Miguelito

Cuenta la historia que en 1973 Harvey Averne se encontró con Miguelito de pura casualidad. Miguelito era un niño rubio de once años y estaba cantando en el aeropuerto de San Juan. Averne era un productor experimentado con un sello nuevo y muchas ideas. El venía de lanzar a dos bandas “Spanish Harlem Style”: la Orquesta Dee-Jay y Paul Ortiz y la Orquesta Son; a una muy puertorriqueña, Nelson Feliciano Orchestra; y había dado en el clavo grabando el mágico álbum Sentido con Eddie Palmieri. Miguelito estaba lejos de todo eso, pero era inquietantemente sonoro.

Música y niños no tenían en aquel tiempo una relación fructífera. En los años 60 las bandas juveniles abundaron, pero habían entrado en una especie de pausa comercial y tardarían al menos una década en volver a brillar. Sin embargo, The Jackson 5 era el ejemplo a seguir para los cazadores de talentos. Averne tenía algo de eso, aunque su mayor virtud era conjugar la visión americana de las cosas con esa fuente de talento inagotable que era el Caribe.

Miguelito se llamaba en realidad Miguel Ángel Sánchez González y tenía una voz potente e intensa. Pero sobre todo tenía dos cualidades tremendas para un artista en ciernes: sentido del ritmo y carisma en escena. Así las cosas, tras la grabación del álbum Canto a Borinquen, con el apoyo de Papo Lucca y Kito Vélez, el chico pasó de una vida pobre y alejada de cualquier opción de triunfo a codearse con las grandes estrellas de la salsa. ¿Era demasiado? Quizás, porque un día desapareció.

Es curioso como las historias de la música pasan de ser reales a ser mitos en un abrir y cerrar de ojos. La de Miguelito no fue la excepción. Su desaparición no fue un hecho delictivo (¿o si?) que apareciese en primera plana de los diarios. Fue una ausencia que desató todo tipo de rumores y fue desarrollando una leyenda en torno a “aquel chico que cantaba tan bonito”, a “aquel Joselito de la salsa”.

El boom arrollador de la salsa, precisamente, provocó cientos de leyendas, pero ninguna centrada en un niño como él. Y cuando el boom pasó y emergió Menudo como otro fenómeno de chicos menores de edad, Miguelito quedó como un referente de lo que se denomina como “flor de un día”. Canto a Borinquen pasó a ser un disco de culto y sus canciones más representativas se convirtieron en carne de DJ y de coleccionismo.

Y como aquellas leyendas que viajan de boca en boca, esta llegó a oídos de Sam Zubrycki, cineasta australiano. Zubrycki tenía una maestría en comunicación y una licenciatura en antropología, y venía de rodar el documental L’Artigiano en Sydney, y de darse a conocer en el mundo con las obras Driftwood Dustmites y Mary in the Locker Room’. Dueño de un carisma innato también, Zubrycki se empeñó en buscar a Miguelito, de la misma forma que Malik Bendjelloul había buscado a Sixto Rodríguez y mostrado en el exitoso filme Searching for Sugar Man.

Así que viajó a San Juan, cuna del artista; a Nueva York, donde detonó su fama; y a Cali, donde estaban los melómanos que mantenían viva su memoria, y construyó una especie de road movie “descubriendo los recuerdos de aquellos que fueron afectados por su música y su efímera carrera”.

El documental se titula Miguelito: Canto a Borinquen y cuenta con las actuaciones de músicos como Papo Lucca y la Sonora Ponceña, Nelson Feliciano, Julio Castro, Máximo Torres o Fulasu, y de productores, coleccionistas e investigadores como Harvey Averne o Gary Domínguez. Es una película que celebra la profundidad musical y cultural del Caribe, además de revelar la historia de un salsero una vez olvidado, cuyo álbum se convirtió en un clásico de culto en un país lejano al suyo.

Miguelito: Canto a Borinquen obtuvo el Premio a Mejor Documental en los festivales de Oxaca y Antenna, ha estado en el Festival Internacional de Cine de Cartagena de Indias, fue incluido en el Raindance Film Festival de Londres, en el Margaret Mead Documentary Film Festival de Nueva York, y hoy se puede ver por fin en España en la plataforma Filmin. Hay que verlo y presenciar el final de esta búsqueda.

Niños en la música ha habido desde siempre. Otra cosa es que hayan grabado, y otra muy distinta es que hayan tenido éxito. En esta playlist hay varios ejemplos clásicos, no todos cantantes, aunque la mayoría destacaban por sus voces a veces solistas, a veces corales. Un ejemplo de esto último es La Escuelita del Ritmo, el proyecto social de Gladys Palmera, que funciona en Portobelo, Panamá, academia de formación humana y musical de carácter gratuito. La playlist la cierran dos grupos muy conocidos, The Jackson 5 y Menudo. Ambos hicieron historia en la música afroamericana y pop. Sobre esto, siempre se ha hablado de abusos laborales cuando los niños son convertidos en artistas profesionales.  Eso ha existido, sin duda, pero no es una regla común. Christian Del Real, por ejemplo, comenzó llamando la atención de los medios con sus solos de timbal (tocaba con Tito Puente), y de mayor se convirtió en concertista de música sinfónica en piano. 

Playlist

1. Miguelito - Felicidad a Papá
00:00:34
2. La Escuelita del Ritmo - La Batea
00:04:07
3. Los Pico Pico - La Piñata
00:07:39
4. Annette With The Afterbeats Plus Four - Blue Muu Muu
00:10:32
5. Marisol - Rumbita
00:12:38
6. Joselito - Doce Cascabeles
00:14:25
7. Pedrito Fernández - La de la Mochila Azul
00:16:18
8. Jairzinho & Simony - Mi Brasil
00:19:03
9. Dedi, La Salserita - Me Llaman La Salserita
00:22:30
10. El Nene y sus Traviesos feat. Cristian Del Real - Descarga Real
00:25:31
11. The Jackson 5 - Darling Dear
00:30:11
12. Grupo Menudo - Doña Tecla
00:32:44

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