Los caminos de Estercita Forero
Canciones inéditas, historias vivas, los caminos de Esther Forero, "La novia de Barranquilla" están llenas de sorpresas sin fin.
Los criterios de selección que dan origen a este compendio de canciones casualmente coinciden con varias de las características presentes en la primera grabación profesional de la legendaria cantante y compositora colombiana Esther Forero, hecha en Puerto Rico, en 1950, con Los Universitarios bajo la dirección de Rafael Hernández. Allí la artista brilla como compositora, intérprete y folclorista. Además de considerar la presencia de tan importantes rasgos, busco que en este compendio de canciones sobresalga el marcado discurso que manejaba Forero en la primera etapa de su carrera, ese que hoy podría leerse a la luz del feminismo.
Esta selección también busca resaltar y visibilizar interpretaciones de la obra de Esther Forero, en las voces que ya son célebres y en voces no muy conocidas. En su gran mayoría interpretadas por mujeres.
LAS CANCIONES DE SEECO
Las canciones Disimulame, La caminadora, Casa de dos pisos y Las mujeres bonitas fueron grabadas en los estudios Seeco, en Nueva York, entre julio de 1952 y junio de 1953; sin duda, la mejor época para la música de Esther Forero. Los temas fueron lanzados inicialmente en discos de 78 rpm, luego, compilados en el LP Ritmos bailables, del sello Tropical, y posteriormente reunidos en el CD Colombianísima, ambos del sello Seeco. Las grabaciones contaron con la dirección y los arreglos de René Touzet, padrino musical de la artista en Estados Unidos, y una de las figuras más importantes de la música latina en ese país. En la grabación del porro Disimúlame están presentes los legendarios músicos, Mario Bauzá, en clarinete y voz, y Tito Puente, en batería. En ese momento, Bauzá era director musical de Machito y sus Afrocubans y Puente apuntaba hacia el estrellato en Nueva York.
Aunque se trata de música del Caribe colombiano, el sonido de estas canciones está marcado por las influencias antillanas que aportaron los músicos de distintas nacionalidades presentes en la grabación. El resultado musical refleja el sincretismo sonoro de un encuentro que Forero describía como: “tratando de organizarse en porro”. De hecho, gracias a Forero, esa fue una de las primeras veces en que se grabaron porros y música del Caribe colombiano en el exterior.
Durante ese período Forero empezó a incursionar en la composición con toda la libertad para escribir e interpretar lo que quisiera. El ambiente progresista propio del ecosistema neoyorquino fue fundamental para que la artista construyera una confianza en sí misma para forjar su adelantado y revolucionario discurso. Esto habría sido imposible en Colombia, donde, entonces, ni siquiera se había instaurado el sufragio femenino. En estas cuatro canciones —autoría de Forero, excepto Las mujeres bonitas— se manifiesta mucho de este espíritu. En estas se revelan episodios y experiencias femeninas que a principios de los años 50 no solían ser tema de discusión pública y, mucho menos, un tema para expresar en la música.
Santo Domingo
El bolero Santo Domingo, que fue –según muchas fuentes– la primera canción que Esther Forero compuso en su vida, es una declaración de amor a República Dominicana. Sin embargo este poema hecho canción fue interpretado como un reto e irrespeto a la autoridad del temido dictador Rafael Leónidas Trujillo. A pesar de la represión de la dictadura, la canción se alojó en el corazón de los dominicanos. La cantaban en calles como si fuera el segundo himno de su patria. Santo Domingo se había convertido en el artefacto de resistencia que le había devuelto el nombre original a la ciudad que el dictador había rebautizado como Ciudad Trujillo.
Esta “transgresión” milagrosamente no les costó la vida a Forero ni a su entonces pareja, el poeta Jorge Artel, pero ambos se vieron obligados a abandonar la isla. Tras la huída, Esther grabó la canción en Puerto Rico con Los Universitarios, en un espectacular arreglo a cargo de Rafael Hernández, la máxima figura de la canción popular boricua en ese momento. El tema le garantizó el éxito internacional y la acogida inmediata de las comunidades hispanas residentes en Nueva York. Santo Domingo también fue un símbolo de unión entre inmigrantes latinos.
Una nueva versión fue grabada 67 años después, en la voz de la dominicana Milly Quezada, la más grande intérprete femenina de la obra de Esther Forero. Los arreglos, producción y dirección estuvieron a cargo de un gran amigo y colaborador de Forero, el multiinstrumentista barranquillero Chelito de Castro, recordado por ser el pianista y arreglista de Joe Arroyo. La versión se hizo para el evento de la embajada colombiana en República Dominicana: Nuestro Caribe en el Caribe, un homenaje a los estrechos lazos musicales entre la isla y el Caribe colombiano: vínculo que comenzó a forjarse en 1950, cuando Esther Forero compuso Santo Domingo.
