Tres bárbaros en un jeep
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En 1946, tres payasos españoles llegaron en La Habana desde Cádiz por un contrato de cuatro meses que se convertiría en una estancia de 13 años en la isla. Sus nombres artísticos: Gaby, Fofó y Miliki. Los tres eran hermanos herederos de una tradición circense que remontaba al siglo XIX. Su padre, Emilio Aragón Foureaux, ya era miembro del trío cómico Emig, Pompoff y Thedy, formado con sus dos hermanos José María y Teodoro Aragón Foureaux. Emilio había creado un tipo de payaso, “el negrito cubano”, actuando con la cara pintada de negro, vestido de un traje de botón y hablando con acento afro-cubano. A su vez, era hijo del cómico Gabriel Aragón Gómez “El Gran Pepino” y de Virginia Virginia Foureaux, amazona equilibrista, hija de Jean-Philippe Foureaux, un oficial jefe de caballería del ejército sueco y experto domador, además de fundador del Grand Cirque Foureaux.
Gabriel Aragón (Gaby), nacido en Madrid el 3 de julio de 1920, era el mayor de los tres hermanos, y se había iniciado en solitario a los 14 años con el nombre de Homobono. En cuanto sus cadetes tuvieron uso de razón, en 1939, - Alfonso y Emilio habían nacidos respectivamente en Madrid el 7 de febrero de 1923 y en Carmona, Sevilla, el 4 de noviembre de 1929-, formó con ellos el trío Gaby, Fofó y Emilín. Gaby asumía la función del clown, Fofó el del augusto y Emilín el de contraugusto. Más adelante, Emilio adoptó definitivamente el nombre artístico de Miliki. Debutaron en el Circo Romero que giraba en el Levante, y luego en el Ciro Borza en Extremadura, y en el Circo Alegría en Andalucía. De 1943 a 1945, actuaron en el mítico Circo Price de Madrid.
En 1946, desolados por la muerte de su padre -ya habían perdido a su madre en 1930-, aceptaron un contrato de cuatro meses en Cuba con el Circo Santos y Artigas. El 28 de octubre de ese mismo año, desembarcaron en la isla, llenos de ilusiones para conquistar con su humor el público que había sido la fuente de inspiración de su querido patriarca. En La Habana actuaron en los principales locales y pronto tuvieron su propio programa radial, “Radio Circo” (programa de Unión Radio), siendo tal vez los primeros artistas haciendo radio vestidos de payasos. De hecho, sus números no siempre eran visuales; cantaban marchas, canciones infantiles y pasodobles, y sus diálogos estaban repletos de sonidos cómicos de los múltiples instrumentos que tocaban.
En 1947, 26 años después de que su padre y sus tíos actuaran en el Teatro Iris de México, Gaby, Fofó y Miliki viajaron a la capital azteca para actuar en el Teatro Follies Bergère. En México, participaron en su primera película, la comedia “El nieto del Zorro”, estrenada el 27 de marzo de 1948, en la que Gaby asumió el papel del legendario personaje mexicano, y sus hermanos, el de sus hombres de confianza. En 1949, tras concluir su gira sudamericana, regresaron a Cuba y al año siguiente participaron en la nueva aventura tecnológica, actuando en Unión Radio-Televisión (Canal 4), el primer canal de lengua hispana y propiedad del magnate Gaspar Pumajero. Al carecer la cadena de estudios de televisión, los tres payasos presentaban su show Telecirco desde la 5 hasta la 7 de la tarde desde el teatro Alcásar de La Habana. El programa lo dirigía el dramaturgo, actor, escritor y director de televisión, Antonio Emilio Vázquez Gallo. El éxito era tal que los tres payasos estaban en el ranking de los artistas mejor retribuidos económicamente en los albores de la televisión cubana. Una prueba de su popularidad creciente fue una serie de tres discos que grabaron a finales de 1951 y principios de 1952 con la RCA Victor. En marzo de 1952, tras un viaje a Miami, rompieron su contrato con el Canal 4 (vencía en febrero de 1953), para pasar a la cada vez más poderosa CMQ-TV y su Canal 6. Ahí debutaron el programa “Aventuras de Gaby, Fofó y Miliki”, producido por la publicitaria OTPLA y patrocinado por los productos electrónicos Dumont.
