La música llega más lejos que los artistas
Bersuit anda de gira celebrando los 25 años de Libertinaje, uno de los icónicos discos del rock latino, y charló en exclusiva con Gladys Palmera.
Cuando el siglo XX se moría, en Argentina también moría la ilusión de bienestar que había impregnado el ánimo de su pueblo durante la década del noventa. De repente, la cortina de humo comenzaba a correrse y la bonanza económica daba paso a una cruel realidad con porcentajes altísimos de desocupación y pobreza. De la fantasía por sentirse parte del primer mundo sólo quedaba una moneda local igualada al dólar norteamericano que años anteriores había permitido un nivel elevado de consumo y viajes alrededor del planeta y que ahora llegaba a su fin de la forma más cruel.
En ese panorama, fueron muchos los grupos de rock que alzaron la voz y describieron la realidad en forma de canciones, desde las bandas del llamado rock barrial -un fenómeno netamente local- hasta aquellas que integraron un movimiento continental que se denominó rock alterlatino. En esta última etiqueta se ubicó a Bersuit Vergarabaten 1998 cuando Libertinaje, su cuarto disco de estudio, fue editado y convertido casi automáticamente en un éxito masivo.
Pero lo cierto es que antes de esa explosión, Bersuit ya llevaba transitando el underground de Buenos Aires desde hacía diez años con resultados desparejos y un horizonte no muy claro. Por eso la llegada de Gustavo Santaolalla como productor junto a su sello Surco y Universal Music como discográfica resultaron una inyección de vida para el conjunto argentino. Hoy, veinticinco años después, el grupo celebra aquel álbum con una gira que lo tendrá actuando en Barcelona, Mallorca, Valencia, Sevilla, Málaga y Madrid durante mayo. Con esa excusa de por medio los cantantes Daniel Suárez y “Cóndor” Sbarbati junto al tecladista Juan Subirá se sentaron a charlar con Gladys Palmera para rememorar una época dorada que marcó a fuego el fin del milenio pasado.
Christian Alliana: Libertinaje fue un disco de quiebre en la historia de la banda pero me gustaría consultarles por su gestación, ya que ustedes venían de un álbum conceptual como Don Leopardo que es más oscuro y con canciones largas; lo contrario a Libertinaje que es más concreto, con doce canciones que pegan directamente. Por momentos pareciera que se tratara de dos bandas diferentes. ¿Cómo se dio ese cambio de un disco al otro?
Juan Subirá: Tu apreciación es bastante buena porque es muy real. Lo que pasa es que cuando hicimos Don Leopardo fue muy importante para nosotros porque fue casi como una prueba de vida, ya que la aparición misma del disco fue muy difícil. Fueron años oscuros, prácticamente de supervivencia, incluso mucha gente pensaba que la banda no existía más. Estábamos tratando de sobrevivir a nuestro propio boicot. Pero a pesar de su oscuridad fue un disco importantísimo porque pudimos volver a tocar; y fíjate si fue importante que después de Don Leopardo, gracias al envión anímico de ese momento, pudimos hacer el demo de Libertinaje que escuchó Santaolalla y llamó enloquecido diciendo que quería grabarnos.
CA: En ese momento Santaolalla era el productor estrella del rock latino y terminó siendo fundamental para ustedes.
Cóndor Sbarbati: Sí, Gustavo fue un gran ordenador del caos.
Daniel Suárez: Me parece que fue todo una cuestión del lugar indicado en el momento justo. Él ya había tenido un acercamiento a nosotros unos años atrás, pero se había asustado y en el momento previo a Libertinaje nos encontró con nuevas canciones, con otra energía y por eso se produjo esa unión con él. De entrada fue uno más en el disco, no solamente para la elección de las canciones, sino para todo lo que siguió en la producción. Nos enseñó mucho de música, de cohesión de equipo, de sumar todo el tiempo; él saca lo mejor de cada uno y eso es fundamental. Era lo que estábamos necesitando: armarnos como un gran equipo familiar entre productor y banda y eso se notó en Libertinaje.
Los primeros años de vida de Bersuit transcurrieron como grupo de culto en el underground y asociados al sector más marginal de la sociedad porteña, homenajeando a los locos internados en el Hospital Psiquiátrico Borda -de allí tomaron la idea de vestirse con pijamas en el escenario- y una fuerte impronta rockera con letras irreverentes y comprometidas políticamente. Sin duda, fueron estandartes de una intensa alegría que se vivió en Buenos Aires en esa primera mitad de la década de los 90 y que transformaba sus conciertos en una experiencia riesgosa -más mental que físicamente-, sobre todo para sus integrantes que atravesaban situaciones personales y grupales complejas.
Por eso, luego de tres primeros discos con resultados dispares, a comienzos de 1998 el público y cierta parte de la prensa no sabía qué esperar de un nuevo trabajo discográfico de la banda. Pero cuando Sr. Cobranza, el primer corte de difusión, comenzó a sonar en las radios y a rotar con su videoclip en televisión, todos estuvieron de acuerdo en que Libertinaje sería una cosa seria. Pronto Se Viene -que predijo el estallido social de 2001 en Argentina- y Yo Tomo también se convirtieron en hits y significaron el despegue masivo de Bersuit.
CA: Una de las cosas que llamaron la atención de Libertinaje fue la mixtura entre el rock y ritmos como la cumbia, el candombe y el chamamé. Quizás era algo que no se esperaba de Bersuit.