UN PASEO Y UNA TAMBORERA
El álbum Ritmo y canción fue grabado por Esther Forero en Medellín, en 1960, bajo el sello Zeida, después de regresar de su gira internacional con un nutrido repertorio de canciones: algunas de su autoría y otras recopiladas en los países que visitó. En este disco aparecen canciones nunca antes grabadas como el bolero Barranquilla, primera de muchas que Forero dedicaría a su ciudad.
También se encuentra la segunda grabación de Toño Miranda en el Valle, una composición muy importante para la historia y el desarrollo del género vallenato. Esther Forero conoció esta canción en medio de las investigaciones sobre el folclor del Magdalena y decidió hacerla parte de sus primeras giras sin saber que el autor era Guillermo Buitrago, el popular creador vallenato. Buitrago compuso esta canción en 1946, para su concuñado Antonio Miranda, —distinguido parrandero cienaguero que lo acompañaba a donde fuera—, al regreso de un viaje que habían emprendido por La Provincia, Valledupar, La Guajira, las regiones del Magdalena grande, la Cordillera Oriental, hasta tocar el río Magdalena en Plato, y lo que se conocía como “El gran valle del Cesar”. De las parrandas en esos viajes salió esta canción, que curiosamente nunca fue grabada por Buitrago.
Según Julio Oñate Martínez, una autoridad en la investigación sobre vallenato, Toño Miranda en el Valle es la primera canción catalogada como paseo vallenato. Cuenta Oñate que en la primera mitad del Siglo XX, a la música del Valle de Upar se le conoció como “música del magdalena grande”, luego, como “música provinciana” y, más adelante, en la década de los años 40 es que se empezó a usar el término “vallenato”. Precisamente, fue en ese inspirador viaje cuando Buitrago y Toño Miranda escucharon el término “vallenato” por primera vez. Por eso la letra dice: Cuando anduve por las regiones del Valle aprendí a bailar merengue y paseo vallenato.
Explica Oñate que antes de la década de los años 40 toda la música costeña colombiana era clasificada como porro, pues no se manejaban designaciones específicas para cada aire, como paseo, son y merengue. A ojos del mundo el porro era el sonido de todo el Caribe colombiano. Es muy posible que para entonces ni siquiera Esther Forero diferenciara completamente los aires vallenatos de los demás ritmos del folclor costeño. Según Oñate, eso explicaría porqué canciones como La caminadora y La puerca, entendidas por él como son vallenato, fueron catalogadas como porro.
Esther Forero llevó Toño Miranda en el Valle en su primer repertorio por distintas latitudes de Colombia, luego por Venezuela, Panamá y República Dominicana. En 1950, en su estancia en Puerto Rico la artista la grabó poniendo a Toño Miranda en el Valle entre los primeros vallenatos grabados por fuera del país. La primera grabación de esta canción, al igual que la mayoría de las que realizó con Hernández, no se conoció masivamente en Colombia, por eso es tan difícil de encontrar.
En 2003, cincuenta años después, Forero viajó a Ciénaga con su biógrafo Álvaro Suescún para conocer a Toño Miranda y cantarle esta canción. De este encuentro quedó un video —disponible en YouTube— en el que Forero comenta con gracia que, en San Juan, Puerto Rico la gente no sabía lo que era un paseo y un vallenato menos. Rafael Hernández escribió en la partitura ´ballenato´ con b larga. Me preguntaba ¿y las ballenas qué tienen que ver con esto? y yo le decía ¡es que son del Valle!
La tamborera panameña, Pegadita de los hombres, también hace parte de este disco. Forero conoció esta canción en 1942, en su primera visita a Panamá gracias al pianista Avelino Muñoz. Pegadita de los hombres, de autoría del dúo Nuñez y Ulloa, fue grabada con Rafael Hernández y Los Universitarios y, junto al bolero Santo Domingo, es uno de los primeros éxitos comerciales de su carrera.
Las comunidades hispanas que acogieron a Esther en Nueva York la identificaron de inmediato con este tema, incluso, estaban convencidos que ella era la autora. Con este tema Forero logró conectar a las comunidades dominicanas y puertorriqueñas de Nueva York con el folclor panameño. Muchos años después la canción sería grabada por el venezolano Nelson Henríquez, otro de los grandes intérpretes de la obra de Forero.
