Haydée Milanés: “Yo hago una resistencia desde dentro de Cuba”
José Farjardo entrevista a la artista cubana desde Cartagena de Indias
Haydée Milanés ha asumido una misión en la música: rescatar las joyas menos conocidas de la tradición cubana. “Se ha perdido eso de cantar boleros y sones, cuando los interpretan en los lugares turísticos de La Habana siempre suenan las mismas canciones pero hay muchas otras ahí esperando a ser encontradas”, explica en esta entrevista durante el Hay Festival de Cartagena de Indias.
Con esa visión, esta habanera del 80 emprendió en 2014 un profundo trabajo de investigación sobre la obra de Marta Valdés (La Habana, 1934), a la que considera “una de las intelectuales cubanas más inteligentes.” “Es una compositora importantísima que no tiene el reconocimiento que merece por ser una de las más innovadoras, modernas e interesantes en cuanto a textos y armonías, es una mujer fascinante.“
En su último trabajo, Amor (2017), recupera canciones de su padre, el fundador de la Nueva Trova Cubana, Pablo Milanés. “Lo hicimos a dúo, yo quería llevar de nuevo estos temas a su esencia, sentía que con el tiempo se habían separado un poco de lo que fueron a la hora de nacer“, dice mientras sorbe un vasito de agua en el hermoso patio de herencia colonial del Hotel Santa Clara, un lugar con balcones y arcos que la cantante compara con la escuela Amadeo Roldán donde estudió música en La Habana.
Pregunta.- ¿Cómo fue tu infancia?
Respuesta.- Desde que era pequeña siempre la música estuvo presente. Viví cosas muy fuertes culturalmente, a la casa iban muchos amigos artistas de mi padre, se hacían descargas (improvisaciones) en la casa. Yo iba a algunos ensayos con el grupo, los vi componer, también iba a los conciertos. A veces cantábamos juntos, mi papá decía: ‘Vamos a interpretar para este invitado alguna canción‘.
P.- ¿Ya entonces querías dedicarte a la música?
R.- También tenía otras inquietudes: bailarina, pintora, corredora, gimnasta, yo quería ser todo, ¿no? Mi padre nunca me presionó, pero mi madre siempre fue bastante fuerte con esa cosa de que yo fuera músico. Ella me decía: ‘Eso es lo que tú tienes que estudiar, eso es lo que tú eres, olvídate de lo demás‘. En ese momento me molestaba mucho, pero ahora se lo agradezco porque quién sabe dónde yo estaría ahora.
P.- Supongo que la herencia de tu padre fue inspiradora, pero también debió de suponer cierta presión.
R.- Eso fue una lucha bastante fuerte cuando yo empecé en la música porque la influencia de mi papá era muy fuerte, ¿no? Pero yo busqué en las cosas que sentía, en sonidos que había escuchado, como la música brasileira. Elis Regina es una de las mejores intérpretes para mí. Ese trabajo de investigación personal fue muy importante, cada cual tiene que encontrar su estilo y no querer tomar prestado de aquí y de allá. ¿A quién le interesa una imitación? Me alegro de haber sido rebelde, gracias a eso he podido ser yo misma.
P.- ¿Qué artistas contemporáneos te gustan de tu país?
R.- Un artista que me gusta mucho es Kelvis Ochoa, él vivió en España, formó parte de Habana Abierta. Hay una química muy bonita con él y cantó en mi primer disco (Haydée, 2004). Descemer Bueno fue el compositor y productor de ese álbum. Él ahora es súper famoso, compone a Enrique Iglesias temas como Bailando, no es el tipo de música que hacía cuando trabajamos juntos pero respeto su trabajo. Y lo que está haciendo Eme Alfonso es muy interesante, buscando fusiones de la música cubana con otros sonidos.
P.- ¿Por qué decides mirar hacia atrás en la tradición cubana?
