Paco Galván

Paco Galván - Melómano Paria

14 de enero de 2023

Alguien me dijo una vez que la vida, en caso de ruina o debacle pecuniario, sólo te da tres oportunidades. Porque, sostenía aquel viejo, ya no hay más bolas extra si la desgracia llega una cuarta vez. Puedes superar, como rata arrinconada, como naufrago amarrado a un madero, de una forma u otra, los tres primeros empellones. Pero el cuarto guantazo ya no se puede resistir. Y este último envite te deja señalado, vulnerable y desvalido. Y este postrero y decisivo trastazo te aísla y te excluye definitivamente de esto que llamamos sociedad. Te quedas fuera, como ese niño gordito que mira receloso a otros chicos que corren ágiles tras un balón en el parque.

Esa cuarta hostia te deja estigmatizado, señalado, con la mancilla pintada en la frente. Y de pronto estás en todas esas listas de gente de poco fiar, en los ficheros de morosos, en las relaciones de gente sospechosa; pareciera que no hubiera cosa peor que un mal pagador, independientemente de las causas de su impago. De esta manera, en esa tesitura de repudio, ya no puedes abrir una cuenta bancaria, y tampoco alquilar una habitación o un apartamento, o tener un contrato con una compañía telefónica, eléctrica o de comercio digital. Por no hablar de postular por un trabajo sin que te miren por encima de las gafas, por edad, aspecto o lóbrego pasado. O cuando no entra por medio algún que otro antecedente penal, ya que los parias, en algunos casos, optamos por hacer pequeños aunque dolorosos males llevados por la desesperación.

Y un día, ese que quizá llevas tiempo viendo llegar y que inapelablemente llega, no tienes donde ir y nadie te quiere cerca; la vas fastidiando tanto, resultando tan incómodo, que acabas borrado de las agendas y de la memoria de todos los que te conocían. Y ese día amargo cargas con un bolsón o maleta con algunas, pocas pertenencias, que casi todo lo que poseías lo vendiste o no sabes dónde está. Y con los bolsillos vacíos comienzas a deambular por las calles pensando que en algún lugar podrás dormir hasta que amaine la tormenta, esperanzado o falsamente convencido de que quizá el día próximo la suerte pudiera cambiar; en los momentos de máxima angustia uno tiende a engañarse pensando que hay vírgenes buenas que se aparecen de cuando en cuando. Pero nunca se manifiestan.

Pero vivir en la calle, dormir al raso, dejarse caer en cualquier rincón, tampoco es tarea fácil; las iglesias y las parroquias ya no acogen a necesitados en sus salones, como antaño; las estaciones de autobuses o de trenes cierran durante buena parte de la noche y los grandes parques también permanecen con sus puertas clausuradas durante las horas más oscuras. Los albergues sociales pudieran ser una alternativa, pero no hay sitio para todos aquellos que lo necesitan; apenas mil plazas disponibles para las más de seis mil personas que duermen en la calle en una ciudad como Madrid. Hay gente que espera meses para poder alojarse en alguno de estos lugares. Y si decides ocupar un espacio público, un banco o un jardín, la Policía Municipal o la autoridad pertinente no tarda en levantar tu pequeño campamento, no fuera a espantar tu asquerosa presencia a los ciudadanos de bien. Al final, dadas las insólitas circunstancias, te acaba dando todo un poco igual, porque terminas por aceptar la situación, asumes tu papel de pelagato y entiendes que cualquier lugar donde poder echar una cabezada puede ser tan bueno como el Ritz, fuera este un zaguán o una cochera.

Los alrededores de la estación de Atocha, después de recorrer otros ámbitos y emplazamientos de la capital, parecían el mejor término, por las callejas y angostillos que la rodean, para encontrar cobijo. En aquella zona del centro de Madrid puede uno ubicarse en alguna rinconada sobre unos cartones o encima de cualquier tipo de piltra y, más tarde, a partir de las cinco de la mañana, cuando abren la estación, buscar algún asiento en su interior donde poder rematar el descanso en un espacio más cálido. Esta es precisamente la estrategia de la mayoría de los errantes que merodean por la inmediaciones de la céntrica estación, que resulta el mejor decorado si se anda sin rumbo, perdido, en el lodo, como diría el bolero de Los Panchos. Los ambulantes buscan algún lugar donde pasar las horas más frías y negras, entre la una y las cinco de la mañana, y luego se acercan con sus pertrechos, con sus bolsas y sus zurrones, hasta la amplia estación en busca de algo de calor y desahogo.

Porque, sin hogar, sin lugar donde cocinar, dormir, ver la tele, ducharse o rasparse las durezas de los pies lo único que uno puede hacer es deambular de aquí para allá, caminar, quedarse varado en algún chaflán con techo si cae la lluvia, buscar o inventar nuevos destinos cercanos e ir de un lado a otro tratando de no pensar demasiado, porque darle vueltas a la cabeza y recordar o valorar lo que se perdió, todo lo desperdiciado, resulta excesivamente doloroso, casi insoportable. Y por el camino, por las sendas inventadas, recoger alguna colilla buena, que las hay, encontrar algún pequeño tesoro en forma de equipaje olvidado o tener algún golpe de suerte. Hay viandantes generosos que con su dádiva te permiten tomar un bocadillo o un botellín con tapa que te resuelve el día. O unas latas de cerveza de veintisiete céntimos del Día para poder ver la vida bajo el prisma bucólico del alcohol.

En estas, en el andar y en el encontrar, en el olvidar y en el tratar de no pensar, en el dejarte llevar, en el estar narcotizado y casi envuelto por una neblina desconocida y alusiva, son muchas las imágenes que se van acumulando; ideas y percepciones que hacen melladuras, que se quedan en la retina y que no son fáciles de borrar. Y el mayor consuelo, dentro del drama, el más considerable alivio, ha sido ponerle banda sonora a todas estas instantáneas, como si la música, tan cercana y vital en lo que fue mi vida operativa, fuera una suerte de terapéutico alivio. Son las canciones, la música, de un melómano paria.

Playlist

1. Miles Davis Quintet - It Never Entered My Mind
00:10
2. Makaya McGraven - The Knew Untitled
05:28
3. The Durutti Column - Sketch For Summer
09:46
4. Thom Yorke feat. Flea - Daily Battles (Motherless Brooklyn BSO)
12:15
5. The Smiths - Please, Please, Please Let Me Get What I Want
15:00
6. Radiohead - High and Dry
16:31
7. Bertrand Belin - Choses Nouvelles
20:41
8. Eels - I Need Some Sleep
24:06
9. Totally Enormous Extinct Dinosaurs - Blood In The Snow
26:15
10. Battles - Fort Greene Park
30:45
11. Death Cab For Cutie - I Don’t Know How I Survive
36:26
12. Mentah - Two Minutes Left
39:49
13. Sufjan Stevens & Angelo De Augustine - Back to Oz
43:41
14. Smog - Ride My Arrow
47:38
15. David Bowie - Where Are We Now
52:27
16. Hermanos Gutiérrez - El Camino De Mi Alma
56:16
17. Sr. Chinarro - El Detector
01:02:02
18. Camellos - Mudanza
01:05:20

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