Vicentico Valdés

ID Colección: 1550
Formato: Fotografía
País origen: Estados Unidos
Año: 1957
Featuring:
Vicentico Valdés - Cantante(s)
Descripción:

Vicentico Valdés es uno de los cantantes que por más tiempo han permanecido en la preferencia y el imaginario de los melómanos cubanos y de habla hispana en general. En Cuba es apreciado más como bolerista, pues son muy pocos los que alcanzan a conocer o recordar su labor como sonero y guarachero. Un programa radial dedicado exclusivamente a su música perduró en el dial durante décadas. Su carrera, sin embargo, transcurre esencialmente fuera de la Isla y se hace de un lugar en la popularidad de la comunidad latina en Estados Unidos y en Latinoamérica donde, al decir del cronista Max Salazar, lo identifican, más allá de su incursión orgánica en otros géneros, como una especie de Frank Sinatra latino, con las palabras amor, romance, ternura.

Vicentico Valdés nace en el barrio de Cayo Hueso, en la calle Espada, para ser más exactos. La mayor parte de los escritos biográficos sitúan con ambigüedad su nacimiento el 13 de diciembre y el 10 de enero de 1918; algunas fuentes lo fijan en 1920; sin embargo, los documentos de naturalización en Estados Unidos indican que vino al mundo el 10 de diciembre de 1918. Ramón y Amparo, sus padres, se percataron de las inclinaciones musicales de Vicentico, quien tempranamente seguía a su propio hermano, el cantante Alfredito Valdés (La Habana, 1908-Nueva York, 1988); y a Cheo Marquetti y a Abelardo Barroso. Los inicios musicales de Vicentico, por tanto, están totalmente ligados al entorno de los sextetos y septetos y al parecer, debuta con el segundo Sexteto Nacional en 1930, patrocinado por su hermano Alfredito.

En los primeros años de la década de los 30 pasa por el Septeto Orbe, creado por Alfredito y en los 40 en el Septeto Los Leones, en el que señala a Vicentico como voz prima y claves, junto al tresero Cristóbal Dobal y Marcelino Guerra. Los inicios soneros de Vicentico se asocian también, según algunas fuentes, a su paso por el Sexteto Jabón Candado y a la invitación que, a los 15 años, en 1936, le hiciera su hermano Alfredito para cantar Flor de ausencia con la orquesta de Cheo Belén Puig, en la habanera radioemisora CMQ, formación en la que después sustituiría a su hermano por poco tiempo.

Vicentico, sin saberlo, va acopiando experiencia diversa al pasar por septetos y conjuntos, cantando sones y guarachas, hasta que en 1942 llega como voz líder a la Orquesta Cosmopolita.

Como otros músicos cubanos en la época, decide probar suerte en México, a donde viaja en 1944, donde trabaja con numerosas formaciones y en todos los sitios donde puede. Entra como cantante en el grupo Son Cuba, creado por el tumbador Modesto Durán. Trabajaría también con las orquestas de Arturo Núñez, Rafael de Paz y Chucho Rodríguez, en numerosos sitios en la llamada época de oro de la música afroantillana en México.

En tierras aztecas, en 1946 y bajo contrato con el sello Peerless, Vicentico hace sus primeras grabaciones: sería un número importante de temas –esencialmente guarachas, sones y afros, cercano todo al estilo que había popularizado Orlando Guerra “Cascarita” en México. Dice mi gallo, Lo último, El tumbaíto y Shampú de cariño serán los primeros en registrarse, con Vicentico como voz principal de la orquesta de Rafael de Paz. Luego, con una llamada Orquesta Tropical fija Tambó, Negra triste, Con un solo pie y Bruca maniguá. Ese mismo año graba también tres temas con la orquesta de Absalón Pérez: Consuélate, La ola marina y Me voy pa’ Chapultepec. Durante 1947 graba poco más de una decena de temas en el mismo estilo con el Conjunto Tropical; dos con el Conjunto Tropical Panchitín y cuatro con el Conjunto Cubanacán, todas también para el sello Peerless. Muchos de estas piezas tuvieron amplia difusión radiofónica a través las presentaciones en vivo que regularmente hacía Valdés con las orquestas de Arturo Núñez, Rafael de Paz y Chucho Rodríguez, principalmente en la estación XEW. Lejos está aún Vicentico Valdés, con estos sones y guarachas, de deslumbrar con su voz romántica.

