Como modelo de carrera, la de Lee Dorsey (1924-1986) solo se puede explicar en el contexto de su ciudad, Nueva Orleans. Una fabulosa fábrica de ritmos y éxitos de la que sus creadores se aprovecharon poco, debido a la ausencia de una industria propia. Vean el caso de Lee Dorsey: la mayor parte de sus pícaras canciones se han difundido más en versiones ajenas, generalmente a cargo de artistas blancos.
Tampoco es que Dorsey se preocupara mucho por estas injusticias. Cuando bajaban las ventas y escaseaban los bolos, volvía a su negocio particular, su ocupación de toda la vida: un taller de carrocería. Eso sí, estaba dispuesto a grabar cuando su gran cómplice, el productor-compositor Allen Toussaint, le avisaba que tenía una discográfica de fuera dispuesta a invertir en su música.
¿Estaba frustrado en lo íntimo? Igual no: el éxito le llegó cuando ya era un hombre maduro, libre de ilusiones. O igual sí: hacia el final de esta selección, escucharan una muestra de un disco de country que quiso hacer en Nashville. Hubiera sido interesante escucharle trabajando con The Clash, que le llevaron de gira en 1980. No cayó esa breva.
(Foto destacada: Lee Dorsey)
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