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Dicen que el mejor jugador de baloncesto que ha dado el mundo mundial en toda su historia no es Michael Jordan sino Earl Manigault.

De apenas 1.85, Manigault era conocido como The Goat, lo que para sus fans podía significar La Cabra, debido a sus prodigiosos saltos, o la sigla The G.O.A.T., The Greatest of All Time. Decían que podía saltar por encima de rivales que superaban los 2 metros de estatura, y que una vez hizo 36 canastas seguidas de espaldas y en el aire, y que cada vez que jugaba asistían no menos de 10.000 personas, y que su especialidad era el double dunk, consistente en saltar, anotar con la izquierda y recoger el balón con la derecha y volver a marcar… ¡en el mismo salto!

Pero todo esto no sucedió en la NBA ante cámaras de televisión y millones de espectadores, sino en Ruckert Park, la cancha de baloncesto más famosa del mundo, en Harlem, en la 155 con Octava Avenida con vistas al East River. De esa cancha salió el inigualable Wilt Chamberlain, el increíble, extraordinario y mágico Dr. J Julius Erving, y el elegante Lew Alcindor antes de convertirse en Kareem Abdul Jabbar, entre muchísimas otras estrellas.

Hoy en día se cree que las estrellas de la NBA no van nunca a Rucker Park por temor a ser humillados, porque Rucker Park más que un semillero de talentos es un espacio para el espectáculo. Hay torneos, por supuesto, y está el World Basketball Festival, y están las leyendas urbanas como la de aquel jugador que desdeñó la NBA porque ganaba más dinero vendiendo droga en los alrededores de Rucker, y aquel otro que era capaz de quedar suspendido en el aire durante tres segundos… Y así sucesivamente.

Bien. El popular cineasta y Dj Bobbito García y el fotógrafo Kevin Couliau se unieron para contar estas y otras historias, pero no como un recuerdo de lo que originó la leyenda de Rucker Park, sino para mostrar lo que significa en la sociedad el basket callejero de Nueva York, ese que se ve en las películas y series con canchas de cestas con cadenas en vez de mallas y rodeadas de verjas altísimas. Un símbolo de la cultura moderna conocido popularmente como b-ball.

El documental se titula Doin ‘It In The Park y muestra lo que sucede día tras día en 700 canchas públicas de la ciudad donde juegan regularmente 500.000 personas. Canchas como Rucker Park o la fuente de leyendas West 4th Street Park. El título del cortometraje, ya premiado en el Urbanworld y el New Jersey Film Fest, responde al método callejero de hacer cine de García y Couliau. La música de este filme la hizo Eddie Palmieri.

No es la primera experiencia del gran Palmieri en el cine. Documentales de salsa aparte, su música apareció por primera vez en 1983, cuando el director Jim McBride (famoso años después por las series Los Años Maravillosos y Seis Pies Bajo Tierra) rodó la película Breathless, que narraba la historia de Jesse, un ladrón de poca monta que vive una relación tempestuosa con Mónica, una estudiante francesa de arquitectura. Breathless era el remake de À Bout de Souffle, Sin Aliento, intenso filme de 1960 hecho por Jean-Luc Godard. Contaba Ismael Quintana que el tema No Me Hagas Sufrir sonó en aquella cinta protagonizada por Richard Gere y Valérie Kaprisky. “Hay una escena donde entran en el barrio mexicano y ahí suena: para pum pum pum pum pum, si tu me quieres mi china no me hagas sufrir, bi tu quin. ¡Pero una cosa braaava!”.

Diez años después su música sonó en Carlito’s Way, la archifamosa película de Brian De Palma, basada en las novelas de Edwin Torres, y que narra el fallido intento de reinserción social de Carlito Brigante, ex convicto dueño de la discoteca El Paraíso. Precisamente allí se encuentra por primera vez con su Némesis, Benny Blanco, del Bronx, y cuando esto sucede suena al fondo: “¡Ay!, mi muñeca perdóname. Perdóname, perdóname y verás”.

Las referencias de sus canciones en el cine se extienden a Variety (Bette Gordon, 1983) donde sonó Bilongo, Untamed Heart (Tony Bill, 1993) donde sonó Vámonos pa’l Monte, Up Close & Personal (Jon Avnet, 1996) donde sonó Café, Empire (Franc. Reyes, 2002) también con Vámonos pa’l Monte, Nothing Like the Holidays (Alfredo de Villa, 2008) con El Molestoso II, y Despicable Me 2 (Pierre Coffin & Chris Renaud, 2013) con Cielito Lindo. Su música también ha sonado en la serie So You Think You Can Dance y en la película Tesoro (Diego de la Texera, 1987) donde compuso toda la banda sonora.

Hoy vuelve por sus fueros, aunque esta obra ya lleva bastante camino recorrido.

Primero fue el documental, luego la música de Palmieri, más tarde el lanzamiento del extended play (en vinilo y mp3) y más tarde el lanzamiento en septiembre en el Lehman Center. Pero cuando esto ocurrió Palmieri ya tenía en mente ampliar la banda sonora a un nuevo álbum suyo, Doin ‘It In the Park EP, pues Doin ‘It In the Park soundtrack sólo consta de tres canciones: Too Much Dribling, Coast to Coast y La Jibarita y su Hijo. El álbum tiene 12 temas.

Toda una noticia pues su último álbum data de 2006 (Simpático, con Brian Lynch), pues el 50 Aniversario fue un concierto puesto a la venta en DVD.

Doin ‘It In The Park cuenta con el trabajo de Luques Curtis en el bajo, Luisito Quintero en los timbales, Pequeño Johnny Rivero en las congas, Anthony Carrillo en los bongoes y Joe Locke en el vibráfono. También colaboraron el incombustible saxofonista Ronnie Cuber, el joven baterista Obed Calvaire y varios de los jugadores legendarios de West 4th Street Park como Jack Ryan, o de Rucker Park como Pee Wee Kirkland.

De Kirkland se cuenta que cuando fue a la cárcel se apuntó en la liga carcelaria y que en ocho partidos metió 465 puntos. Leyendas urbanas porque no hubo una cámara como la de García y Couliau para testimoniarlo.

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