Sigue pensando que podría intentar una suerte mejor y se desplaza a Estados Unidos en 1947, donde la escena musical latina denotaba una influencia creciente de los ritmos y los músicos cubanos. Noro Morales lo utiliza como cantante en 1947 y en 1948 está en Los Ángeles donde empieza a hacerse popular. Vuelve a México para regresar a Estados Unidos y ya en febrero de 1949 está domiciliado en Nueva York, donde encuentra a músicos coterráneos, como Marcelino Guerra y el percusionista Chino Pozo, un viejo amigo, quien propicia un encuentro que le cambiaría la vida: le presenta a Tito Puente, con quien por un incidente inesperado, realiza su primera grabación en Estados Unidos: Tus ojos y Camagüey. Tito, que buscaba un cantante que pudiera garantizarle un sonido auténticamente cubano, lo incorpora a su orquesta, impresionado también con su voz romántica. Son los días del éxito de Vicentico en el Palladium con el tema Abaniquito. Graba con la orquesta de Noro Morales a inicios de la década de los cincuenta. En 1952 la orquesta de Tito Puente logra pegar varios temas de autores cubanos como Quiéreme y verás, La gloria eres tú, Guaguancó en Tropicana, y otros, gracias a Vicentico. Tras un diferendo con Puente y ya con un nombre reconocido en el ámbito latino, Vicentico crea su propia orquesta en 1953, con Manny Oquendo en el bongó, Joe Cain en la trompeta y Ray Coen, como pianista y arreglista, entre otros, y con ellos las grabaciones para el sello Seeco de los temas Derroche de felicidad, Cómo fue, Plazos traicioneros, Tenderly y Si te dicen, catapultan a Vicentico y su orquesta a los primeros lugares entre las bandas latinas. La orquesta de Valdés estuvo dirigida en diferentes momentos por René Hernández, Charlie y Eddie Palmieri, Javier Vázquez y Horacio Malviccino.

En algún momento por esos años, el locutor puertorriqueño Manolín Martínez lo bautiza con el inadecuado título de La voz elástica de la canción.

Es invitado a grabar con la Sonora Matancera para el sello Seeco, en sesiones que transcurren en La Habana el 18 de diciembre de 1958. De ellas saldría, entre otros, su gran hit Los aretes de la luna, de gran popularidad también en Cuba. Otro gran éxito lo consigue en 1959 con La montaña. Tras la grabación y el éxito de La montaña, disuelve la orquesta y continúa su carrera como solista, con contratos en numerosos países de Latinoamérica, en tiempos donde rivaliza en toda América Latina con Lucho Gatica.

En 1957 Gaspar Pumarejo, uno de los zares de la televisión en Cuba, organiza bajo el nombre 50 años de música cubana un multitudinario evento al que trae invitados a los más prominentes músicos cubanos radicados en otros países y Vicentico está entre ellos.

La huella de Vicentico en la carrera de Tito Puente es incuestionable, y dos hechos así lo reafirman: sus temas El yoyo y Arrollando grabados en 1950, son incluídos en la colección-homenaje "Tito Puente and Friends". El 18 de abril de 1975 una multitud abarrota el Corso Ballroom para presenciar el reencuentro de Puente y Valdés sobre un escenario, repasando las canciones que tocaron y grabaron juntos. Un encuentro similar se produciría en 1984, cuando Valdés es honrado por el Willie Bobo Committee del Club Broadway y donde cantó su repertorio acompañado por la orquesta de Tito Puente.

La profusa discografía de Vicentico Valdés consta de más de 40 excelentes álbumes bajo los sellos Peerless, Decca, Tico, Seeco, United Artists, Bronco, y otros. Logra un sello absolutamente personal, su voz y su fraseo son inconfundibles. Cristóbal Díaz Ayala considera que “sin integrarse plenamente en el feeling, había mucho de esa modalidad en su repertorio y forma de cantar”. Graba muchas de las excelentes canciones de autores de este movimiento o cercanos a él, como José Antonio Méndez, Armando Peñalver, Chiquitica Méndez, Armando Guerrero, Jorge Mazón, los binomios autorales Piloto y Vera, Yáñez y Gómez, Francisco Fellove, Jorge Zamora, y sobre todo, Marta Valdés. También hizo excelentes interpretaciones de temas del repertorio hispanoamericano, hizo crossover inverso cantando con letras en español populares baladas norteamericanas, como Honey, Strangers in the Night, y otras, siempre al tanto en los cambios en el gusto de su público. En realidad, una de las mayores virtudes de Vicentico radica en su capacidad y buen gusto para seleccionar su repertorio.

Vicentico Valdés falleció en Nueva York el 26 de junio de 1995. (Rosa Marquetti)