MICAELA
Cuando Esther Forero llegó a Cuba se llevó una gran desilusión, no la recibieron con la misma acogida que había tenido en los demás países de su gira por el Caribe. Fui a Cuba creyendo que era otro Puerto Rico, pero no fue así. Encontré en La Habana una muralla para la música costeña. Poco tiempo después Forero hizo de esta muralla un puente con sus grabaciones con Maximiliano Sánchez, Bimbi, y su Trío Oriental.
Estos temas se encuentran en el disco Ecos del pasado, Porros favoritos, que alterna porros cantados por Forero y música cubana cantada por Bimbi. El disco da cuenta de un singular e inédito intercambio entre ritmos musicales de Cuba y del Caribe colombiano, con la presencia de porros interpretados al estilo del tradicional formato cubano: con trío de guitarras, percusión menor y clarinete. Este disco, prensado en Nueva York en 1952 por el sello Ansonia, cuenta con una versión del porro Micaela de Luis Carlos Meyer llena de detalles tan alejados de la sonoridad tradicional del porro, como de la misma música cubana. La pieza constituye una primera aproximación muy especial por parte de estos intérpretes cubanos hacia la música del Caribe colombiano.
En esta versión Forero emplea sus estrategias discursivas, con las que desarrolla nuevas maneras de interpretar una canción creada a partir de una perspectiva masculina. La letra originalmente es cantada por un hombre que se lamenta porque su esposa, una mujer celosa que le reprocha divertirse como él quiere, representó un reto para Forero al momento de interpretarla. Con mucha astucia, la artista recurrió a un coro de hombres para que cantara las partes de la canción que tienen una evidente connotación masculina, mientras que ella cantó el resto desde un punto de vista distinto. El resultado es, musicalmente un diálogo entre dos Caribes y discursivamente entre ella y los personajes masculinos.
LA VOZ DE LETICIA ESTRADA
En la música (y en el caso particular del proceso de hallazgo de estas grabaciones), la historia de una mujer infravalorada lleva a la de otra. Es así como la obra de Esther Forero me condujo hacia la cantante, compositora y actriz argentina Ada Leticia Tejeda de Iglesias, mejor conocida como Leticia Estrada. A pesar de haber grabado tres espléndidos discos de música tropical en Colombia, con las reconocidas orquestas de Alex Tovar, Fabio Arroyave y Pacho Galán, su paso por el país es prácticamente desconocido, y de su vida y obra no se encuentra información alguna.
Leticia Estrada es recordada en nuestro país casi que únicamente por la canción Burbujas, tema que grabó en el LP Música en burbujas con la orquesta de Alex Tovar, un éxito verbenero en el Carnaval de Barranquilla que hoy sigue sonando en las emisoras locales. Burbujas es una adaptación de la canción que hace parte de la banda sonora de la película de terror estadounidense, The Blob (1958), en la que una criatura alienígena va creciendo a medida que devora todo a su paso. La banda sonora original fue uno de los primeros éxitos del célebre compositor Burt Bacharach. En la versión de Leticia, no aparece la historia del voraz monstruo que refiere la versión original, sino un divertido relato de amor. Con la orquesta de Alex Tovar, Estrada grabó otro tema muy popular Tengo una debilidad, recordado porque se interpretó en la telenovela colombiana Música maestro. El disco Música en burbujas al igual que La alondra latina con la orquesta de Fabio Arroyave, fueron grabados a principios de los años 60 en Medellín bajo el sello Zeida. En La Alondra latina encontré las canciones Doctor cha cha y Para toda la vida, temas de Esther Forero casi desconocidos.
Leticia vivió la mayor parte del tiempo en Bogotá, donde conoció al compositor Chico Novarro, un coterráneo con quien compartió apartamento en el centro de la ciudad. También residió y trabajó en Medellín y visitó Barranquilla, donde grabó el LP Enamorada con la orquesta de Pacho Galán. Al regresar a Argentina grabó varios discos con el sello Odeón y conoció a su marido, Andrés Iglesias, con quien tuvo a su hijo Baltasar.
Leticia dice que nunca conoció a Esther Forero, pero que grabó dos canciones suyas porque le gustaron mucho; a la hora de grabar ella sólo cantaba lo que gustaba. Hoy, aproximadamente 58 años después, recuerda estas canciones y sigue cantándolas. Doctor cha cha es un chachachá con marcadas influencias del sonido de México, país al que Forero visitó de gira y donde se familiarizó con la música de Dámaso Pérez Prado y la orquesta de Rafael de Paz. Para toda la vida es un bolero con ritmo de guajira, que alude a su relación con Jorge Artel. La letra tiene elementos de lo que Artel llamaba “los poetas marinos”, que hacen referencia a los viajes por el mar, las despedidas y las incumplidas promesas sobre el regreso.
