Conozca a Cuba primero y visite a Bigote Gato después

A mí no me lo crean, pero aquí, en este bar que conocen todos los locos y noctámbulos de la ciudad, en la calle Teniente Rey 308 entre Aguacate y Compostela, en La Habana Vieja, va a caer en cualquier momento otro personaje: Daniel Santos, “El Jefe”, “El Inquieto Anacobero”, el tipo que lanzó más a la fama a Bigote ‘e Gato con esa guaracha que grabó con la Sonora Matancera, que empieza diciendo:

Bigote ‘e gato es un gran sujeto
que vive allá por el Luyanó
y tiene el pícaro unos bigotes
que llena a todos de admiración…

Tendrían que haber visto cómo se puso Bigote cuando la escuchó por primera vez. Aunque yo pienso que era pose, porque sabía que esa guaracha de Jesús Guerra Zayas lo iba a hacer famoso, aunque la grabaron primero Bienvenido Granda y Vicentico Valdés.

Y bueno, lo de Luyanó viene de otra cosa. Bigote llegó a La Habana en marzo de 1924, con catorce años, a bordo del buque Cristóbal Colón, y trabajó en muchísimas cosas, sin dejar de divertirse, claro. Fue guagüero, bodeguero, empleado en una fábrica de hielo y dicen que no salía de los bares Cristina y Hatuey, en Luyanó. El primer apodo que tuvo acá en la isla fue “El Gallego Caramelo”, porque tuvo fama en La Tropical como bailador, pero era muy pegajoso.

Y en esa vida tan divertida la gente cuenta que hizo buenas ligas con un carnicero con plata, y tras 23 años en Cuba, lo convenció para inaugurar el 1 de marzo de 1947 el bar-tertulia “Bigote Gato”.

Mírenlo allí, está preparando tragos. Ahorita les hablo de los cocteles que él ha inventado. Si hasta se le ocurrió un lema publicitario que todo el mundo repite: “Conozca a Cuba primero, visite a Bigote ‘e Gato después”. Y ustedes se preguntarán por qué rayos vamos a formar la rumba aquí, habiendo tantos lugares buenos y finos en esta ciudad. Pues si lo preguntas es porque no conoces a este asturiano de Candamo, que tiene alma de prieto revoltoso, bohemio y fiestero, y que ha sido capaz de reunir en este sitio, donde los jamones y los tocinos cuelgan del techo, a músicos, escritores, locos, y cuanto personaje pasa por esta ciudad.

Aquí lo mismo te puedes encontrar a Nicolás Guillén, que al americano Hemingway, o, como apareció en la prensa una vez: “Los más célebres noctámbulos eran, en primer lugar, el Caballero de París, gran aliado de Bigote Gato; Andarín Carvajal, muy aplaudido por sus correrías por toda la capital; La Marquesa, el terror de los porteros de los bares; Tarzán, quien comía carne cruda; Juan Cagao, de no muy buen olor, y un tal Juan Charrasqueado, alto, flaco, vestido siempre con un atuendo charro, y empecinado en rendirle homenaje al famoso corrido del mismo nombre que inmortalizó Jorge Negrete”.

Hay sumarle a esa tropa a los artistas que se dejaban caer por aquel sitio emblemático que fundara este hombre, que se llama realmente Carlos Manuel Pérez Rodríguez, pero nunca lo mencionen con ese nombre. Digan solamente el apodo, o pregunten quién es el Rey de la Noche en La Habana, y todos los dedos lo señalarán y se escuchará un rugido que va a parar las olas en el malecón y a estremecer el Faro del Morro diciendo “Bigote ‘e Gato”.

En cuanto llega Daniel Santos, a quien Bigote llama Daniel Doroteo, para vengarse, le pregunta cuál de los cocteles explosivos que ha inventado quiere probar, si “Atila frente a Roma”, “Espérame en el Cielo”, “Cuba en Llamas”, o el que lleva su nombre, una bomba denominada “Bigote de Gato”. Y ahí mismo es donde encienden el temita en la victrola, y Daniel empieza a cantar eso que dice:

Vamo’ a ver… ¿Qué tú no conoce’ a Bigote ‘e Gato?
Pues, ‘cucha, monina, yo te vo’ a decir
la clase de tipo que es el elemento este:
Es un tipo que casi siempre está en el tíbiri tábara,
y gozando con la Sonora Matancera…

Todo el mundo hace silencio, moviendo los pies, y la cosa empieza a calentarse con la versión del boricua, que, como Bigote, es más cubano que una mata de cocos:

Bigote ‘e Gato es un gran sujeto
que vive allá por el Luyanó
y tiene el pícaro unos bigotes
que llena a todos de admiración…
Y ya es cosa popular, Bigote ‘e Gato, Bigote ‘e Gato.
Se va a rumbear, Bigote ‘e Gato. Se va a gozar, Bigote ‘e Gato,
A guarachar, Bigote ‘e Gato.

Esto se pone encendido. Todo el mundo sabe cuándo empieza, pero nadie puede decirte a qué hora se va a acabar. En unos años será peor, o “más peor”, como dice el propio parrandero, que fundará el llamado “Club de los Noctámbulos”, que pedía un único requisito para ingresar: tener entre 18 y 100 años de edad, y estar en el bar entre las 12 de la noche y las 6 de la mañana con ganas de gozar en la vida. Él y toda su pandilla lograron una gran difusión nacional cuando Gaspar Pumarejo dirigió en la televisión de los años cincuenta el programa humorístico el “Tribunal de los locos”, presidido por Bigote.

Parece que Jesús Guerra Zayas se enteró que su primer tema no le había hecho mucha gracia, y compuso otro, contando lo sucedido y cómo se sentía el personaje. Eso es lo que comienza a cantar el propio Daniel, como doblándose él mismo en el disco de la Sonora que suena en la victrola:

Dicen que anda Bigote ‘e Gato
disgustado por el Luyanó,
por culpa de uno que se ha inspirado
en los bigotes que Dios le dio.
Bigote ‘e Gato, que es ya famoso
no puede andar por ningún lugar
pues las pepillas lo tienen loco
y ni el bigote puede peinar.
Y cuando lo ven pasar
Mira, Bigote…

Y esto sigue y sigue, y ya como que todos sienten que va a salir el sol, pero Daniel Santos y Bigote ‘e Gato quedan en pie, invictos, listos para una nueva fiesta esta misma noche. Porque este bar, y la ciudad de La Habana son así cuando la tarde da paso a la noche.