El renacimiento de María Teresa Vera
El renacimiento de María Teresa Vera va de la imaginación a la realidad. Una obra que nos devuelve en el tiempo.
La imaginación llevada a lo posible
La capacidad de crear escenarios mentales, eso que llamamos imaginación, no siempre se puede materializar. Imaginar es una actividad habitual en el ser humano en la que lo soñado puede convertirse en real en la medida que abrace condicionantes que posibiliten dicho paso. Así sucedió con ciertos episodios que corrían por la mente del “disquero” (productor discográfico) Mateo San Martín que, en más de una ocasión, vivía comparando épocas del mundo de la música, seleccionando lo mejor de cada una y descartando lo que entendía que no era tanto.
En su afán de traer concretar sueños, pensó en cómo se escucharía la voz de María Teresa Vera en tiempos actuales, dígase finales del Siglo XX. Su motivación llegó tras el éxito arrollador de Buena Vista Social Club, el afamado álbum que permitió que figuras como Ibrahín Ferrer, Compay Segundo y Rubén González alcanzaran el éxito más allá del apego de su generación y de la preferencia por la música cubana. A partir de entonces, se ilusionó, y se empeñó en hacer que la trovadora cubana cante acompañada de una banda. Así nació la idea de revivir su voz. Por supuesto, las condiciones estaban latentes, pues San Martín contaba con la cinta de una grabación que le hizo junto a Lorenzo Hierrezuelo, el mítico Compay Primo del legendario dúo Los Compadres.
Era el 1956 y el joven Mateo, presidente del recién creado sello discográfico Kubaney, había decidido grabar algunas voces legendarias de Cuba, recoger su repertorio más representativo, pero con lo más actual de la tecnología de la época, las cintas Ampex. Durante el decenio de los años 50, la compañía estadounidense Ampex desarrolló las máquinas grabadoras de una y dos pistas usando cintas de ¼ de pulgada, y luego fue ampliando las posibilidades con la fabricación de modelos de tres y cuatro pistas.
Todo fue fluyendo, Mateo contaba con un archivo de alto valor, con registros de Ester Borja, Luis Carbonell, el Trío Matamoros y, por supuesto, con la grabación de María Teresa Vera, la que permitió que uno de sus sueños se cumpliera en el año 2000, con el lanzamiento de un álbum cuyo proceso involucró el octanaje musical dominicano en una obra cubana: María Teresa’s Revival (El Renacimiento de María Teresa Vera). Es un invento en el que se puede escuchar la voz de María Teresa, y las cuerdas de su compañero Hierrezuelo, junto a una banda formada en la República Dominicana.
¿Por qué una banda dominicana?
Durante el segundo lustro de los años 90, Mateo había decidido darse “la última afeitada” en la tierra del merengue. Fue allí donde su sello inició operaciones formales tras su salida de Cuba. Y fue allí donde, por primera vez, firmó contrato con artistas que no eran cubanos. Su catálogo que, a través del tiempo fue convirtiéndose en una atractiva oferta de música de muchos lados, reflejaba un alto porcentaje de las utilidades en producciones de intérpretes dominicanos que pertenecían a Kubaney, o estaban bajo su distribución, como las de Aníbal de Peña, José Manuel Calderón, Luis Segura, dúo Los Ahijados, Cuco Valoy y Los Virtuosos, Johnny Ventura y su Combo Show, Anthony Ríos, Leonardo Paniagua y Fernandito Villalona, entre otros. Aquel hecho mantenía a Mateo muy pendiente del país caribeño, viajando constantemente a Santo Domingo, hasta que terminó fundando Kubaney Dominicana y abriendo una sucursal de Incredeble CDs, tienda con sede principal en Miami.
Lo mencionado supone un arraigo. Intentó concentrar sus operaciones en la capital dominicana, incluyendo el trabajo de producción. En aquellas circunstancias, en 1999, decidió que allí se trabajaría aquel proyecto. Buscó algunos de los más demandados productores musicales de esos años; pero no quedó conforme con ciertas maquetas que llegaron a sus manos. Entonces recurrió a uno que, hasta el momento, había entendido sus demandas. Recordó que el trombonista y arreglista Joan Minaya había hecho algo similar a lo que quería: puso al salsero dominicano Raulín Rosendo a cantar junto al Trío Matamoros, acompañado de una banda que emanaba poder.
Antecedentes
Era 1992. Raulín Rosendo tenía alta popularidad en la República Dominicana y entre la comunidad dominicana de la ciudad de Nueva York, gracias a grabaciones que realizó de manera informal (fuera de contrato) con Kubaney y bajo otro sello que produjo a la orquesta La Sinfónica de la Salsa, agrupación liderada por Ramón Rodríguez, compositor y fundador del Conjunto Clásico. En ese período… en ése año, fue publicado el álbum Raulín: el salsero del pueblo, producido por Minaya y que permitió que Mateo desempolvara dos grabaciones, de aquellas de 1956, Ruego de Amor y Maruja, en las que se aprecian a Miguel, Ciro y Cuento junto al intérprete dominicano.
