Celeste Mendoza

ID Colección: 1574
Formato: Fotografía
País origen: Cuba
Año: 197-
Featuring:
Celeste Mendoza - Cantante(s)
Descripción:

Está en su hogar, reposada, tal vez pensando  en el próximo contrato que espera, bien sea nacional o internacional, y lo piensa porque para el momento en que se hace esta fotografía Celeste Mendoza estaba, como quien dice, en un “receso” artístico, dictado por circunstancias personales, anímicas, solitarias y hasta violentas, minimizadas por tratarse del personaje que era y sigue siendo en la cultura, música y espectáculo populares de Cuba.

Se nota la altura física del hogar. Estamos hablando de un piso 18

ubicado en La Habana, en la zona de El Vedado en Linea y F, en lo que antes se llamó Antiguo Retiro Radial y ahora se denomina Someco. Celeste está bastante lejos de su tierra natal, de su Santiago de Cuba, la que sembró en ella el ADN de la alegría, la música, el donaire y su característica forma de expresión artística.

Se le nota con tranquilidad, y atenta a quien le habla o pregunta. Es la década de los 70 y ella permanece en silencio, con salidas muy esporádicas de ese hogar. Lo bueno era que cuando salía se formaban tumultos para saludarla, para manifestar el cariño y admiración hacia la persona que introdujo definitivamente a la mujer en el Guaguancó cantado (que en el bailado siempre estuvo) y que con su auténtico aire de cubanía paseó la rítmica cubana por gran parte del mundo. Telúrica era Celeste, la nacida el  6 de abril de 1930 en la zona de Los Hoyos, es decir, la propia rumba santiaguera.

Acá no vemos a la jacarandosa Celeste, aunque las palmas de sus manos indiquen una clave. Acá está con ella un reportero gráfico de gran valía: Jorge Valiente López, un profesional que aportó la imagen para publicaciones artísticas, y que en medios impresos se cuenta entre los fundadores del diario Granma.  Jorge fue un destacado miembro de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba. Seguramente con él estaba un reportero o reportera, pero ese nombre no lo tenemos a mano.

Celeste era hija de Yemayá, la reina de los mares en la religión de los Yoruba de África. Sin quererlo su nombre indicaba su seña, azul. Se dice que fue la mismísima Rita Montaner quien, al elogiarla la llamó “La Reina del Guaguancó”. Y claro que era la reina: no había más nadie y si hubiera no hubo quien la superara.

El 22 de noviembre de 1998 partió, aunque no se sabe a ciencia cierta dado el informe forense que indica un deceso  con 5 días de anterioridad. Y es que en ese hogar, su hogar del piso 18 fue hallada sin vida, sola, ella que alegró a multitudes, que acompañó la sabrosura y se esmeró en su inclaudicable cubanía...