Pero tal vez hartos de que se les valoraran más como excéntricos musicales que como payasos, fundaron en 1954 su propio circo “Gaby, Fofó, Miliki”, más tarde el magnificente Circo Nacional de Cuba, que solía instalarse durante la temporada de invierno en las céntricas confluencias de las calles San Lázaro e Infanta, y Belascoaín y Carlos III. Demostraban así que lo suyo, lo que les apasionaban, era antes de todo y por cuarta generación consecutiva el arte popular circense.
No obstante, en agosto del mismo año se anunció su participación protagonista en una película que nada tenía que ver con el circo, y ni mucho menos su título: Tres bárbaros en un jeep. Fue producida a través de Exclusivas Diana por el director español Manuel de la Pedrosa (Hotel de muchachas, Cubana canta y baila) y el guionista Pedro Pablo Chávez (Rincón criollo), a los que se añadió Carlos Botta, empresario del teatro Aguilera de Santiago de Cuba, así que Francisco Ferrá Aguiló y Nelson Vázquez. Para financiar la película, el proyecto se montó como una cooperativa en los que todos los que participaban cobrarían una parte de los beneficios una vez reembolsados los gastos de producción. Junto a Manuel de la Pedrosa, se encargó del guion el humorista Juan Ángel Cardi, basándose en algunas ideas de Gaby, Fofó y Miliki. La música de fondo contó con los arreglos de Osvaldo Estivil y el tema principal fue compuesto por Julio Gutiérrez. Al reparto encabezado por el trío cómico español, se sumaron la cantante Martica Rams, Pilín Vallejo, Julita Muñoz, Mario Martínez Casado y otras personalidades de moda de la televisión nacional. Su rodaje se terminó en octubre de 1954 y fue estrenada el 29 de agosto de 1955 en el Teatro Nacional de La Habana en una función alternando con un mano a mano entre el cantante Benny Moré y el bolerista mexicano Fernando Fernández. Pero a pesar de la popularidad de sus protagonistas, de sus frases promocionales superlativas como “Un bombardeo atómico de carcajadas para grandes y chicos”, de la inserción en la película de escenas en color, y sobre todo del hecho que fue la sola película nacional del año 1955, Tres bárbaros en un jeep fue un fracaso comercial y crítico. En la Guía Cinematográfica cubana de 1955 se puede leer la apreciación artística : “El tema es una tontería y el desarrollo pésimo. La película adolece de gran lentitud. Fotografía mala, sonido peor aún. Montaje muy deficiente. Interpretación forzada. MALA”; y el juicio moral: “Comedia insustancial a la que, para darle un toque de ‘sal’, se le añaden escenas en los estudios con coristas en trajes un tanto ligeros, usuales en los ensayos. JOVENES.”
Pero los tres payasos no se desesperaron y siguieron otros cuatro años hiperactivos en Cuba, hasta finales del año 1959, actuando en el famoso Tropicana, animando otros programas como “El circo de Valencia” o “Fiesta en el Coney Island”, agrandando su circo, abriendo una pastelería en el Vedado y procreando una quinta generación destinada a mantener la tradición familiar que tanta fama les dio. Los siguientes escenarios de sus hazañas humorísticas fueron las televisiones de Puerto Rico y Argentina, hasta su regreso en 1972 en España donde fueron contratados por la Televisión Española para animar “El gran circo de TVE”, programa que alcanzó tal popularidad que duró hasta 1983 (al final con el título de “El mundo loco de los payasos”), con algunas renovaciones generacionales, hasta la disolución definitiva del grupo.