Affair in Havana

Formato: Insert (36 x 91 cm)
País distribución: Estados Unidos
País origen: Estados Unidos
Año: 1957
Featuring:
Laslo Benedek - Dirección
Jesús Pérez - Músico(s), Tambor batá
Giraldo Rodríguez - Músico(s), Tambor batá
Virgilo Rámirez - Músico(s), Tambor batá
Alberto Zayas Govin - Músico(s), Compositor(a)
Richard Goldstone - Producción
Janet Green - Historia
Burton Lane - Guion
Maurice Zimm - Guion
Allied Artists - Distribución
Alan Stensvold - Fotografía
Ernest Gold - Música
John Cassavetes - Intérprete
Raymond Burr - Intérprete
Sara Shane - Intérprete
Lilia Lazo - Intérprete
Celia Cruz - Cantante(s)
Descripción:

Affair in Havana: el título es tentador. Un film noir ambientado en la Cuba de los años 50, en una época en la que en la que no sólo la vida nocturna y musical de la perla de las Antillas estaba en su momento álgido, sino que la situación económica era difícil y la corrupción política endémica. Todos los sectores estaban minados por el hampa. A la cabeza del país estaba el gobierno del general Fulgencio Batista que, apoyado por Washington, tomó el poder por la fuerza en marzo de 1952, al darse cuenta de las pocas posibilidades que tenía de hacerlo por la vía legal. Ya en enero de 1934, una junta militar presidida por Batista (que entonces era coronel), había derrocado el gobierno provisional y colocado en su lugar un régimen pro-americano. Aunque Batista no tenía funciones en la jerarquía orgánica del gobierno, era entonces, como jefe de estado mayor, la eminencia gris de los presidentes sucesivos Carlos Mendieta y Miguel Mariano Gómez, el verdadero dueño de Cuba. Estableció acuerdos duraderos con el crimen organizado y La Habana se ganó rápidamente el sobrenombre de "Las Vegas latina". En 1938 Batista encargó a Meyer Lansky, llamado "The Ganglang finance chairman" (tesorero del Sindicato nacional del crimen), junto con Lucky Luciano, Frank Costello y Bugsy Siegel, que reactivara algunas empresas "bajo control militar": dos casinos – uno de ellos el Nacional – y la pista de carreras de Oriental Park, que estaban alicaídos. En 1940, Batista fue por fin elegido presidente, venciendo a Ramón Grau San Martín del Partido revolucionario cubano, pero perdió las elecciones de 1944 a beneficio de su viejo adversario. Sin embargo, el Estado ya estaba bien minado y el mandato de este último estuvo marcado por escándalos financieros, corrupción, el mercado negro y el gangsterismo en el seno de los sindicatos. En la navidad de 1946, Lucky Luciano, expulsado de los Estados Unidos, resurgió en Cuba. La flor y nata de Nueva York y de Chicago se encontró con él en el hotel Nacional donde se organizó una velada, con Frank Sinatra como cantante, en la que se juntaron mafiosos como Frank Costello, Vito Genovese, Santos Trafficante, Moe Dalitz y otros. Este sistema continuó bajo el mandato del presidente Carlos Prio Socarras, antiguo ministro de Trabajo de Grau San Martin, al poder de 1948 a 1952.

El descontento popular estaba al límite y se denunciaba la corrupción generalizada. En 1952, Batista se presentó de nuevo a las elecciones pero los sondeos le eran netamente desfavorables, situándolo por detrás de Roberto Agramonte y Carlos Hevia. Batista fomentó entonces un golpe de estado, que tuvo lugar el 10 de marzo de 1952, apoyado por una franja nacionalista del ejército. Durante dos años, fue el presidente por interinidad. Si bien el nuevo gobierno fue reconocido rápidamente por varios países, entre ellos los Estados Unidos, en el interior fue rechazado. Así, el 26 de julio de 1953, unos rebeldes encabezados por un abogado, Fidel Castro, intentaron sin éxito asaltar el cuartel de Moncada, en Santiago de Cuba. Tres guerrilleros de Castro murieron en el combate y otros 68 fueron ejecutados sumariamente. El mismo Castro fue detenido, pero se benefició de la intervención del arzobispo de Santiago que le evitó al ejecución. Dos años más tarde, fue amnistiado por Batista y exiliado. En 1954, Batista se hizo elegir presidente de la república sin oposición, tras la retirada del ex-presidente Ramón Grau San Martín, que hizo un llamamiento al boicot para protestar contra la corrupción del régimen.

