En dansant avec Chiquita Serrano
Segundo mini-LP de Chiquita Serrano et son Ensemble Cubain, más cotizado aún que su predecesor. Después del éxito en Francia y en África de Danses typiques de Cuba (BAM LD-335), finalista de los prestigiosos premios de la Academia Charles Cros en la categoría “Mejores discos de baile”, la casa discográfica de buen gusto La Boîte à Musique no podía perder la oportunidad de grabar una nueva sesión con el mejor piquete cubano disponible en París a finales de los años 50. Explicaba el editor Albert Lévi Alvarès en contraportada: “Por su segundo disco hemos elegido con Chiquita algunos bailes y ritmos de hoy que, sin embargo, se insertan en la más pura tradición cubana. Hemos descartado deliberadamente los arreglos elaborados y las orquestaciones de estilo ‘americano’, los cuales, en nuestra opinión, pueden despojar estos bailes de su sabor original y convertirles en música de dancing aburrida”.
Para tal propósito, el piquete de Chiquita Serrano, José y Pepito Riestra se hace conjunto con la introducción de un segundo trompetista, Michel Wyatt, originario de la Isla Trinidad y ex-compañero de Pedro Machín —aquí en los coros y percusiones menores— en la orquesta de Félix Valvert. Otro aporte importante es el timbal —de Teddy (¿Ernesto?)—, a la manera del conjunto de Arsenio Rodríguez en sus entonces últimas grabaciones nuevayorkinas. Por lo demás, el cubano Bombón (Emilio Boza) sucede al martiniqués Chachá en la tumbadora; en la primera trompeta —ya sin sordina— se mantiene a Ernesto Puentes, apodado cariñosamente Professeur en la contraportada porque corría de un lado a otro de París para impartir clases de trompetas. Y en el piano, Sylvia, una verdadera artista de las teclas de la que todavía no sabemos el apellido; solo se sabe que era originaria de un país del Este.
Con tal alineación, nada de Chiquita banana, sino un repertorio muy afro que debe mucho a Miguelito Valdés, eslabón esencial entre la rumba callejera y la de salón sin que ésta pierda un ápice de naturalidad. Babalou (a la francesa), Atuñaré (o Tuñaré) y El cajón eran temas habituales de Mister Babalú. Negra triste evoca a Celia Cruz que lo cantaba en un arreglo de Bebo Valdés. Para los enamorados, un bolero clásico, Nunca. Y en 1958, ninguna baile en Francia o en cualquier país del mundo podía ser completo sin cha cha chás. Aquí hay dos que demuestran que Chiquita volvió de Cuba la maleta llena de canciones escuchadas durante su paso en emisoras de radio: Mentirosa, del que se conoce pocas versiones (las de Havana Cuban Boys, Orquesta Ciudad Trujillo y Orquesta Cosmopólita), y Acurrúcame, cuya única versión grabada antes de 1958 es la de la exquisita Cinderela, llevada al 78 rpm en 1957 en Brasil. El disco se cierra en forma de descarga sobre un guaguancó más cubano que su compositora Sylvia. París está que arde, la rumba se ha puesto contagiosa.
- Tommy Meini