fue realmente muy difícil; estamos recuperándonos, pero se pasó muy mal. Era una necesidad grupal, social, de decir cosas, afirma. El macrismo fue muy salvaje y quedamos en la trinchera saliendo de a poquito, encontrando nuevas maneras de acción, añade.
En Katartica, donde suena con fuerza una gaita colombiana, la voz de Vir Marques comienza cantando: Si el gobierno es indecente y da palos que comer, no se asuste si la gente sale a luchar otra vez.
Signo de la época y de la llamada Primavera Latinoamericana, la canción no solo pide “que caigan los corruptos”, sino también “el sistema patriarcal”.
Un lado B de El Sol Sale Para Todes (una pieza con olor a huayno peruano), apareció primero con la publicación de dos covers, el primero de ellos una versión en cumbia villera de Por Lo Que Yo Te Quiero, una pieza del español José María Chema Purón, célebre en Argentina por la interpretación de La Mona Jiménez.
Luego, aludiendo a otra fuente, la Orkesta ofrece su lectura de Killing in the Name, de Race Against The Machine, y finalmente un tema propio inspirado en la cumbia sonidera. Pero cuando todo estaba en marcha llegó el confinamiento y la situación cambió. Así que puestos en manos del realizador Miguel Villareal grabaron las vídeo-canciones De Todos Mis Amores y El Consejo; cada uno en su casa sin perder un ápice de su alegría y de su picante. Y a esperar otros tiempos.
Poniendo los diferentes condimentos, dice Jalil, que ríe nuevamente, la cumbia sigue teniendo fondo en el sur.