Bobby de Castro
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En el arte del transformismo en Cuba, Bobby D'Castro es uno de los nombres recurrentes en la escena cubana anterior a 1960. Como artista, Horacio Ulloa Acevedo (Cuba, 12 feb. 1925 – Miami, 23 agosto 1987) comienza a construir su personaje en los años 50, presentándose en night-clubes habaneros. De esos años data la sesión de fotos que hizo ante el lente de Armand, el fotógrafo de las estrellas, de la cual ésta es una de las mejores fotos, en la que muestra la esencia de su estilo al asumir a una verdadera latin diva. Pronto Bobby decide ampliar sus horizontes artísticos: algunas fuentes lo ubican viajando a Nueva York a finales de los años 40. En 1955 está actuando en el Club 82, de Nueva York junto a otro transformista cubano, René del Río.
En agosto de 1959 comienza una gira por Asia, que lo lleva a Japón, Hong Kong, entre otros sitios. En una carta que le envía al director de la revista Show, fechada en setiembre de ese año, da detalles de su trabajo en el club Queen Bee y Gimbasha, en Tokio. En ambos actúa junto a las muchachas del ballet del Nichigeki Theater, con las que hace mambos y cha cha chás, que las japonesas bailan de maravilla. Con este espectáculo se presentan en otras ciudades japonesas, como Osaka y Kioto.
Bobby D'Castro era un intérprete consumado y un bailarín que contaba con una sólida formación. No volvió a Cuba después de la llegada de Fidel Castro al gobierno de Cuba. Continuó trabajando en Estados Unidos; en sus shows hace caracterizaciones y escenas como stripper.
Su colega David de Alba, en un blog comenta que aún se recuerdan las actuaciones de Bobby D'Castro en el club Finoccio, donde cada noche llevaba a la audiencia a un auténtico delirio con sus ingeniosos trucos y soluciones totalmente imprevistas para dar originalidad a su actuación, como su famoso número donde salía del interior de un gigantesco gorila, inspirado en una escena similar protagonizada por Marlene Dietrich en un filme de los años treinta. Bobby D'Castro sabía cómo provocar y asombrar a su auditorio, pero por igual gustaba demostrar que en realidad, era un hombre, y no una mujer Y eso también tenía un momento obligado en sus shows. Admiraba profundamente a Judy Garland y otras estrellas del musical norteamericano, de las que aprendió en su carrera.
Como muchos, la obsesión por el paso del tiempo lo llevó a cirujías y cambios en su cuerpo y en su piel, hasta que decidió retirarse y mudarse a Miami, después de pasar por California, haciendo trabajos que le alejaron de su arte. Pero volvió a los escenarios, en el show del Montecarlo Hotel, que mantenían la memorable pareja Olga y Tony (Olga Chorens y Tony Álvarez), pero enfermó poco después y muere a los 62 años de edad. El legado de Bobby D'Castro se halla en su sentido histriónico y en sus dotes de buen actor y mejor bailarín, y su carisma, que le llevó en los años en que reinó en el Club 82, a ser referente de los jóvenes que se iniciaban en el transformismo en Nueva York.(RM)
Fuentes: Revista Show. Enero y julio de 1956; octubre de 1959.
http://www.david-de-alba.com/decastro.htm