R.- El trabajo que hago es desde el rescate de las raíces de la música de mi país. Esa es la tesis mía y lo que me ha correspondido a mí hacer. Yo compongo también (en 2009 publicó A la felicidad con canciones propias), pero ahora estoy priorizando a los grandes autores de Cuba. El trabajo con Marta Valdés fue una revelación. Las disqueras te dicen: ‘Vamos a hacer un disco’. Y en una semana ya estás grabando. A mí no me interesa eso, quiero investigar en profundidad.
P.- ¿Los sonidos modernos no te interesan?
R.- Seguro que se están haciendo muchas cosas nuevas e interesantes, pero también muchas cosas malas. No hablo sólo de la música cubana, sino del mundo entero: salen propuestas con un barniz de modernidad que en realidad no es nada moderno, es una cosa pasada por agua, sin ningún valor musical o poético. Hace falta gente joven como yo que pueda acercar a mi generación esa herencia tan valiosa que tenemos. La juventud ya no valora la tradición.
P.- ¿Por qué crees que se ha producido ese bache generacional?
R.- Está pasando en el mundo entero, es un reflejo de la sociedad. La gente lo que quiere es olvidarse de que existe, bailar y menearse un poco. No les interesa reflexionar o una música que les haga pensar. En Cuba hay una crisis total: se han perdido los valores que en algún momento fueron la conquista de la Revolución: la educación y la salud. Todo eso se ha venido abajo.
P.- ¿Qué cambios hacen falta en la música de Cuba?
R.- Hay mucha gente interesante, lo que falta es un poco de esperanza. Hay que tener mucha voluntad para lograr sacar adelante un disco, un vídeo, un proyecto… En Cuba está pasando mucho eso: hay artistas que empiezan con una propuesta interesante y de pronto se convierten en una imitación de las cantantes de soul americanas. También se fomenta el cliché de la chica cubana sensual con curvas. Te dicen: ‘¿Pero tú no eres cubana, no te vas a vestir así, no te vas a mover, no vas a enseñar el muslo?‘.
P.- Tú sigues viviendo en La Habana.
R.- Siempre he vivido allá, sí. Hay una pérdida de valores tremenda. A los jóvenes no les interesa nada. La gente está saturada de un país politizado, donde todos los años te recuerdan las mismas fechas, los mismos personajes, te reviven las mismas muertes… Es una cosa para volverse loco.
P.- ¿Has pensado en el exilio?
R.- Cómo no, cómo no, vivir con todo esto alrededor es bastante deprimente. Sobre todo porque yo viví otra época: nací en 1980 y cuando estudié no era así. Siempre ha habido problemas pero lo de ahora ya es un desastre. La ciudad de La Habana está cayéndose. Sí, he pensado vivir fuera, lo que pasa es que no quisiera eso. Si todos nos vamos, ¿qué es lo que va a quedar? Todos se van: los intelectuales, los artistas, los científicos. Yo hago una resistencia desde dentro de Cuba. Esto mismo que yo estoy hablando aquí, igual se enteran allá y pronto me bloquean, ¿sabes?
P.- ¿Has tenido problemas por ser honesta?
R.- Claro, lo que pasa es que mi papá también es así. A él lo han vetado en la televisión y en la radio. Yo veo que él con 75 años tiene el valor de seguir haciéndolo, él siempre ha sido consecuente y ha dicho lo que pensaba en todos los momentos de su vida. Yo que soy joven no me queda otro remedio que hacerlo también. ¿Con qué vergüenza iba a mirar a mi padre si me quedo callada con lo que está pasando? No me parece justo.
P.- ¿Eres optimista respecto al futuro?
R.- Con la visita de Obama en 2016 hubo una sensación de que las cosas iban a cambiar. La gente en Cuba le adoró. Yo pienso que eso fue fatal, el gobierno cubano se asustó mucho. Con Trump todo ha virado para atrás. Le ha dado la razón al gobierno de Cuba: mira qué malos son los americanos, qué agresivos, qué racistas, todas esas cosas que es Trump, una de las personas más estúpidas que yo he visto en la vida. Aún así, hay que buscar una forma de arreglar las relaciones: ¿de qué nos ha servido todos estos años ser enemigos del país más poderoso del mundo?
Por José Fajardo desde Cartagena de Indias (Colombia)