También era el año en que Sony Discos había publicado el álbum A dos tiempos de un tiempo, de Gilberto Santa Rosa, un homenaje a Tito Rodríguez y en el que se incluyó el bolero En la soledad, que unió las voces de Gilberto y Tito. Un año antes, nace el que, posiblemente, es el gran referente de este tipo de grabaciones, el tema Unforgetable, de la cantante Nathalie Cole, quien unió su voz a la de Nat King Cole, incluida en el premiado álbum Unforgetable With Love, compuesto por estándares que había grabado su progenitor.
Al año siguiente nació otro álbum esencial, que echó mano de los recursos permitidos por la tecnología, ésos que acortaron tiempo y distancias e hicieron posible la unión de algunas voces. En 1993, se publicó Duets, una producción que marcó los últimos años de la carrera de Frank Sinatra y que, al año siguiente, continuó con un segundo volumen. Ésta cuenta con ensambles de duetos entre Sinatra y otras voces de su generación y de generaciones posteriores (Tony Bennett, Aretha Franklin, Nat King Cole, Charles Aznavour, Julio Iglesias, Luther Vandross, Gloria Estefan, Bono, Barbra Streisand, Liza Minnelli, Anita Baker y Kenny G). Mientras tanto, el mercado latino, en medio de la explosión doméstica del disco compacto (CD) en América Latina, presentaba más de la voz de Tito Rodríguez en un álbum junto a La Rondalla Venezolana, conocida agrupación de Venezuela, cuya sonoridad estás basada en guitarras. Y dos años más tarde, Cindy Rodríguez, hija de Tito, se escuchó junto a su padre en la producción Alma con alma.
Proceso del renacimiento…la grabación
Nunca antes el proceso de masterización y digitalización había sido tan esencial, tan vital, pues hacía que se haga creíble lo que se escuchaba. Mateo estaba consciente, por lo que le insistía a Joan en esta parte. También en el resto de los detalles, los que fueron bien cuidado.
Para mediados de 1999 el carro estaba en marcha. Minaya lo condujo bajo la directriz de Mateo. Se encargó de realizar los arreglos y la nueva mezcla, al tiempo de ejecutar trombones. Tuvo la habilidad de reunir y dirigir a una muestra valiosa de músicos con vasta experiencia en el son y la salsa, y en el mundo de las grabaciones: Cuso Cuevas, legendario bajista, conocido por su paso por el Combo Show de Johnny Ventura, y armador de bandas para acompañar salseros que llegaban a Santo Domingo; en las congas, maracas y güiro grabó Francisco Martínez Bolilo, experimentado percusionista que pasó por la agrupaciones Cheché Abreu y sus Colosos y Félix Del Rosario y Los Magos del Ritmo; el bongó y la campana fueron grabados por Richard Brador, emblemática figura de la agrupación Cuco Valoy y sus Virtuosos.
A ellos se sumaron músicos más jóvenes como Iván Carbucia, guitarrista procedente del rock y del jazz que, posteriormente, llegó a dirigir la agrupación La Familia André de Fernando Echavarría. Pero a Iván le tocó enfrentarse al laud, mientras que una segunda guitarra fue grabada por otro talentoso, Sandy Acosta. Tambíen llegó José Luis Mateo, que tocó trompeta y flugelhorn, y que en esos días era uno de los músicos más solicitados en los estudios de grabación. En los teclados y sección de cuerdas (programadas) grabó Reynaldo Sánchez, pianista de Pochy y su Coco Band; y para los coros llegaron Amaury Colón, Henry García (famoso por sus interpretaciones en la banda de Cuco Valoy) y Palmer Hernández (reconocido cantautor, autor de emblemáticos temas salseros).
Un toque para el bailador (de son)
Durante la sesión de grabación, la cantante Ileana Reynoso fue invitada a grabar la voz guía. En medio del climax, entre ensayos que quedaron grabados, los músicos, que tocaron al mismo tiempo, improvisaron un son montuno en el tema Sobre una tumba una rumba, al que Ileana respondió con soneos. A Joan le pareció que este recurso atraparía a los bailadores, por lo que mostró el resultado a Mateo, quien lo aprobó y pidió insertar partes similares a otros temas. En tal sentido, la nueva grabación del referido tema, y la de Esta vez tocó perder, Pensamiento, Boda negra, Y tú que has hecho (En el tronco de un árbol) y Doble inocencia, aprecian con esta segunda parte, en la que Ileana cantó en la misma tesitura de María Teresa, y en la que se agregaron coros con un tratamiento especial.
El renacimiento
El resultado de aquel esfuerzo está en álbum de alta valía. La voz de la trovadora oriunda de la provincia de Artemisa, en Cuba, brilló en los primeros meses del Siglo XX con un trabajo que se convirtió en puente entre las culturas cubana y dominicana. María Teresa Vera’s Revival cuenta con 12 temas bajo el nuevo formato sonoro y un material extra con 2 de las grabaciones de 1956, tal vez las más reconocidas de su repertorio: Sobre una tumba una rumba y Veinte años. Gracias a las ideas de Mateo San Martín, melómanos de muchos lados tuvimos la oportunidad de disfrutar de extraordinaria obra, vivo ejemplo de las facilidades que nos ofrece la tecnología, convirtiéndose en máquina del tiempo idónea para revivir y vivir la historia de la música popular.