EL BOLERO DE MATILDE DÍAZ
Esther Forero regresó definitivamente a Colombia después de su ruptura final con Jorge Artel. Aterrizó en Medellín para dejar canciones en varias casas discográficas y realizar grabaciones propias. En ese viaje le dejó a su amiga Matilde Díaz una canción, que llevó al disco con arreglos de Lucho Bermúdez. Ni una palabra, un tema sobre la dolorosa ruptura con Artel, que podría considerarse como uno de los mejores boleros en la historia de Colombia por su nivel de composición, letra y arreglos. Incluso, podría ser el arreglo más majestuoso que hizo Bermúdez para un bolero. Fue grabado en Medellín con el sello Sonolux e incluido en el disco solista Ratos de locura de Matilde Díaz con la orquesta de Iván Uribe Vélez. Ni una palabra extrae el potencial de ambas mujeres como boleristas, pese a que fue una de las contadas incursiones de Forero como compositora en el género romántico, y que Díaz, la quien podríamos llegar a considerar la mejor cantante de boleros del país, no se desarrolló plenamente en el género como sí lo hizo en muchos otros.
El bolero está ahí, no se va a morir ni se muere. No solamente marca una generación sino un estado de ánimo de siempre, del hombre. El hombre sigue siendo un sentimental, nosotros los latinoamericanos somos grandes sentimentales y el bolero es la expresión de lo nuestro, dice Esther Forero en entrevista con Orlando Mora. Por la misma vía Matilde le cuenta a su biógrafo José Portaccio: para mí el bolero significa amor romántico. Uno vive cada letra la vive, sea de decepción, de amor, infidelidad o lo que sea, de todas maneras es amor. Mientras que haya amor existirá el bolero, porque es la forma de decirle a alguien te quiero, te amo, te espero. Yo creo que el bolero nunca pasará de moda. Ambas coinciden en lo mismo: pase lo que pase el bolero va a seguir siendo la máxima exaltación musical del amor y de los sentimientos de los latinoamericanos.
Y YA PA' QUÉ
En todas las etapas de la carrera de Esther Forero hay canciones dedicadas a Jorge Artel. Esta, aunque de una etapa tardía de su carrera, también habla de esa relación. Cuenta Tonny Montealegre –una de las personas más cercanas a Esther Forero en la última etapa de su vida– que en la década de los años 80, en Barranquilla, Artel había vuelto a Colombia y solía encontrarse con Forero en tertulias, presentaciones y otras actividades organizadas por amigos en común. Aunque su relación sentimental había terminado mucho tiempo atrás, conservaban una amistad. En uno de estos encuentros, Artel se le acercó a Montealegre y le pidió que le entregara un papel doblado a Esther. Ella ni siquiera lo abrió, e inmediatamente lo arrojó a la basura.
Aparentemente, no era la primera vez que pasaba, pero para entonces ella no tenía interés alguno en volver atrás. Habían pasado años y cada uno había construido su vida por separado, ya era tarde. Ante esa situación, Esther responde con humor y desparpajo: y ya pa qué… Eso narra Forero explícitamente en esta canción, con el orgullo y el sentido de dignidad que siempre la caracterizó. He escuchado varias veces a Álvaro Suescún, biógrafo de Esther, reclamarle con vehemencia a Tonny: ¿Porqué no abriste ese papel?
Esta canción fue grabada inicialmente por Joe Arroyo con la agrupación Los Líderes, en una versión más lenta. Luego, en 1995, la llevaron al disco los dominicanos Milly y Los Vecinos, en uno de los mejores y más originales arreglos que Rafael Quezada, director de la agrupación, ha hecho con la orquesta. Los Vecinos grabaron muchas canciones de Esther Forero, además de La guacherna y Volvió Juanita. Y ya pa qué es una de muchas que pasaron desapercibidas. Realmente no hay fórmulas para un hit, pero yo creo que se dieron condiciones muy orgánicas y naturales entre Esther Forero y Rafaelito y yo para realizar lo que la gente conoce como la música de Esther Forero, dice Milly Quezada acerca de esto.
TOTÓ Y LA MOHANA
La Mohana es una figura femenina muy importante en la cultura de los indígenas Mokaná. En el libro El rastro femenino en el archivo Mokaná, la filósofa Clara Valencia explica que para estos indígenas la mohana era una sacerdotisa de un poder tal que todos respetaban y reconocían. Las crónicas de historiadores, antropólogos y arqueólogos citados por Valencia señalan que las mohanas podían hablar con el demonio, curar enfermedades soplando el cuerpo de los pacientes, responder a las consultas del pueblo, velar por el bienestar del grupo, sacar los malos espíritus y evocar otros, organizar fiestas y dirigir danzas.