JS: En esta banda siempre estuvieron los cruces rítmicos y estilísticos, pero lo que pasó en ese disco en particular fue que nos animamos a hacer todo lo que se nos ocurría: cumbia, candombe, murga, chamamé. Antes, por ciertos prejuicios rockeros y ciertos temores, no nos animábamos a tocar esos ritmos que nos salían naturalmente. En ese momento ya en el demo se lo planteamos así a Santaolalla y él se copó con esas mezclas; también con ciertas humoradas musicales como Yo Tomo ,que empieza como un rock and roll heavy y se transforma en una cumbia. Lógicamente después Gustavo ayudó a perfeccionar todo con su talento increíble y su mirada tan particular porque él conocía muy bien todos esos ritmos desde Arcoiris.
CA: Libertinaje tiene también una fuerte carga política y con este disco empezaron a girar por toda Latinoamérica. ¿Creen que esa aceptación fuera de Argentina se dio también porque todos los países de la región comparten las mismas injusticias?
DS: Sí, puede ser, porque canciones como Sr. Cobranza, que tiene nombres de políticos argentinos, eran coreadas multitudinariamente en lugares como México. Era sorprendente cómo tenía esa llegada algo que era un poco localista, aunque después te das cuenta que la música atraviesa todo tipo de tiempos y lugares, que hoy en día podés hacer esas mismas canciones con esos mismos nombres propios y sigue significando lo mismo porque representa lo que esas personas son, de lo peor. El tinte político estuvo siempre en la banda pero en los finales de los 90 estaba el coctel para que esas canciones, esas letras y esa energía transformadora tenga el resultado que tuvo.
CA: Hablabas de lo que significa seguir cantando esas canciones hoy veinticinco años después y lo que provoca en el público. Quizás entonces eso también es una muestra de que en todo este tiempo la situación social en Latinoamérica no ha cambiado demasiado…
DS: A veces uno dice: “ojalá que estas canciones no sean tan necesarias”. pero después te das cuenta de que la canción es necesaria porque por ahí podés separarla de tu realidad individual pero quizás en algún otro rincón de tu país, de tu barrio o del mundo va a haber alguien que necesite ese filo que algunas canciones tienen. Y está bueno que, al transformarse en un clásico, las canciones ya no se ponen en voz de los autores y compositores originales sino en las nuevas voces que necesitan alzar la voz y las usan como banderas. Hacerlas y ver a la juventud saltar y bailar al ritmo de composiciones que ya tienen más de veinte años es para celebrar.
JS: La música llega más lejos que los artistas. A veces pasa que las canciones las canta o conoce gente que no tiene ni idea de quienes somos nosotros.
Desde el alejamiento en 2009 de su histórico cantante Gustavo Cordera, Bersuit ha sabido reconfigurarse para seguir adelante. Activos nuevamente desde 2011, el grupo que completan los guitarristas Tito Verenzuela, Nano Campoliete y Juan Bruno, el bajista Pepe Céspedes, el baterista Carlos Martín y el percusionista Manuel Uriona ha editado desde entonces tres discos de estudio y uno doble -mitad en vivo, mitad en estudio- denominado De la Cabeza 2. En este último repasan la historia de la banda con nuevas versiones de antiguos temas y distintos invitados. Una modalidad que ahora están implementando con las canciones de Libertinaje y que en palabras del Cóndor Sbarbati les atrae porque vuelven a tener otros colores ya que los artistas invitados le ponen su condimento especial a cada tema. Se viene junto al veterano rockero Jorge Martínez de la banda asturiana Ilegales, Yo Tomo con los catalanes de La Pegatina y Vuelos con los vizcaínos Shinova, fueron los primeros adelantos de estas nuevas re-lecturas que seguirán durante el año a la par que el conjunto prepara un nuevo material de estudio.
CA: Como hablábamos hace un rato, con Libertinaje comenzaron a girar por Latinoamérica. ¿Eso también les sirvió para incorporar nuevos sonidos? Hay composiciones como La del Toro del disco Hijos del Culo (2000) que tienen una marcada influencia española.
JS: Sí, esa canción nació en la primera gira que hicimos por España en el año 1999. En esa época el choque cultural con España y México fue muy fuerte para nosotros. Eso nos generó sensaciones de todo tipo que luego se convirtieron en canciones como La del Toro, Convalescencia en Valencia y El Viento trae una Copla, que nacieron en España. Todo esto dio origen a La Argentinidad al Palo, que después fue como un concepto que se fue consolidando con los años y los viajes. De alguna manera se atesoró toda esta sensación que nosotros vivíamos como argentinos viajando por el mundo, haciendo nuestra música y encontrándonos con compatriotas por todos lados con sus diferentes situaciones de vida.
CA: Si bien el pico máximo de popularidad de la banda se dio con la edición de La Argentinidad al Palo en 2004, que posteriormente los llevó a tocar en el Estadio de River, antes de Libertinaje habían tocado en algunos grandes eventos como el Festival por los veinte años de las Madres de Plaza de Mayo en el Estadio Ferro, pero no era lo habitual. El éxito masivo que tuvo el disco en aquél entonces, ¿los afectó de alguna manera como músicos o personas?
JS: Lógicamente fue un cambio muy muy fuerte y potente para la banda y para cada uno de nosotros. A partir de ese momento empezamos a poder tocar y viajar por todo el país, por casi toda Latinoamérica y España. Fue un cambio muy rápido y todo sucedió en pocos meses. Nos modificó un poco en el sentido que nuestra vida cambió; era muy loca la sensación de irse tanto tiempo de gira. Por eso mencionaba La Argentinidad al Palo, porque fue un poco el resumen de lo que nos pasó en esos años, con las grandes giras y la popularidad. Por suerte pudimos sintetizar todo en canciones, lo cual fue muy lindo porque de alguna manera lo bajamos a nuestra obra y le pusimos nuestra mirada a situaciones que después se convirtieron en nuestra vida cotidiana y creo que eso nos hizo crecer como personas.