La pobreza no dejaba de aumentar, al igual que el juego y la prostitución, controlados por las bandas norteamericanas. Meyer Lansky controlaba el juego en el Tropicana, el Hotel Nacional, el Sans Soucí, y otros casinos. Batista confió el monopolio de las máquinas a su cuñado. En diciembre de 1956, Batista y Lansky pusieron la primera piedra del Riviera, casino de casinos. Lucky Luciano reconoció en sus memorias que la mafia pagaba cientos de millones de dólares a Fulgencio Batista por las concesiones de juego, pero el jefe de policía, los oficiales y los agentes simples también sacaban tajada.

Durante ese tiempo, Fidel Castro, recibió el apoyo creciente de la población, incluidos los grupos de la burguesía, sobre todo en la provincia de Oriente.

Fue en este ambiente hostil pero rico en elementos "cinegénicos" que se rodó Affair in Havana. Desgraciadamente, la película no da más que una imagen de postal de la isla; la del destino tranquilo de los americanos ricos que se anima llegada la noche, regada por daiquiris y mojitos, al son de la rumba, del chachachá y del mambo. Hubiese hecho falta algo más de valor y algún activista del séptimo arte, de la talla de Abraham Polansky, Bob Roberts, Robert Rossen, John Garfield, Robert Parrish o Dalton Trumbo, para convertir un film noir turístico en película de protesta social al estilo de Body and Soul (Cuerpo y alma, 1947) o He Ran All the Way (Yo amé a un asesino, 1951). Producida por Carl Dudley a través de su compañía Dudley Pictures Corporation, Affair in Havana no podía tomar otra orientación. Dudley era conocido por sus numerosos reportajes costumbristas realizados por todo el mundo: Alemania, Bali, Bélgica, Ceilán, Chile, Dinamarca, Egipto, España, Filipinas, Formosa, Francia, Gibraltar, Haití, Hawai, Holanda, Hong Kong, India, Inglaterra, Italia, Jamaica, Japón, Noruega, Panamá, Portugal, Puerto Rico, Singapur, Suecia, Suiza, Tailandia y Venezuela entre otros destinos. De hecho, murió viajando, en un accidente de avión en Hong Kong en 1975. Antes de Affair in Havana, el único largometraje suyo que se conoce es Tobor The Great (Tobor el grande, 1954), una película de ciencia ficción que produjo y cuya historia escribió.

Dudley nunca hizo películas "políticas", y la idea seguramente jamás se le ocurrió. En Cuba, además no podía alzar la voz, pues su proyecto fue en parte financiado ("amordazado ") por el Estado cubano a través del BANFAIC (Banco de Fomento Agrícola e Industrial de Cuba), un organismo creado en 1950, que atiende solicitudes de préstamos de productores de películas pero dándoles igual tratamiento que a otros industriales. El BANFAIC no vio con agrado el negocio del cine, pero concedió a Carl Dudley un crédito de un millón de dólares para hacer tres películas. Dudley, además de descorchar una botellita de champagne, rebautizó su compañía para la ocasión: Dudley Pictures International Corporation of Cuba, S.A. Su primera producción fue Affair in Havana, anunciada oficialmente con el título de The Passionate Prisoner, el 2 de junio de 1956, en la revista profesional Box Office. El artículo especificaba: "Carl Dudley dice tener planes para expandir su compañía en Cuba, con un plan de trabajo de tres o cuatro películas por año." Era el momento en que los rodajes en Cuba estaban de moda, pues se pretendía conseguir una buena imagen de la isla y atraer turistas: Samuel Goldwyn Jr. produjo en ese momento The Sharkfighters (Costa de tiburones) de Jerry Hopper, con Victor Mature; la compañía independiente Monteflor Inc. produjo The Big Doodle, con Erroll Flynn en el papel de un crupier atrapado en un montaje y que debe luchar a la vez contra gángsteres y policías; y Warner Bros. estaba en plena producción de la adaptación de la novela de Hemingway The Old Man and the Sea (El viejo y el mar) con Spencer Tracy. Incluso el director de serie Z Roger Corman, siempre olisqueando los buenos negocios, anunció ese mismo año 1956, el rodaje en Cuba de Female Fury, en coproducción con los hermanos Woolner y con un guion de Jack Dewitt. El proyecto no llegó a ver la luz.

