Abbe Lane

ID Colección: 3515
Formato: Fotografía (20,5 x 25 cm)
País origen: Reino Unido
Año: 196-
Featuring:
Abbe Lane - Cantante(s), Actriz
Descripción:

En dorso: Sellos de Camera Press Ltd. (Londres) y Le Lynx (Bruselas).

En 1993, la editorial Warner Books editó la novela “But Where is Love”, una suerte de autobiografía novelada firmada por Abbe Lane (14 de diciembre de 1932), quien parece ocultarse tras la figura de Julie Lehman, una insignificante actriz en un papel minúsculo en una obra de Broadway, donde la descubre el músico y director Paco Castell. En este binomio está reflejada su propia vida, rutilante y controversial. “Me gustaría hacer un papel femenino, sin que éste tuviera un obvio atractivo sexual.” En esa contradicción esencial parece que se movió siempre: intentar transitar por la vida, sin que encarnar el explosivo sex-simbol en que se convirtió, no supusiera para ella un pesado fardo que lastrara los valores en los que también ella se reconocía.


No era la típica rumbera latina, que se inició cuando tuvo la oportunidad de bailar sobre un escenario. Era aún la niña Abigail Francine Lassman, nacida y criada en el seno de una familia judía de Brooklyn, cuando aparece por primera vez en la radio. Con el nombre de Abbe Marshall actuó muy joven en Broadway, en los shows “Barefoot Boy with Cheek” y “As the Girls Go”, en 1947 y 1948. Hasta debuta en el cine en 1949, en un papel de reparto en Al diavolo la celebritá, una comedia italiana dirigida por Mario Monicelli.

Ese mismo año, con diecisiete, se presenta en el programa televisivo “The Vincent Lopez Show” y es ahí donde ocurre un hecho que le cambiaría la vida: conocer al catalán Xavier Cugat, quien había sabido rentabilizar el tiempo que, desde niño, vivió en Cuba. Violinista y director de orquesta. con su estilo society, supo atemperar los los ritmos que conoció en Cuba y amoldarlos a lo que podía ser más aceptable para el público norteamericano que frecuentaba los grandes salones y ballrooms. Por ese camino Cugat se convierte en un factor importante en el showbussiness y en la expansión de los ritmos cubanos en Estados Unidos.

Abbe Lane tiene una vocación innata para el ritmo, canta sin dificultad en otros idiomas y tiene una imagen y un estilo absolutamente seductor. Cugat -treinta años mayor que ella- aprecia esto, la convierte en figura central del espectáculo que ofrece con su orquesta… y en su esposa. El matrimonio duraría doce años y terminaría en divorcio tras notables desavenencias.

Comenzaría para Abbe Lane quizás la etapa más notable de su carrera: la que la une a la música latina. La experiencia de Cugat en la industria musical, el trabajo con los músicos cubanos y latinos de la orquesta y su inserción en un medio sonoro diferente, enriquecieron a Abbe Lane como cantante y bailarina. Los años cincuenta fueron los de mayor esplendor para la norteamericana, del mismo modo que lo fueron para el mambo y el cha cha chá, que tendrían en ella a la encarnación de la sensualidad y el ritmo, hábilmente manejada por Cugat, a partir de su triunfal experiencia durante los años cuarenta con la rhumba y la conga.

Recorren el mundo con su espectáculo, y durante toda la década y hasta los años sesenta, Abbe se hace aún más famosa cantando en los night-clubes de Los Ángeles, Las Vegas, Nueva York, y como estrella de los principales shows de la televisión norteamericana, cuyos hosts no pudieron sustraerse a la tentación de tenerla en sus platós.

Su voz era discreta y como bailarina era normal, pero aun así, gracias a ella norteamericanos y europeos deificaron al cha cha cha y le abrieron las puertas a su éxito. Sus trajes lujosos, sus fabulosas joyas, la belleza de su rostro e imagen, los llevan al delirio, al punto de ver en Abbe la única que podría vencer la supremacía de Jane Mansfield o Marilyn Monroe.

Graba numerosos temas con ritmos latinos con la orquesta de Xavier Cugat (LPs “The Brand New Cha Cha Cha”, “Abbe Lane”, y “Xavier Cugat and His Orchestra”) y con Tito Puente y su orquesta (LPs “Be Mine Tonight”, RCA Victor LSP-1554, y “Bread, Love and Cha Cha Cha”, Columbia EXRP 1016), entre otros. Hace destacadas versiones de populares canciones latinos como Historia de un amor, Malagueña, Aquellos ojos verdes, Babalú, Noche de ronda, Adiós Pampa mía, Arrivederci Roma, La violetera, Picolissima serenata, y otros. En el filme italiano “Donatella” (1956), canta y baila Qué lindo cha cha chá. En “Susana y yo” (1957), filme español dirigido por Enrique Cahen Salaberry, Abbe Lane encarna a una explosiva vedette. Su sensual interpretación del cha cha chá Me lo dijo Adela (Otilio Portal) motivó en su día la censura del gobierno español.

Con Xavier Cugat aparece en las cintas “El americano”, “Chicago Syndicate” y “Lo scapolo” (El soltero) todas rodadas en 1955; en “El amor llega en verano”, de 1956, y en otras. Su filmografía recoge una veintena de títulos del cine norteamericano e italiano, en las que probó sus cualidades no sólo como cantante y vedette, sino también como actriz dramática.

Cuando escribió su novela autobiográfica Abbe Lane no ocultó que había amado las lentejuelas del show-bussiness las candilejas del fabuloso mundo de Hollywood, reconocía la misteriosa atracción que sobre ella ejerció todo ese mundo, y creyó en ese camino en su obsesiva búsqueda de la felicidad y el amor. Las experiencias amables y amargas que vivió en un mundo que proyecta al exterior felicidad, lujo, riqueza y realización personal, son sometidas a escrutinio personal por una Abbe Lane cercana a los sesenta años, a través de su alter ego.

Basada en elementos autobiográficos y hechos incuestionablemente reales, el personaje de Julie Lehman narra la historia de su vida con el músico Paco Castell también mucho mayor que ella, a quien describe como un hombre suave, carismático, notorio por sus varios matrimonios y decidido a moldear a aquella adolescente judía hasta convertirla en una sofisticada e irresistible cantante. Castell ejerce todo el control sobre ella: el control síquico y emocional, en el escenario y fuera de él. Abbe Lane, en su novela, retrata la impactante violencia y el sometimiento que tuvo que soportar Julie Lehman tras las puertas de un matrimonio marcado por la euforia del estrellato y la obsesión por emular la vida de los mitos de Hollywood. (Rosa Marquetti)