El álbum es una muestra perfecta del tropical-jazz + ritual-music que ha hecho tan famoso a Tino Contreras desde aquellos tiempos de Orfeo en los Tambores. Con la supervisión de Gilles Peterson para Brownswood Recordings y la producción de nuestro amigo Carlos Icaza aka Tropicaza, Contreras se une a siete músicos, entre ellos su hijo, Valentino en el bajo, para desarrollar una verdadera suite de percusión prehispánica.
Toda la cosmogonía azteca está aquí presente, así como los ritos, símbolos y tragedias de su historia. La referencia a los dioses Coatlicue y Huitzilopochtli dan paso al recuerdo de Monteczuma y La Malinche, para hacernos sentir como si estuviéramos en una obra teatral donde el jazz es su banda sonora natural. "Este álbum fresco refuerza la necesidad de reconocer, investigar y reconocer las voces del pasado, ya que todavía nos electrifican fuera de la rutina adormecida del presente, impulsándonos con elegancia hacia adelante".
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