Para rentabilizar al máximo su primer viaje a la isla, Carl Dudley dirigió el documental Viva Cuba, escrito por Herman Boxer y rápidamente revendido a Universal. En cuanto a Affair in Havana, que cambió de título por el camino, el Box Office del 21 de julio de 1956 decía: "Raymond Burr ha sido contratado por la Dudley Pictures de Cuba para protagonizar The Fever Tree, que dirigirá Laszlo Benedek para el productor Richard Goldstone. En el guion de Barry Trivers, basado en una historia original de la escritora británica Janet Green, Burr interpretará a un magnate de los negocios americano y paralizado que se instala en Cuba, donde planea matar a su mujer y a su supuesto amante. El rodaje comenzará el 6 de agosto en La Habana, y alternará esa localización con la de los interiores cerca de Matanzas." El 11 de agosto del 1956, la misma revista anunciaba la elección del protagonista: "John Cassavetes ha sido contratado por el productor Carl Dudley para protagonizar junto a Sara Shane y Raymond Burr The Fever Tree, una película de aventuras que empezará a producirse en Cuba el mes que viene.

Nacida en 1914, Janet Green había publicado algunos cuentos antes de los dieciséis años, pero a partir de 1931 comenzó una carrera de actriz de teatro. Después de la guerra, volvió a la escritura y empezó a escribir para teatro y cine. El 6 de abril de 1956, entregó un primer guion de The Passionate Prisoner, y un segundo, modificado, veinte días más tarde. Lo que no queda claro es si cuando escribió el argumento, sabía que la película iba a rodarse en la Habana. La llegada de un segundo guionista, en este caso Barry Trivers en un primer momento y después Maurice Zimm (el otro guionista que aparece en los créditos, Burton Lane, curiosamente, era un compositor) parece confirmarlo. En efecto, después de la llegada de Zimm, especializado en películas con destinos exóticos como Jeopardy (Astucia de mujer, 1953) o Creature from the Black Lagoon (La mujer y el monstruo, 1954), el guion cambió de nuevo de título adoptando el de Streets of Havana.

El argumento es el siguiente: Nick Douglas, un músico y compositor americano que trabaja como pianista en el restaurante de un hotel en la Habana, es invitado a sentarse en la mesa de Mal Mallabee y su esposa Lorna. Mallabee, confinado a una silla de ruedas a causa de un accidente de navegación, acaba de regresar de los Estados Unidos. Lo que Nick y Lorna no saben es que Mallabee, un rico hombre de negocios y propietario de una plantación, contrató a un detective privado, Rivero, para que les siguiese durante su ausencia y sabe que ella y Nick tienen una relación. Mallabee felicita a Nick por su música y le invita a su plantación a pasar un fin de semana de fiesta protagonizado por la música cubana. Al día siguiente, Mallabee y Lorna regresan a su lujosa hacienda y son recibidos por su sirviente, Manuel Valdes, y su mujer Fina. Lorna, que hace tiempo que es infeliz en su matrimonio, pide el divorcio y Mallabee se lo concede con la condición de que renuncie a cualquier compensación económica. Cuando Lorna se niega, Mallabee le dice que en ese caso “tendrá que esperar a que se muera.”

Nick llega a pasar el fin de semana en autobús desde la Habana, seguido por Rivero. En la hacienda, en un momento en que Nick y Lorna están solos, él le pregunta por qué no le había dicho que su marido estaba paralizado. Nick se siente incómodo tanto por la condición de Mallabee como por la decepción de Lorna y quiere terminar con la relación. Mientras tanto, Rivero le enseña a Mallabee las filmaciones que tiene de Nick y Lorna en diferentes lugares de la Habana. Esa misma noche, Mallabee continúa jugando al gato y al ratón con Nick y Lorna. Por la noche cuando los amantes se encuentran en la playa, ella le dice a Nick que está segura de que su marido sabe lo de su relación. A partir de ahí comienza una carrera criminal entre el matrimonio Mallabee: ¿cuál de los dos conseguirá deshacerse antes de su conyuge? ¿Mal, para vengarse de su esposa infiel sospechosa de haber provocado un accidente para matarle, o Lorna, que sabe que su marido sabe de su infidelidad y no quiere perder su herencia?

