Por alguna razón, se tiende a olvidar a Manfred Mann cuando se hace la nómina de los sublimes grupos británicos de los sesenta. Y se me ocurren varias razones. Nadie puede discutir la brillantez de sus singles pero quizás les perdía su aire de intelectuales-que-hubieran-preferido-tocar-jazz. De hecho, lanzaron discos en lenguaje jazzístico, como si una de las dos facetas fuera un hobby.
Otro problema: podían componer excelentes canciones propias pero las discográficas les preferían tocando temas ajenos. He dicho “discográficas”, en plural: Manfred Mann sufrieron las maquinaciones de EMI: en 1966, la compañía intentó cargarse al grupo, ofreciendo un contrato suculento a su extraordinario cantante, Paul Jones, y despidiendo a sus acompañantes.
Una jugada decididamente estúpida: Paul Jones no funcionó como solista mientras que Manfred Mann, con un nuevo cantante, Mike D’Abo, saltaron al sello Fontana, donde cosecharon ocho nuevos éxitos. Allí hicieron además una exquisita banda sonora (Up the junction) y recibieron el piropo de Bob Dylan: “ellos hacen las mejores versiones de mis canciones”.
Lo argumentamos aquí con 17 grabaciones resplandecientes, hechas entre 1963 y 1969. Es decir, quedan fuera aventuras posteriores como Manfred Mann Chapter Three, McGuiness Flint o Manfred Mann’s Earth Band. Los de hoy son, insisto, los Manfred Mann de la era pop. Una de las grandes glorias del Reino Unido durante los años sesenta.
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