Sonido Bestial: Richie Ray según Sandro Romero
Una breve reflexión sobre la biopic de Ricardo Ray y Bobby Cruz, Sonido Bestial.
En la azotea de un edificio de apartamentos y locales del barrio El Raval de Barcelona, en el piso de Marius Wehrli, ví por primera vez imágenes de Sonido Bestial: la salsa según Richie Ray y Bobby Cruz. Era octubre de 2003, acababa de fallecer en Puerto Rico Charlie El Pirata Cotto y Sandro Romero tenía, según sus cuentas, listo el 80% del documental que marca la historia de los llamados Reyes de la Salsa. Sandro andaba en ese entonces en busca de una inédita grabación del concierto de 1968 en Barranquilla, y en saber si utilizar o no un trabajo de Rafael Bassi sobre las dos Amparo Arrebato.
Se lo veía emocionadísimo, entusiasmado, confiado en la pronta salida de un proyecto que más que un proyecto era un sueño. Y todos los melómanos de sus alrededores lo ayudábamos con datos y nuevos contactos. Su sueño ayudó a que muchos de nosotros volviéramos a hablarnos y escribirnos.
Sin embargo, el tiempo pasó y de Sandro y su Sonido Bestial (aún no se sabía que llevaría ese título) nada se volvió a saber. Supongo que otros proyectos y el eterno lío de derechos lo absorbieron (nunca se lo pregunté), pero no creo que su emoción haya disminuido un ápice. El sueño lo valía y la espera, sea como sea, ha valido la pena. Sonido Bestial: la salsa según Richie Ray y Bobby Cruz cumple con la historia de varias generaciones que crecieron con su música y la hicieron parte de sus vidas. Gente que se sabe de memoria todo lo que compete a esta pareja de músicos, viniese de donde viniese el recuerdo:
“El pueblo de Cali rechaza a Los Graduados, Los Hispanos y demás cultores del sonido paisa hecho a la medida de la burguesía, de su vulgaridad. Porque no se trata de “sufrir me tocó a mi en esta vida” sino de “agúzate que te están velando”. ¡Viva el sentimiento afro-cubano!, ¡Viva Puerto Rico libre!, Ricardo Ray nos hace falta. Imp. Gutiérrez. Tel: 881440”.
Y da envidia, claro, porque chévere haber hablado con Gangán y Gangón, Tony Pepsi, Mañengue o Miki Vimari. Haberles dado la mano y decirles que sus nombres hacen parte de los recuerdos de uno, como la primera comunión o las novenas bailables. Eso si, con los años uno hace la averiguación a su manera, porque mucho tiempo después yo descubrí que de vulgaridad paisa nanai cucas y que hay canciones del Loco Quintero que hacen parte también de nuestros recuerdos. De la Imprenta Gutiérrez, eso si, nunca llegué a saber nada y me he pasado media vida intentando averiguar cual es tema de Peter Nero que inspiró la segunda parte del solo maravilloso de Richie en Sonido Bestial, la canción.
A todo no responde el documental, por mucho que Sandro, Sylvia Vargas y Marius Wehrli hayan estado tanto tiempo trabajando en él. No responde porque hay un Richie para cada uno de sus fans y cada uno de sus momentos. Hay un Richie en la literatura, un Richie en la navidad, un Richie en la religión, un Richie de salsoteca, uno de trasnochada, uno de veraneo, uno de cassette enredado, uno de traba, uno de tusa, o uno sencillamente porque si. A lo que si responde es a la ilusión de ver que hay detrás del mito y de la construcción de las canciones, a la inspiración y la leyenda porque “Ricardo viene de frente con su Sonido Bestial”.