No dejes que te olvide / A la sombra del guayabal

Formato: 78 rpm
Sello: Peerless - 903
País de edición y fecha: México, 1933
Grabación: México
Géneros: Canción
Tracklist:
A1 No dejes que te olvide (Ignacio Villa "Bola de Nieve") canción
Piano, Voz: Bola de Nieve
B1 A la sombra del guayabal (María Teresa Lara) canción
Piano, Voz: Agustín Lara
Notas:

Cuando Ignacio Villa desembarca en México en enero de 1933 con la ya consagrada Rita Montaner, no se puede imaginar que su destino está a punto de cambiar. Si la acompaña, dice, "es porque no había otro que lo hiciera en ese momento, sin ninguna idea de que fuera a ser solista ni mucho menos. Todo eso sin que nadie me conociera, sin saber si era bueno, malo, regular, si era artista o no. Era el pianista de Rita Montaner, única y exclusivamente." Una Rita que le llama publicamente Bola de Nieve para divertir la audiencia. Una burla que en boca de niños o palurdos se transforma en unos insultantes “Bola de fango” o “Bola de trapo”. Y es con ese nombre que debe presentarse solo en el Teatro Politeama de México delante de 4000 personas. La diva está indispuesta y sus compañeros de revista le animan: “¿Por qué no haces para el público eso que haces para jugar y divertirnos a nosotros? Debes hacerlo en el escenario para que el empresario te vea.” Lo hace y gusta. Especialmente a Agustín Lara. Es un flechazo a primera vista. Los dos son pianistas y cantantes de “la calle”; bares, cafés y salas de cine mudo fueron los primeros escenarios de su arte. Tuvieron que pelear para ganarse una cierta etiqueta. “¿Y su nombre en la etiqueta de un disco, justamente?”; ese ya asumible “Bola de Nieve” que se runrunea en todo el DF. Lara graba para la Peerless y así lo hará Bola, exige, en la otra cara de uno de sus discos. Hermanos de arrabal, hermanos de marfil y ébano, hermanos de acetato. De esta suerte nace la primera grabación de Bola como solista “No deje que te olvide”. Ya lleva su marca: una pura canción de chansonnier, con sus sorpresivos cambios de ritmos, sus sentimientos desgarradores, sus titubeos entre el deseo de olvidar un amor fallido y el temor de ser olvidado por el que se va. El miedo del solista a estar solo. Solo donde pronto brillará su apodo en letras de neón: Estados Unidos, Argentina, Brasil, España, Rusia, China, Cuba, tierra de su aduladísima madre. Tierra de su corazón. Pero tales los majestuosos elefantes, reyes de la sabana se van a morir en un lugar sagrado, el esplendoroso Bola de Nieve, Señor de La Habana, falleció en 1971 en México, la ciudad que lo consagró y que nunca dejó que su nombre se olvidara. (TM)


2ª copia de archivo.