Así pues, el "Affair", no tiene nada que ver con las entrañas podridas de La Habana de la segunda mitad de los años 50, con sus mesas de juego mantenidas por el hampa, su dinero negro y el blanqueo, sus arreglos de cuentas, sus diez o veinte mil prostitutas que recorren las calles estratégicas y pueblan los burdeles de Colón, más numerosos en ese barrio que los bares y los restaurantes. El "Affair" no es más que un romance, en realidad bastante banal, que sale mal y está mal rodado por el húngaro Laslo Benedek -que tuvo días mejores- azotado por el sol infernal del mes de agosto de la Habana. Tras el prometedor film noir Port of New York (Puerto de Nueva York, 1949), Benedek se había ilustrado por la adaptación de la obra de Arthur Miller Death of a Salesman (La muerte de un viajante, 1951). Y es conocido sobre todo por The Wild One (¡Salvaje!, 1953), una película ingenua de moteros que saltó a los titulares del momento e hizo de Marlon Brando un ícono de rebeldía. En su Affair in Havana, Benedek se contenta con mostrar el hotel Nacional, el aeropuerto José Martí, y algunas imágenes del hotel Ambos Mundos y de la plaza de la catedral, filmadas con la cámara letárgica del director de fotografía Alan Stensvold.

Por suerte, Raymond Burr, incluso en silla de ruedas y con el pelo teñido de blanco (o rubio), no pierde ni un ápice de su carisma e incluso deja en la sombra -casi demasiado- a John Cassavetes. Sara Shane, que interpretó a Lorna, explicó en una entrevista que le hizo Michael Barnum: “Uff, ese fue otro (rodaje) horrible, pero en realidad me lo pasé de maravilla haciendo la película. Para empezar en esa época estaba casada y estuve encantada de alejarme de mi marido. ¡Totalmente encantada! Y me quedé muchísimo tiempo en La Habana ¡disfrutando de ello! (risas). Además, Raymond Burr actuaba en la película. Era un encanto. Le adoraba y era un placer estar con él. En cambio, John Cassavetes era horrible y me odiaba. Creo que en parte se debía a que era más alta que él. Medía lo mismo que yo pero con zapatos a mí se me veía más alta. Sin embargo, era muy buen actor. El resto del equipo era fantástico. En Affair in Havana se suponía que yo estaba locamente enamorada del personaje de John, pero casada con el personaje de Ray, al que odiaba. Eso era un problema pues en realidad estaba loca por Ray, ¡y John no me gustaba! (risas)”.

Harto de hacerse matar en sus últimas dos películas (la otra era Crime of Passion con Barbara Stanwyck), Raymond Burr casi abandonó el cine el mismo año en que se estrenó Affair in Havana para pleitear como abogado al timón de la serie Perry Mason.

En cuanto a Cassavetes, tras demostrar en Crime in the Streets (1956) y Edge of the City (Donde la ciudad termina, 1957) que cuando se le daban papeles con más amplitud, sabía interpretar, pasó detrás de la cámara y a la posteridad encadenando las obras maestras Shadows (Sombras, 1959), Too Late Blues (1961), A Child Is Waiting (Ángeles sin paraíso, 1963), Faces (1968), Husbands (1970), Minnie and Moskowitz (Así habla en amor, 1971), A Woman Under the Influence (Una mujer bajo la influencia, 1974) y Opening Night (1977).

Sara Shane, por su parte, había estado contratada por la MGM a finales de los años 40, apareciendo en varias de las grandes películas musicales del estudio bajo su verdadero nombre, Elaine Sterling, antes de cambiárselo a Sara Shane y firmar un contrato de un año con Universal-International con quien hizo algunas películas menores. Consiguió mejores papeles cuando empezó a trabajar por su cuenta, pero las películas no eran necesariamente mejores. La cima de su carrera la alcanzó cuando fue seleccionada para interpretar a Jane en Tarzan's Greatest Adventure (La gran aventura de Tarzán, 1959).

El otro papel femenino, el de Fina, contrapunto salvaje de la rubia Lorna, lo hizo una actriz cubana poco conocida fuera de la isla, Lilia Pazo. Estrella de la radio y de la televisión, en 1952 había sido elegida mejor actriz dramática y de comedia por la Asociación de Televisión Cubana. En 1959, fue la actriz principal del primer largometraje dirigido bajo el régimen castrista, La vida comienza ahora (estrenada en 1960), antes de exiliarse a los Estados Unidos.