La Mohana —versión femenina del Mohán— es también una popular leyenda mitológica de los ríos colombianos. Según dicen, esta mujer de cabellos largos vive bajo el agua de los afluentes, rapta a los niños que llegan a bañarse y se los lleva a vivir con ella en una casa de piedra bajo el agua.
Sonia Osorio, célebre coreógrafa y gran amiga de Forero, le encargó la realización de la música para su ballet folclórico, que debía estar inspirada en los mitos y leyendas del Caribe colombiano. La artista recurrió a sus investigaciones previas y de estas salió esta canción basada en La Mohana. Es posible que Esther Forero haya tenido algún acercamiento con los Mokaná, pues a finales de los años 30 y a principios de los 40, cuando ella realizaba sus investigaciones por esas tierras, la comunidad aún habitaba su territorio ancestral.
El tema se bailó en el montaje del ballet de Osorio y, posteriormente, se grabó y popularizó a nivel internacional con una de las voces más representativas de nuestro folclor, Totó la Momposina. En la canción, Forero habla de esta leyenda rindiéndole un homenaje a este fuerte símbolo femenino que es La Mohana.
GABRIEL ROMERO & JUANCHO VARGAS
Por qué lloras, José Modesto? es una de las canciones más poderosas en el repertorio de Forero y, paradójicamente, una de las más desconocidas. Esta canción le dio un triunfo en el Festival de la Canción de Villavicencio, que sirvió como empujón para salir del duelo de la muerte de su hijo Iván y volver a la vida musical. En entrevista con Orlando Mora, Forero sostuvo lo siguiente: el Festival de Villavicencio me dio a mí grandes oportunidades para expresar lo que yo quería, me gané un primer premio con Gabriel Romero, que es mi hijo artístico. Romero fue el intérprete y el maestro Armando Velásquez, el arreglista. El tema fue merecedor de tres premios Centauro de Oro: a mejor canción, mejor arreglo, para Velásquez, y a mejor intérprete, para Gabriel Rumba Romero, quien llegó a ser un importante exponente de la música tropical en Medellín.
La única grabación que se conoce del tema —en voz de Romero y en compañía del Combo Moderno de Juancho Vargas— apareció en un formato de 45 rpm, escasamente distribuido: el fonograma es casi imposible encontrar. La canción se grabó en las sesiones del disco ¡En plena fiesta! que sí llegó hasta un público nutrido y que representó uno de los pasos fuertes al inicio de la carrera de Romero. Lastimosamente, el tema no se incluyó en el LP.
El lado B del sencillo es una primera versión de “La Guacherna”, tema que más adelante sería uno de los éxitos más grandes de la carrera de Forero. Esta versión primigenia es totalmente distinta en letra y música a aquella popularizada a nivel mundial por Los Vecinos. Si bien la autora la descartó completamente para componer la segunda versión, rescató su melodía para la canción “Sin lugar en el cumbión”, incluida en el disco Érase una vez en la Arenosa. La canción “Sin lugar en el cumbión” refleja la preocupación de la artista por la desigualdad social durante los carnavales de Barranquilla.
Las piezas musicales que proyectan el criterio político y social de Forero corresponden a una etapa en la que demostró interés por inscribirse en la canción de autor que motivara a las personas a valorar sus costumbres y la herencia de sus antepasados. Así se lo contó a Orlando Mora: En esta tercera y última salida de Esthercita voy marcando la pauta de lo que quiero: hacer quedar bien a Colombia afuera pero ya no para que bailen sino para que sientan, para que piensen. Nosotros los latinoamericanos tenemos que encontrarnos. Por qué lloras José Modesto? es una canción que invita a pensar. Su letra habla desde la experiencia de un campesino sobre migración, desplazamiento forzado, la pobreza y la resistencia ante la adversidad. Mucho de la obra desconocida de Esther Forero tiene el propósito de hacer a la gente pensar antes que bailar. Una faceta que le es desconocida a quienes por años la han reducido a ser la autora de La guacherna y la música que bailan en las fiestas de su ciudad natal.
Este texto corresponde al último capítulo del libro Esther Forero. La caminadora, de la investigadora musical Daniella Cura, publicado hace exactamente un año por la editorial bogotana Artimaña. Un trabajo que a través de su acercamiento a la vida y la música de esta compositora y de otras mujeres artistas, ha propiciado espacios de conversación en torno al enfoque de música y género, poco explorado en Colombia.