Héctor Cabrera, el poeta de la canción
El relato del triunfo del cantante venezolano en México, que detonó su consagración y el inicio de su leyenda como referente de la canción romántica latinoamericana.
Seguramente la estrella pop estadounidense Neil Sedaka, que en aquel tiempo batía récords con su Breaking Up Is Hard to Do, recordó por mucho tiempo la noche del 31 de diciembre de 1963, cuando el cantante venezolano Héctor Cabrera casi le impide salir a escena.
Estaba de gira por México y fue contratado en el DF por un club nocturno muy de moda en aquellos días llamado El Señorial. Durante toda una semana notó que el cantante que intervenía antes de su show, cuyo nombre no podía pronunciar con claridad, tenía muy buena “conexión” con el público.
El tal Héctor Cabrera, comenzó su temporada el día 11 de ese mes tímidamente. No era muy conocido por los mexicanos, pero según comentaban en la prensa había triunfado en Colombia, Cuba, Puerto Rico y New York. Además, la Asociación de Periodistas Latinos en Miami lo había premiado al nombrarlo “El Cantante extranjero más destacado de 1963”.
A Sedaka, le parecía raro ver como aquel hombre moreno, de rasgos peculiares, se paseaba entre las mesas y cantaba muy cerca del rostro a las damas. Se parecía a Nat King Cole, pero con un extraño repertorio de música folclórica y latina, tenía técnica vocal y utilizaba con solvencia la media voz y el falsete.
Noche a noche le era más difícil salir a escena después de la actuación de Cabrera, notaba al público disperso y por varios minutos no prestaban la suficiente atención a su espectáculo.
La noche del 31 de diciembre Héctor Cabrera, hizo su presentación habitual y dejó el escenario “caliente” para la estrella norteamericana, pero la gente le pedía que siguiera. Como ya no tenía más canciones ensayadas con la orquesta, cantó otros dos temas a capela y sin más se retiró.
Sin embargo, el público seguía aplaudiendo y gritaban a coro: ¡otra, otra, otra, Héctor! Ni siquiera las esculturales muchachas del cuerpo de baile de Tito Leduc, quienes se movían al compás de una danza africana pudieron calmar a la concurrencia que después de un buen rato seguía pidiendo que el venezolano volviera a la tarima.
Sedaka, muy nervioso en el camerino al darse cuenta de lo que estaba pasando, le repetía al director de escena a viva voz y en perfecto español: ¡Yo no salgo, yo no salgo!
Héctor impuso un récord de seis semanas de actuaciones consecutivas en el legendario Señorial, y en lo sucesivo visitaría México cada año. Su carrera internacional se consolidaba, tenía 31 años y ya no era el muchacho que quince años atrás buscaba una oportunidad en las radios como aficionado.
Por aquellos días Héctor, trabajaba atendiendo las mesas en un restaurante del centro de Caracas. Una noche conoció al cantante Mario Suárez, quién para ese momento gozaba de mucha popularidad. Cabrera lo atendió con amabilidad, no le cobró la cena y le cantó el tango Sol tropical. Suárez quedó sorprendido con el talento del joven y se comprometió a ayudarlo presentándolo en su propio programa de radio.
Sin embargo, no ocurriría nada importante con su carrera, incluso desapareció del medio artístico y se fue a vivir al interior del país, al pueblo de la Victoria, donde el propio Mario Suarez lo fue a buscar en compañía del hombre que cambiaría su destino: Juan Vicente Torrealba.
Torrealba renovó el concepto de la música folclórica venezolana, añadiendo a las tonadas costumbristas del Llano, cierta sofisticación y una nueva temática romántica más cercana al bolero y las canciones internacionales.
El éxito no se hizo esperar y ya para 1958 recibió el importante Premio Nacional Venezolano Guaicaipuro de Oro en la categoría de “Cantante criollo más destacado de 1958”. De esta época es el tema Rosario, que por cinco décadas estuvo presente en su repertorio.
El segundo hito importante en la carrera de Cabrera fue su contratación por el sello discográfico cubano Velvet, establecido en Venezuela en 1960 por el empresario José Pagé.
Velvet no gozaba de un catálogo muy extenso, pero sí muy exitoso: Blanca Rosa Gil, Ñico Menbiela y Lino Borges entre otras voces jóvenes cubanas, quienes sonaban con insistencia en las radios de todo el continente americano.
El primer single con su nueva casa discográfica fue el tema El pájaro chogüí, un número que ya era un éxito en la voz del cantante y actor Néstor Zavarse. No obstante, José Page, tuvo la visión de promocionar la grabación en el mercado internacional y llevarlo de gira a Cuba, que todavía seguía siendo una plaza de prestigio en las artes latinoamericanas.
Cabrera obtuvo un triunfo apoteósico en la Isla, sólo comparable al éxito años atrás de su compatriota Alfredo Sadel. Esto le abrió las puertas en Colombia, Perú, Republica dominicana, Puerto Rico, Nueva York y Miami. Sólo le faltaba darse a conocer en México y luego del impacto de sus actuaciones en El Señorial lo consiguió.
Las cosas que me alejan de ti…
Por varios años Cabrera vivió una etapa de confort; si bien tenía mucho éxito en sus giras y vendía discos, no había nuevos retos en su vida artística. Esta situación cambiaria con la invitación a participar en 1970 en el IV Festival de la Canción de Buenos Aires, donde interpretó la balada Las cosas que me alejan de ti, del cantautor Gian Franco Pagliaro: “La gente indiferente, el soldado el obsecuente, la humanidad en manos de locos que están armados, preguntas sin respuestas, la muerte que no molesta”.
Por el contenido social de la pieza y la dictadura militar que gobernaba el país, ninguna compañía de discos había querido grabarla. Héctor Cabrera aceptó el reto de su autor al interpretarla en el festival que sería transmitido por primera vez en tiempo real y que paralizó a toda Venezuela.
La imagen de Héctor Cabrera vestido de blanco en el Luna Park quedaría en la memoria del público argentino. Ganar ese evento le aseguró una nueva plaza de trabajo y muchos años de permanencia en el duro negocio del espectáculo.
Su voz es considerada una de las más versátiles de la música latinoamericana. Son encomiables sus aportes a la cultura popular en los ritmos del bolero, la balada, el tango, y la divulgación de la música folclórica venezolana en el mundo.