Se sigue cumpliendo el axioma según el cual cada día canta mejor. Y es que sigue cantando a pesar de cumplirse ya 90 años de su desaparición física en aquél fatídico accidente aéreo del 24 de junio de 1935, inolvidable sobre todo para Colombia, país que le idolatraba y lo sigue idolatrando y donde ocurrieron los hechos que acabaron con la vida de Carlos Gardel, El Morocho del Abasto.

Siempre será mejor  caer bajo el hechizo de su voz, su inmejorable repertorio, sus películas y su carisma y no tratar de desenredar la madeja de su origen, disputado por tres países. Queda claro que se hizo ciudadano argentino y que en Argentina residió desde su más tierna infancia.

También queda muy claro que es uno de los más brillantes exponentes de la canción del Río de la Plata. Su voz se mimetizaba con una intensidad sin límites cuando se trataba de reflejar esa vida porteña tan precaria, tan amorosa y tan del arrabal que él también llegó a vivir. Jamás tuvo que teatralizar canciones: Las sentía pues también lo reflejaron a él. Y acá está el otro gran detalle de su impronta, su calificada vena de compositor, reflejada en discos y en películas, además de sus giras y presentaciones. Este álbum de “Memorias” presenta una muy interesante recopilación, representativa de la obra gardeliana.

Los temas que integran este álbum son: Volver, Lejana tierra mía, Cuesta abajo, Silencio, Mi Buenos Aires querido, Golondrinas, Amargura y Volvió una noche.

Salvo Silencio, en la que además intervino Horacio Pettorossi todos los temas son de Carlos Gardel y Alfredo Le Pera, un tremendo guionista y letrista nacido en Brasil de padres Italianos, quienes se residenciaron en Argentina. Le Pera moriría junto a Gardel ese fatídico 24 de junio de 1935.