Eu sou brasileiro e sou baiano, lo que quiere decir que soy blanco, negro, mulato, cafuzo y mameluco. El legado de la diáspora africana en Brasil es infinito y cualquier oportunidad es buena para recordar y, por qué no, para agradecer. Una diáspora que además de luchar por su supervivencia, ha sabido proteger y preservar sus costumbres y rituales, que ahora forman parte fundamental de la identidad de más de 200 millones de personas de todos los colores. Su influencia especialmente en la música y cultura, es perenne, transversal y universal, y a estas alturas cuenta con cierta abstracción porque todo este bagaje es etéreo y metafísico, está en todo. Los africanismos en nuestra cultura musical no se pueden reducir a tambores o bailes fáciles de descifrar y asociar con clichés africanos.
Este es un paseo musical ecléctico, desacomplejado y sin pretensiones. Lo afro que se presenta aquí viene directo del continente madre, pero también nos llega vía Jamaica, Cuba, Estados Unidos, Inglaterra o Egipto. Y se transforma sin pudor. Porque Brasil es tan samba como rap, tan soul como afoxé, tan dub como rocanrol. Eu Sou Neguinha es el título de una canción de Caetano Veloso, de letra muy bonita y potente, un resumen y una provocación que da pie a lo que viene. Cuestiona la identidad Brasileña y se enfrenta al racismo aún evidente en nuestra sociedad. Son tres palabras que según el contexto tienen mucho significado y es donde me mojo.
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