Destacamos también la presencia de la célebre cantante Celia Cruz. Su talento musical ya era evidente en películas como Rincón criollo (1950), de Raúl Medina, cuando todavía formaba parte de la Sonora Matancera; Piel canela (1953), de Juan J. Ortega, con Sarita Montiel; Una gallega en La Habana (1955), de René Cardona; Olé Cuba (1957), de Manuel de la Pedrosa. En Affair in Havana canta dos números de genuino sabor afrocubano y atípicos para una película norteamericana. En efecto, en lugar de escoger un chachachá o un mambo, dos ritmos muy en boga en la época del rodaje, los productores, seguramente bien aconsejados, prefirieron decantarse por temas más roots, más cargados de misterio, pues estaban dedicados a las deidades afrocubanas de la santería y eran interpretados únicamente por instrumentos de percusión, como los batás, tambores considerados sagrados. En la época del rodaje, eran raras las grabaciones en las que pudiesen oírse esos tambores. El pianista Bebo Valdés intentó lanzar un ritmo popular utilizándolas, la batanga, pero fracasó. Sin embargo, la Panart había grabado y publicado al final de los años 40 y 1954 varios temas religiosos interpretados por Merceditas Valdés, Caridad Suárez y Celia Cruz, acompañadas por los coros de Obdulio Morales y Alberto Zayas Govín, y los tambores batás de Jesús Pérez. Algunas de estas grabaciones eran parte del álbum de 78 rpm “Toques de Santos” y fueron reeditas a finales de los años 50 en el LP “Santero”. En el texto de portada podemos leer que los batás son "instrumentos de percusión de los más respetados y admirados por los creyentes de la religión africana que representan sus ritos, ya que son de los más primitivos, pues llegaron a Cuba traídos por los negros esclavos que llegaron a esta Isla procedentes de las costas de Oro de África. […] Tienen que ser tocados por personas muy vinculadas a esta religión." Los batás, que tienen forma de reloj de arena, son siempre tres, el tambor principal, que lleva en su boca más ancha una serie de cascabeles, y se llama Illá o Iyá, y los otros dos, de mayor a menor, Omelé (o Itótele) y Okómkolo. En la película, los que lo tocan parecen ser los maestros Giraldo Rodríguez (Iyá), Jesús Pérez (Omelé) y Virgilo Ramírez (Okómkolo), y el grupo que aparece en la introducción y el final de la película, es el de Alberto Zayas Govín "El Melodioso", otra figura de la música folklórica afrocubana y que firma las dos canciones de la película.

El 10 de octubre de 1956, la revista Variety informó que había terminado el rodaje en la Habana de The Fever Tree. En los Estados Unidos, fue distribuida un año más tarde, bajo el título definitivo de Affair in Havana a partir del 1 de octubre de 1957, por Allied Artists. En Cuba, como explica Arturo Agramonte en su libro Cronología del cine cubano (ediciones ICAIC, Cuba, 1966), fue distribuida bajo el título de El árbol de la fiebre por la productora mexicana Pelimex, “que tenía un contrato con Allied de todo su material fílmico, presentándolo como relleno de las películas mexicanas. Esto hizo que en Cuba El árbol de la fiebre fuera presentada en cines de segunda y tercera categoría siendo sus recaudaciones muy bajas. En su exhibición en los Estados Unidos corrió la misma suerte."

A pesar de que el guión era fino como un papel de fumar y la puesta en escena inhibida, Affair in Havana bien vale, con el paso de los años, que le echemos un vistazo. Sobre todo por su dúo protagonista masculino, su música auténtica, y por la rareza de las producciones americano-cubanas, incluso en una época en la que el régimen cubano hacía reverencias a Washington. Carl Dudley sería, de hecho, el último productor en aprovechar la esplendidez de Batista, puesto que antes de la llegada del comunismo tuvo tiempo de producir otro proyecto financiado por en BANFAIC, El Señor Salomón y la Reina Cleópatra, basada en una historia de Vivian Connell y dirigida por Don Wels. El 20 de abril de 1959, algunos meses después del golpe de estado de Fidel Castro, la Dudley Pictures, rebautizada para la ocasión El Dorado Pictures, produjo su última película con los 90,000 dólares que le quedaban de la financiación aportada por el BANFAIC, Kiss Her Goodbye (El beso del adiós), una historia psicológica sobre la desintegración de la salud mental de una joven, dirigida por Albert Lipton. Último fracaso comercial y regreso a los Estados Unidos. La oportunidad de dirigir un gran film noir en La Habana, ciudad-decorado que contaba con todos los elementos para ello, se perdió definitivamente. Affair in Havana no fue más que un “affaire” sin importancia. (Tommy Meini)