Miguelito Cuní
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Contaba con 30 años de edad el hijo de Pastor y Valeriana Conill cuando viajó hacia Panamá, el itsmo universal que distingue a Centro América. Era su primer viaje internacional, y lo hizo solo.
Hacía rato, eso sí, que había salido de su barrio natal, cercano a Pinar del Río, donde había nacido el 8 de mayo de 1917. Con su poderoso nombre de Miguel Arcángel, estuvo decidido a abrirse paso entre los soneros de su país a partir de haber visto de fisgón, cuando contaba con apenas ocho años al Sexteto Habanero en Pinar del Río. Era 1925. Ya a sus 15 años estaba integrado a Los Carameleros para después sumar su voz en otras agrupaciones pinareñas, como la de Jacobo Rubalcaba en 1936. Dos años más tarde, en 1938 cumple uno de sus sueños: viajar a La Habana. Lo hizo como vocalista de la orquesta de Ernesto Muñóz quien tenía espacios radiales, de alta audiencia en Radio Progreso y la CMQ en la capital cubana. Fue un salto importante para Miguelito Cuní porque casi enseguida se fijaron en él y en sus condiciones vocales Arsenio Rodríguez, Antonio Arcaño y Regino Frontela, fundador de la orquesta Melodías del 40.
Cuní quedó integrado al conjunto de Arsenio Rodríguez, más tenía libertad para compartir con Arcaño y sus Maravillas.
Le iba bien en esa década de los cuarenta cuando hacia finales de 1946 deja a Arsenio porque piensa ir a los Carnavales de Panamá del siguiente año. ¿Por qué sale Miguelito Cuní hacia Panamá?
No fue el primero ni sería el último.
Miremos en contexto. Ya hacia 1936 la Casino de la Playa se transformó en pionera de las orquestas y artistas cubanos en Panamá. La música de Cuba gustaba mucho en ese país que había recibido a muchas personas procedentes de todas las islas caribeñas en un pasado no tan remoto, por el tema del canal. Luego de la Casino de la Playa el desfile fue amplio y calificado, desde Celeste Mendoza hasta la Orquesta Aragón y muchos más.
Cuba era un real hervidero musical y la competencia endógena era tremenda. Súmese que había un racismo que se extendía al campo musical. ¿Por qué no buscar otros espacios? Y los espacios estaban prestos a recibir toda esa calidad. Venezuela recibió a músicos, orquestas, conjuntos, bailarines, etc. y algunos se quedaron a hacer vida en territorio venezolano y les fue muy bien. México es otro ejemplo. En tierra mexicana, de la que mira hacia el Golfo y el Caribe los músicos cubanos siempre fueron bien recibidos y retribuidos. Además se producía la sana confrontación de voces y ritmos, y México era un gran centro cinematográfico y radial.
Puerto Rico también recibió a muchos músicos cubanos en giras al igual que Panamá, y sobre todo Nueva York.
En el caso panameño de Miguelito Cuní sabemos que éste viajaba expresamente a los carnavales de ese país. No fue el único.
En Panamá estuvieron también durante la década de los 30 y 40 figuras cubanas como Miguelito Valdés, el Trío Matamoros, Orlando "Cascarita" Guerra, La Orquesta Riverside y Abelardo Barroso. Benny Moré iría a Panamá, como Cuní, a finales de los años 40.
El de Pinar del Río llegó a Panamá con aureola de prestigio. Dejaba atrás su primera etapa con Arsenio, un buen trayecto con Arcaño y con la Melodías del 40.
La imagen que acá aparece es de estudio y está dedicada a su madre, Valeriana Conill. Tiene fecha: 18 de agosto de 1947. Los carnavales obviamente habían pasado y Miguelito, aunque estable, evidencia la ternura hacia la autora de sus días. Hay otro detalle. Cuní está sin sombrero.
Regresaría a Cuba dos años más tarde para hacer parte del periplo final de Arsenio en la isla antes de que este partiera hacia Nueva York en procura de su visión.
El conjunto que permaneció en Cuba quedó bajo la conducción de Félix Chapottín, comenzando así la época de oro de Félix Chapottín, el trompetista; Lilí Martínez Griñán, el pianista; y Miguelito Cuní, Sonero Mayor.
Lil Rodríguez
Fecha en dorso: 18 de agosto de 1947.
Dedicatoria a su madre.