“Canta con sandunga a su tierra, en español, inglés y hasta un poquito en francés y logra conferir una dimensión vocal y rítmica que remite a las grandes voces, de Celia Cruz a Aretha Franklin, de Miriam Makeba a Cesária Évora. Ver a Daymé Arocena en concierto es un momento mágico, de los que contará a sus nietos. Palabra de Radio Gladys Palmera”.

Si, eso dijimos hace siete años, cuando Gladys Palmera constató el enorme talento de una artista que no tiene techo. Pero ahora, al verla pasear por la Colección en Villa Palmera, nos damos cuenta de su gracia sin par y de su carisma lleno de encanto. Imposible no enamorarse de voz, pero también imposible no sentirnos atraídos por su sonrisa.

Daymé Arocena aprovechó su paso por España para visitar la Colección. Estaba de gira por su nuevo trabajo, Alkemi (Brownswood Recordings), una obra diferente en una carrera musical llena de sorpresas. “En este trabajo yo busco mezclar y fusionar géneros y lograr una visión contemporánea”, dice. “Y tienes una imagen más sensual… y una carátula con color dorado”, advierte Tommy Meini, quien la entrevista. “Si, dice ella. Alkemi es alquimia en Yoruba, la fórmula del oro. El oro brota de nuestra piel. El oro tiene que ver con verte y sentirte cómoda con lo que eres, de estar en paz y disfrutarte”.

Como siempre, Daymé Arocena se inspira en los legados musicales entrelazados de su Cuba natal. Hoy se acerca al pop, pero lo ha hecho también con el jazz, el soul y el enorme folclor de Cuba, su tierra natal. De manera que donde quiera que cante, el ritmo la sigue y la emociona y la contagia… y nos contagia.

Daymé Arocena nació en La Habana, estudio en el Conservatorio Amadeo Roldán y siendo niña comenzó ya a cosechar premios. Por supuesto, no sólo le llovieron invitaciones para grabar, sino elogios de propios y extraños como el del muy influyente jazzista Wynton Marsalis y de la saxofonista Jane Bunnett, muy amiga de esta casa. Su relación con esta última se convirtió en un trazado musical, porque Daymé salió de Cuba solicitando refugio en Canadá. “Fue duro. No teníamos la decisión de emigrar. La cosa se puso tensa para el periodismo independiente en Cuba… Tiempos muy difíciles, donde aprendimos a sobrevivir”.

Su siguiente protector fue otro amigo de Gladys Palmera, el productor Gilles Peterson, quien acogió los proyectos musicales de Daymé bajo su manto, o sea, bajo su sello británico Brownswood. Y de allí la fama y el no parar. Y tanto no ha parado que trasladó su residencia de Canadá a Puerto Rico. “Necesitaba el abrazo, el cariño, el sol, a pesar de vivir en una zona de lagos. Entonces me invita Eduardo Cabra… Viajé 25 países y nunca sentí lo que siento acá”.

Pues de todo esto habla ella para Fundación Gladys Palmera en el espacio de la Colección que alberga lo mejor del pasado musical afro-latinoamericano y de los ancestros de Daymé Arocena. Sus influencias son un reflejo de su obra, los toques rituales yorubas y la expresión bailable de la rumba, el son, la guaracha, la música guajira, los tiempos modernos… Ese es el mambo y el montuno de esta mujer que es una de las mejores voces de nuestro tiempo.

DAYMÉ AROSENA - POR TI

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